El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), presentó recientemente una serie de datos e informaciones basados en exhaustivas investigaciones que revelan cuánto nos hemos empobrecidos y cuánto se han agravado las taras sociales que nos impiden avanzar hacia el desarrollo.

El tan llevado y traído concepto de la deuda social acumulada se refiere al cúmulo de problemas que se han ido amontonando a lo largo del tiempo a falta de voluntad política para resolverlos hasta el punto que al día de hoy se requieren de medidas drásticas y estructurales para poder aminorar su gravedad.

De postergaciones en postergaciones, se fueron agigantando y empeorando y es al Partido de la Liberación Dominicana (PLD) a quien le corresponde la mayor cuota de responsabilidad por ser el partido que más años tiene en el poder. Es en sus gestiones de gobierno donde los males tradicionales han adquirido matices críticos. Aunque justo es decir queno se debe transferir toda la culpa a los peledeistas, pues la crisis de deuda social se viene arrastrando desde tiempo más atrás.

Por eso los dominicanos necesitamos ungobierno que cumpla con la deuda social acumulada en el país, y que haga los cambios que durante años ha demandado la sociedad dominicana

La acumulación de necesidades insatisfechas de la población, se ha ido dando a lo largo del tiempo, pero es en los últimos lustros donde los problemas y las crisis seculares se han salido de control, unas veces por acción y otras por omisión.

Por acción, cuando es el gobierno el que directamente toma medidas que profundizan la pobreza, como la poca inversión social en las áreas más prioritarias; cuando la tolerancia y la complicidad con la corrupción sustituyen a la penalización; cuando toma acciones inflacionarias como el mantenimiento de combustibles caros; cuando penaliza la actividad productiva con impuestos onerosos que arruinan empresas y fomentan el desempleo y por ende, la pobreza. También se agrega a esto los empréstitos imparables que han provocado el crecimiento desaforado de la deuda externa cuyo pago oneroso resta recursos que debieran emplearse en atender demandas sociales y planes de reducción de la pobreza.

Por omisión, cuando el gobierno actúa con desidia, se desentiende de sus responsabilidades, cuando deja que los funcionarios hagan lo que le dé sus ganas, cuando el dejar hacer y el dejar pasar se convierte en política gubernamental y la indiferencia de las autoridades permiten que los males se amontonen hasta niveles peligrosos socialmente.

El agravamiento de dichos problemas fue lo que motivó queel presidente y candidato presidencial perredeísta, Miguel Vargas, declarara esta semana durante un recorrido político que “está llegando la hora de que el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) pague en las elecciones de 2016, su responsabilidad por haber mantenido intacta la gran deuda social acumulada en perjuicio de la calidad de vida de la mayoría del pueblo y de la clase media”.

El Ing. Miguel Vargas argumentó con mucha razón que: “Una mayoría significativa de nuestro pueblo ha sido excluida del crecimiento registrado por la economía nacional durante décadas, quedando sin poder adquisitivo para adquirir bienes y servicios indispensables, que deben ser disfrutados a plenitud por todos, y no sólo por una minoría de la gente”.

La verdad es que debiera ser motivo de vergüenza para quienes nos gobiernan, el hecho de que todavía se tengan que efectuar protestas, reclamos, huelgas, caminatas y paros cívicos en provincias y barrios para presionar a las autoridades a cumplir con sus responsabilidades; debiera de avergonzar al gobierno que estas presiones sociales se hagan por demandas tan simples como dotación de ambulancia de un hospital, medicina, camilla y silla de ruedas para atender a los enfermos, pavimentación de calles y pequeñas obras comunales.

En un contexto donde las necesidades son muchas y los recursos escasos, se impone la necesidad de racionalizar el uso de los recursos, apegados al más estricto orden de prioridades, pero lamentablemente, esto no es lo que vemos, pues el gobierno tiende a ser derrochador en gastos superfluos como la publicidad y el patrocinio de actos reeleccionista.

Por eso los dominicanos necesitamos ungobierno que cumpla con la deuda social acumulada en el país, y que haga los cambios que durante años ha demandado la sociedad dominicana.

Si no logramos saldar el costo de la deuda social acumulada,los vientos huracanados del descontento social, pueden barrer a nuestra democracia.

Los oficialistas podrían alegar que los gobiernos peledeistas han estado saldando la deuda social con la inclusión de ciudadanos pobres en los servicios de salud que ofrece el Estado a través de Senasa y con la emisión de casi un millón de la tarjeta Solidaridad. Esto, más bien, es puro paternalismo y asistencialismo demagógico que fomenta la mendicidad y el parasitismo social, reproduciendo el circulo vicioso de la pobreza, sin atacar las raíces estructurales que la causan.

En torno a la implementación del sistema de seguridad social, como posible forma de amortización de la deuda social acumulada, la misma está muy lejos de ser lo que se vendió publicitariamente. Muchas de sus ventajas publicitadas han resultado infuncionales en la práctica, ahí tenemos de ejemplo el capítulo de la provisión de medicinas recetadas por el monto de $3,000 anuales del Plan Básico de Salud, que nunca se aplica en las redes de farmacias, pues está configurado para ser rebotado, lo que es casi un fraude legal que enriquece a unos cuantos.

A esto se añade la pobre cobertura odontológica, que es casi inexistente. Y si hablamos de enfermedades catastróficas, como el cáncer y la diabetes, al pobre no le queda otra opción que resignarse a morir. Como vemos, la deuda social contraída con nuestro pueblo, continúa sin pagarse, y como la gigantesca deuda externa, se ha hecho eterna.

Seguiremos abundando sobre el tema en un próximo artículo.