No debemos arriar las banderas. Hay que buscar la manera de lograr una fórmula legal que garantice reducir los crímenes pasionales y de otra índole que se cometen contra las mujeres. No hay un solo día que en los periódicos no aparezca la horrorosa noticia de que un novio o marido celoso, o un ex marido, con la mente cegada por la pasión.
En el año que acaba de transcurrir se calculan, mal contados, casi 300 mujeres que fueron asesinadas por sus compañeros o ex compañeros, aparte de aquella violencia consistente en violaciones, en perjuicio de niñas y niños que luego fueron asesinados para evitar las denuncias.
Uno a veces no acaba de comprender cuál es el origen de tanta violencia contra las mujeres. Cada quien tiene su propia teoría. Los políticos escogen el tema para hacer promesas de que acabarán con ese problema si llegan al Poder. Los sociólogos, políticos también, buscan explicaciones para denunciar lo que entienden es una aberración que tiene sus orígenes en las desigualdades sociales. En fin, cada quien parlotea sin proponer soluciones.
Las Naciones Unidas, al final del siglo pasado, escogieron el 25 de noviembre como del Día de la No Violencia contra la Mujer, fundamentándose en el secuestro y cruel asesinato de las hermanas Minerva, Patria y María Teresa Mirabal, por órdenes expresas de ese tirano llamado Rafael Trujillo.
Sin embargo, se necesita algo más que una Resolución Universal. Se necesita crear leyes en todos los países que establezcan sanciones drásticas que estén por encima de lo que establecen las leyes actuales contra la violencia de género.
En vista de que en nuestro país no existe, ni debería existir, la pena de muerte, consideramos que se podría imponer cadena perpetua a quienes asesinen a mujeres, bajo cualquier circunstancia.
No hay que olvidar que la mujer es la madre de la población mundial y esposa o compañera de una gran parte de otra mitad, que comparte responsabilidades hogareñas y económicas, que permiten que el mundo de hoy tenga un ritmo de progreso, aunque muchos no lo comprendan y los lleven a cometer desafueros, que merecerían cadena perpetua para quienes asesinen a una mujer.