En mis publicaciones académicas sobre la violencia sexual y de género he analizado incisivamente cómo determinadas conductas contra las llamadas minorías sexuales LGBTIR o LGBTIQ constituyen la más vil expresión de acciones violentas contra las personas de sexo o género femenino en las familias, en los lugares de trabajo, en las relaciones de "amistad" y en los colectivos libertarios.
En los recientes hechos violentos en iglesias de los Estados Unidos, que han eliminado la vida de muchas personas, las víctimas o "targets" de dichos oprobiosos crímenes son mujeres: amantes, suegras, esposas y novias, tal y como lo muestra en su estudio el criminólogo Dallas Drake, del Center for Homicide Research en Minneapolis.
Drake detectó que en los atentados a centros espirituales en que se congregan las familias los domingos, el 23 por ciento de las víctimas son parejas femeninas, incluyendo esposas y novias.
En la reciente marcha neonazi en Polonia en la que centenares de ciudadanos marcharon, vociferando consignas ultra-nacionalistas, el target o móvil principal son las personas LGBTIQ.
En la República Dominicana el llamado Dr. Dunker lleva décadas dirigiendo impunemente una campaña violenta e inhumana contra las personas, colectivos y familias LGBTIR sin que, hasta ahora, ninguna autoridad estatal detenga semejante infamia, cuyo único paralelo lo constituyen los actos violentos de los neonazis y terroristas en el mundo occidental.
¿Se han preguntado las especialistas en feminicidios el efecto bola de nieve que tienen las alocuciones y las diatribas de Dunker en universidades, púlpitos, medios y redes, en la creación de una cultura de odio en las familias dominicanas, que constituye un causante directo de los asesinatos de mujeres en nuestro lar nacional?
Si trabajamos para erradicar la corrupción como una forma violenta de usurpar los bienes de la familia dominicana, necesitamos afrontar los llamados al odio y la violencia contra las mujeres y las diversidades sexuales como una expresión corrupta que genera pingües beneficios a estos mal llamados profetas y terapeutas familiares cuyo fundamento argumental es el odio y el rechazo a la diferencia.