Los verdaderos enemigos de la patria son el expresidente Leonel Fernández Reina, el dueño de la Junta Central Electoral, Roberto Rosario Márquez, los Vincho, Milton Ray Guevara y unos cuantos malos dominicanos más que, a sabiendas de que en esta época globalizada nadie se iba a cruzar de brazos ante la ignominia malvada que representaba quitar la nacionalidad a cientos de miles de dominicanos de ascendencia haitiana, propiciaron esa barbaridad.
Se trató de un plan macabro concebido por el mentor y guía político de exmandatario, el señor Vincho Castillo, de despojar de su ciudadanía a esos dominicanos cuyo único delito es ser descendientes del país más pobre del hemisferio y sacar a flote tan malvado despropósito justo cuando su pupilo abandonaba el poder y dejarle ese tollo al actual presidente Danilo Medina.
El plan contra la patria lo inicio el señor Roberto Rosario Márquez, único propietario de la JCE, quien por vía administrativa ordenó retener la documentación a esos dominicanos de tez morena, y con nombres y apellidos “raros”.
Lo peor- por eso lo de dueño de la JCE- lo hizo sin tomar en cuenta las advertencias y objeciones de otros miembros del mal llamado pleno de esa institución rectora de los procesos electorales en el país.
Por ese daño, muchos jóvenes no pudieron ver cristalizados sus sueños de hacer una carrera universitaria, firmar contratos como deportistas profesionales en varias ramas. Esto sin citar otros graves daños colaterales sufridos a causa de esa infamia
Los enemigos de la patria no son los dirigentes haitianos y de otras naciones que nos enrostran haber convertido en apátridas a cientos de miles de dominicanos de ascendencia haitiana. Esos dirigentes extranjeros no tienen la culpa de la aberración cometida por esos malos dominicanos ya citados, los que sí son enemigos del país.
No fueron los dirigentes haitianos, del CARICOM, la OEA y otros organismos internacionales los que se sentaron a planificar cómo les dañaban literalmente la vida a cientos de miles de indefensos dominicanos de ascendencia del vecino país, quienes sufrieron la penalidad de ser pobres y “prietos”. Por ese daño, muchos jóvenes no pudieron ver cristalizados sus sueños de hacer una carrera universitaria, firmar contratos como deportistas profesionales en varias ramas. Esto sin citar otros graves daños colaterales sufridos a causa de esa infamia.
Pero el gran problema es que los dirigentes del PLD, que son expertos en mentir y engañar al pueblo, han querido ligar la desnacionalización impuesta con la Resolución de 017-2007 y la Sentencia 168 del Tribunal Constitucional con el Plan Nacional de Regularización,.
Nadie le ha negado al Estado, al Gobierno dominicano el legítimo derecho de llevar a cabo el Plan Nacional de Regularización de Extranjeros.
Lo reprochable es la monstruosidad que ha representado para la sociedad civilizada el despojo descarado y perverso de la nacionalidad a esos cientos de miles de ciudadanos dominicanos cuyos padres vinieron a República Dominicana para el corte de la caña y otras tareas contratados hasta 80 años atrás por el propio Estado o por empresas privadas avaladas por las autoridades.
Y lo peor es que, el propio presidente Danilo Medina, que en principio mostró lo que parecía su profundo pesar por el alcance terrible que tendría esa barbaridad jurídica del Tribunal Constitucional, la ha defendido en foros internacionales.
El Tribunal Constitucional debe juzgar entre lo que es constitucional y lo que no lo es, pero penosa y dramáticamente evacuó una sentencia ILEGAL, VIOLATORIA doblemente de la Constitución de la Republica vigente a la fecha que explicaba claramente en su capitulo V, articulo 18 que “todos los nacidos en territorio nacional hasta la puesta en vigencia de la presente Constitución, son dominicanos”.
¿Se dejó engañar el presidente Medina de los truhanes de su partido o simplemente es parte de su quehacer político de decir una cosa y luego hacer otra?
La sentencia del Tribunal Constitucional es doblemente violatoria a la Constitución porque tal como observaron dos de sus juezas, no interpretó correctamente la Carta Magna y ordenó aplicarla retroactivamente hasta el año 1929.
La retroactividad, en derecho universal, sólo se acepta para beneficiar al ciudadano como sujeto del derecho. Pero la TC 168 hizo exactamente lo contrario, aplicándola para lesionar derechos de todos los nacidos en el país hijos de extranjeros a partir de 1929 hasta la fecha del fallo judicial. Una locura.
El archienemigo del doctor José Francisco Peña Gómez, el fenecido líder del PRD, el doctor Joaquín Balaguer, para impedirle que éste pudiera ser candidato llegar a la Presidencia de la República, siempre utilizó el argumento de que el gran líder de masas era haitiano. Lo triste es que haya sido un ex compañero de partido quien votara la TC 168, reivindicando en el presente la vieja infamia racista contra el doctor Peña Gómez.
De modo que los enemigos de la patria no hay que buscarlos muy lejos, están aquí mismo, en suelo patrio. Aunque se venden como patriotas, sin duda alguna son los verdaderos y reales enemigos del país.
Si Leonel Fernández, Roberto Rosario Márquez, los Vincho y Milton Ray Guevara no desempolvan ese baldón balaguerista, el país no tuviera en la mira de todo el mundo y nos habríamos ahorrado una millonada que se ha gastado enviando funcionarios a dar explicaciones y a tratar de convencer a países y organizaciones internacionales de las bondades del Plan Nacional de Regularización que bien pudo hacerse sin la TC 168 y sin la Resolución 017-2007 de la JCE.