Observando como las plumas más distinguidas de la oposición valoran a todo aquél que espontáneamente—y sin recibir nada a cambio—expresa una opinión favorable al actual gobierno morado, solo queda pensar que han entrado en un estado delirante.
La definición más burda de fanático, la que ofrece Internet con tan solo consultar “definición de fanático” dice: “Persona que defiende una creencia o una opinión con pasión exagerada y sin respetar las creencias y opiniones de los demás”.
Estos fanáticos de la oposición, siempre dispuestos a rellenar a insultos a todo aquél que reconozca algo bueno a los gobiernos morados, olvidan que Hitler, Mussolini, Franco y Trujillo, grandes dictadores de sus pueblos, tienen hoy quien les escriba y defienda, hasta quién añore sus “grandes proezas”.
Hay peledeístas convencidos, incluso, sin recibir nada a cambio, de que el PLD es preferible en el poder en lugar de cualquier otra fuerza política de las que tenemos
Y esas personas expresan tal admiración nostálgica sin recibir nada a cambio. Algunos llegan a negar el Holocausto y sufren de buen grado degradaciones, incluso laborales, por defender, a plena convicción, las ideas y personas que defienden.
Así como en España hay hoy franquistas convencidos—y los hubo durante la dictadura. Así como en República Dominicana hay trujillistas convencidos entre los que vivieron la era del dictador, asimismo hoy hay peledeístas convencidos, incluso, sin recibir nada a cambio, de que el PLD es preferible en el poder en lugar de cualquier otra fuerza política de las que tenemos.
Se trata de personas movidas por una convicción y que no necesitan ningún otro incentivo para defender las ideas que defienden.
Lo anterior resulta—supuestamente—difícil de entender para estos fanáticos que creen que solo desde un cargo público, o recibiendo alguna prebenda una persona puede ser capaz de admirar la obra de gobierno morado. No es así. Y en esto radica el fanatismo de algunos delirantes de la oposición.