Grupos y personalidades políticas dominicanas utilizan el anti haitianismo como forma de lograr titulares, adeptos y votos. Grupos y personalidades haitianas utilizan el anti dominicanismo para el mismo propósito. Ni dominicanos, ni haitianos, deberíamos hacerle caso a esos extremistas.

Entre nosotros están la FNP (los Vincho) y otros y en Haití la organización "4 de Diciembre" que preside Jean Robert Argan. Algunos empresarios haitianos también utilizan el anti dominicanismo para tratar de mantener sus monopolios, como el caso de Stephane Cole, quien produce harina y no quiere competencia dominicana y Fritz Brant. Son los que promueven la prohibición de exportaciones dominicanas por tierra.

Fue Argan quien recientemente pidió devolver la comida dominicana que enviaba nuestro gobierno para socorrer a las víctimas del huracán Matthew porque estaba custodiada en territorio haitiano por militares dominicanos. Pero se trata de un grupo minoritario, no representativo de la opinión pública haitiana. Nuestro ex Presidente Hipólito Mejía reaccionó ante esa declaración al estilo de Trump, sugiriendo que la comida fuese devuelta, sin averiguar primero quién era que había hecho esa declaración. Fue un gran error.

El anti haitianismo y el anti dominicanismo se enarbolan sobre todo durante campañas electorales. El reciente huracán coincidió con la campaña electoral haitiana y varios candidatos presidenciales criticaron, con el propósito de buscar votos, la presencia militar dominicana, mas no la de colombianos, venezolanos y norteamericanos y poco han dicho, a través de los años, sobre la presencia de la Minustah, compuesta por soldados de diferentes naciones bajo la sombrilla de Naciones Unidas. Inteligentemente, los dominicanos nunca hemos ofrecido participar en la Minustah en Haití. Lamentablemente, el anti haitianismo no es nuevo en la isla. En las elecciones dominicanas en que Joaquín Balaguer enfrentó a José Francisco Peña Gómez, el primero apeló al anti haitianismo, aprovechando que Peña Gómez era hijo de haitianos, inventándose un supuesto plan de unificación de la isla auspiciado por Francia, pero no envió una nota diplomática a París en protesta, porque sabía que el alegato era falso. Es el mismo Joaquín Balaguer quien en su libro La isla al revés (1983) dijo: "Sería posible el establecimiento entre Haití y Santo Domingo de una Constitución paralela que garantice la existencia en toda la isla de un régimen democrático fundamentalmente idéntico para los dos países… Bajo esa Constitución podría reconocerse inclusive, con determinadas restricciones, la doble ciudadanía a los naturales de ambos países". Es el único político dominicano que ha abogado por lo que podría definirse como una "unificación". Una cosa decía Balaguer como autor, historiador y estadista y otra como político en campaña electoral.

El anti haitianismo y el anti dominicanismo se enarbolan sobre todo durante campañas electorales

Trujillo prohibió criticar a los haitianos y a sus líderes políticos durante 26 de los 31 años de su dictadura. La excepción fueron los cinco años del gobierno de Elie Lescot (1941-1946), a quien el dominicano había protegido pero quien lo enfrentó una vez devino Presidente. Fue durante esos años que Peña Batlle, Balaguer y otros recibieron instrucciones de atacar a los haitianos con argumentos racistas.

El actual Presidente interino de Haití Jocelerme Privert criticó públicamente a los candidatos presidenciales de su país por haberse quejado por la presencia de soldados dominicanos. El gobierno dominicano había recibido la anuencia haitiana para que cruzasen la frontera y entregó un listado con sus nombres. Es a haitianos como Privert a los que debemos hacerle caso, no a Argan, pues la agenda de su grupo desde hace varios años consiste en criticar a los dominicanos y a su gobierno.

En fin, que en esta isla no debemos hacerle caso a los extremistas de cada patio, sino a los políticos y empresarios moderados. El Presidente Medina es un buen ejemplo de la puesta en práctica de una inteligente política hacia Haití. Hagámosle caso. La reciente reunión de los directores de aduanas de ambos países, buscando reducir el contrabando y evasión fiscal, lo que estimularía el flujo terrestre del comercio, es otro ejemplo de una actitud muy constructiva, como también lo ha sido la reciente expansión de la zona franca del Grupo M en Dajabón, pues implica emplear unos mil haitianos adicionales en su propio territorio, lo que desestimula su traslado hacia el nuestro.