Por supuesto, debo comenzar por pedir excusas a mis lectores si pudiesen pensar que este artículo es sobre diputados, síndicos, y políticos del patio en general. No, es sobre animales, generalmente de cuatro patas, es un ensayo más bien sobre zoología.
A veces en publicaciones nacionales encontramos que se considera a los animales domésticos como parte de la fauna de un lugar. Los animales domésticos no son nunca parte de la fauna, son un caso especial de evolución dirigida por humanos.
En la primera oración de la famosa novela de Tolstoy “Anna Karenina” leemos: “Las familias felices son todas iguales, las que son infelices lo son de su propia forma particular”. El significado del planteamiento del gran novelista ruso es utilizado por J. Diamond en su libro “Armas, Microbios y Acero” (Guns, Germs and Steel, W.W.Norton, 1997) para enfocar la domesticación de animales: todos los animales domésticos son parecidos, los no domesticables lo son cada uno por una cualidad propia.
Los grandes mamíferos domésticos fueron cruciales para las sociedades que los poseían, aportando carne, lácteos, abono, transporte, pieles, vehículos militares y agrícolas y lana.
Solo 14 especies de grandes mamíferos (de más de 100 libras) fueron domesticados antes del siglo XX. Nueve de estas 14 fueron significativos solo a escala regional, como el camello, la llama, el búfalo acuático, el yak, el reno y únicamente cinco se hicieron importantes alrededor del mundo: vacas, ovejas, cabras, cerdos y caballos.
Un lector pudiera preguntar por el elefante, ya que todos sabemos que es utilizado en la India y el sudeste asiático como animal de trabajo y de transporte; recordemos de la Historia la hazaña de Anibal el cartaginés cruzando los Alpes para luchar contra Roma con sus elefantes guerreros, y los persas enfrentando a Alejandro Magno, en la película del mismo nombre, con su ejército de elefantes.
Bueno, los elefantes no son domésticos, son animales capturados y amansados y solo se pueden acostumbrar los asiáticos y no los africanos. Esto significa que a la hora de reproducirlos hay que liberarlos en la selva para que busquen pareja y después volverlos a capturar.
Un animal doméstico es aquel selectivamente reproducido en cautividad, modificado de sus ancestros salvajes, cambiado para siempre en la dirección que los humanos hayan decidido para su mayor conveniencia y utilización.
No en balde Charles Darwin presentó como primer capítulo de su libro “El Origen de las Especies” las “Variaciones de la Domesticación” y lo dedicó casi exclusivamente a cómo los aficionados británicos a las palomas pudieron a partir de la paloma común producir múltiples y vistosas razas. Para Darwin esos datos eran pruebas, y lo son, de la capacidad de cambio de los organismos.
Es que la domesticación es una prueba de evolución dirigida por el talento humano, al seleccionar éstos qué rasgos preferirían pasar a las nuevas generaciones.
Hay un punto muy especial respecto a la domesticación de animales: ¿por qué todos nuestros animales domésticos, excepto la llama, provienen de Eurasia? En este continente de 72 especies candidatas potenciales a la domesticación (terrestres, herbívoros y omnívoros de más de 100 lb) un 18% fue domesticada. En Africa sub-Sahara y Australia ninguna. En América solo la llama y la alpaca (consideradas por muchos biólogos como razas de una misma especie).
Pudiera pensarse en factores culturales o de desarrollo, pero no son necesarios. Los datos señalan no a la incapacidad humana para la domesticación, sino a características biológicas propias de esas especies, como su dieta (nunca se ha podido domesticar un gran carnívoro), su tasa de crecimiento, sus particularidades reproductivas, su disposición conductual a vivir en grupo y tendencias al pánico entre otras. Un caso típico son las cuatro especies africanas de cebras, que por más que se ha intentado desde hace más de un siglo no han podido domesticarse: se vuelven peligrosas cuando envejecen, cuando muerden no sueltan (muerden más personal de zoológicos que los temidos tigres cada año), es casi imposible colocar una silla de montar en ellas y más difícil aún de enlazar, ya que tienen la habilidad de ver la soga llegar ¡ mueven su cuello para esquivarla!
J. Diamond cita a Francis Galton cuando dijo: “hablo de especies destinadas a un perpetuo estado salvaje”.
Así, los animales domésticos no son parte de nuestra fauna, su existencia entre nosotros nos habla más bien de evolución, de la capacidad de cambiar que tiene mucho de lo vivo y de nuestra capacidad de aprovecharnos de los demás organismos cuando su biología así lo permite.
Aunque sin el impacto social de la domesticación de los grandes mamíferos, conocemos varios pequeños mamíferos, aves e insectos que han sido domesticados por los humanos en varias sociedades y por lo tanto redirigidos en su evolución como especies.
Aves fueron domesticadas por su carne, sus huevos y sus plumas. Es común escuchar de un biólogo decir que un pollo ya no es un ave, sino un medio de producción que se domesticó en China, de acuerdo a estudios recientes la selección pudo ser por aquellos pollos con menos miedo a los humanos. Otras aves fueron patos y gansos en Eurasia, pavos en Mesoamérica, la gallina de guinea en Africa y el pato muscovy (nuestro pato común) en América del Sur. Entre los pequeños mamíferos domesticados para usarlos como alimento y por su piel tenemos el conejo en Europa, el curio o conejillo de Indias en los Andes, una rata gigante en Africa y posiblemente el solenodón en las Antillas.
Los gatos fueron domesticados en el norte de Africa y el sudeste asiático y el perro en Eurasia y América del Norte.
La abeja de Europa y la mariposa de la seda en China se encuentran entre los insectos más conspicuos domesticados, aunque encuentro discutible si son “domesticados” o mantenidos cautivos por humanos.
Ya durante los siglos XIX y XX, zorros, visones y chinchillas se domesticaron por su piel y el conocido hámster de Siria como mascota.
La domesticación no es tan fácil. La biología de la especie, su historia escrita en los genes debe estar de acuerdo.
En la década del 1950, D. K. Belyabev en Novosibirsk, Siberia, Rusia estudiaba zorros plateados que se criaban en fincas para aprovechar su piel. Eran animales salvajes, desconfiados, que morían fácilmente de ansiedad. En un intento por regular mejor la cría, empezaron a seleccionar como reproductores solo aquellos animales que aceptaban fácilmente la compañía humana. En unos 20 años, y unos 10 mil zorros después, ya se observó un gran cambio. Los animales se comportaban más como perros que como zorros, con la cola hacia abajo y las orejas caídas. Muchos presentaban la piel moteada en vez del gris brillante de sus ancestros salvajes, las hembras se reproducían dos veces al año como los perros y no una camada anual como los salvajes. Al seleccionar la característica de mansedumbre, otros rasgos físicos, hormonales y conductuales aparecieron también colateralmente.
El perro puede que sea el animal más estudiado en su domesticación y quizás el que más ha experimentado variaciones de manos de sus dueños humanos.
Aunque el célebre Konrad Lorenz, premio Nobel de Medicina o Fisiología por sus aportes al estudio de la conducta animal, teorizó que de las 35 especies de cánidos salvajes, nuestros perros provenían de chacales que perseguían a nuestros ancestros buscando los despojos alimenticios que éstos abandonaban en su vida nómada, hoy los estudios de ADN mitocondrial y de restos fósiles nos revelan que nuestros perros provienen del lobo y que su domesticación ocurrió dos veces en lugares separados.
Steve Jones en su libro “El Fantasma de Darwin” (Darwin Ghost, Random House,1999) presenta lo conocido sobre la evolución de este animal dirigida por gustos humanos. Otras investigaciones más actualizadas reconfirman mucho de lo expresado en esta obra.
Jones nos recuerda que el primer show de competencia de perros ocurrió en 1859, por casualidad el mismo año de la publicación del “Origen de las Especies” por Darwin.
Un texto citado por Jones de 1570 presenta solo 17 razas de perros; otro de 1850, 40; hoy día se reconocen unas 350 razas de distintos perros y en 1997 “nació” una nueva raza de perro norteamericano cuando “el caballero del rey Charles” fue reconocido como raza por el American Kennel Club.
Para Jones muchas de las cualidades de los perros de hoy nacieron por el gusto humano por lo joven, los animales se seleccionaron por sus rasgos juveniles; hocico corto, dientes pequeños, ojos redondos y naturaleza amistosa.
Hoy día se investiga mucho el fenómeno de la domesticación y en especial en perros. Se habla del síndrome de la domesticación que está constituido por una serie de cambios morfológicos, bioquímicos y conductuales. Se estudia con dedicada atención el desarrollo en los embriones de la llamada cresta neural, un grupo de células entre el cordón neural (futuro sistema nervioso del animal) y el ectodermo, que es la capa externa del embrión temprano. sus células incidirán en el futuro esqueleto, hormonas, órganos varios y glándulas. Estas células son pluripotenciales y migraran por todo el cuerpo. Se estudian sus genes y el resultado de sus mutaciones.
Algo interesante es que los mamíferos que han evolucionado o están evolucionando en islas, y por lo tanto aislados, presentan muchas características del síndrome de la domesticación.
Como hemos establecido más arriba la biología exige su tributo: algunos animales no se domestican nunca, otros como los zorros y los perros han pagado un precio. En 1994 la revista Time publicó que un 25% de todos los perros con pedigrí sufren desórdenes genéticos, desde pobre visión en razas como los chows, ojos inflamados como los bloodhounds y flancos hundidos como los Doberman.
Personalmente sostengo la hipótesis de que los humanos somos monos domésticos, esa domesticación humana, que no sabemos cómo ocurrió, también nos regala daños colaterales que estamos descubriendo y aún nos quedan por descubrir.
Es que la evolución, aún la dirigida por los humanos para sus fines utilitarios, tiene sus salidas no esperadas, por la combinación de genes que forma cada solución al fenómeno de estar vivo en este Planeta.
Quizás con esta lectura pueda apreciarse sobre los pocos animales en que se basa la alimentación humana y pueda comprenderse mejor la preocupación de los gobiernos de los grandes países del mundo cuando se presentan casos como las “vacas locas” y la gripe aviar; es que teóricamente puede aparecer un virus que diezme a todos los animales domésticos de una especie particular con la consecuente catástrofe en la alimentación humana.