El “vendepuesto” que sale en video explicando como opera su network de madrugadores para ocupar primeros puestos en fila, acaba de sentenciar a muerte su emprendimiento, por lo menos, cuando el intercambio ocurra en áreas que estén en control del establecimiento.

La razón es sencilla. El dueño de un supermercado pondrá límites a ese tipo de intercambio tan pronto empiece a molestar a los clientes que esperan en fila. Nadie protesta cuando el caballero que está delante de uno en la fila cede el turno a la esposa que hará la compra de la familia. Ahí está el saludo de codo amoroso, las diez instrucciones de cosas que insisten debemos hacer con la esperanza rompamos el récord mundial de cumplir tres y el “no te olvides que ayer se acabaron las espirituosas” con que se despide caminando cabizbajo.

Vendepuesto

Pero esa tolerancia puede desaparecer cuando se advierte es un intercambio mercantil con un “ya usted pagó pero cualquier propinita bien recibida patrón” o reproche con truño “usted dijo que venía en media hora y esperé una”.  La chispa para provocar una confrontación en la fila está presente por clientes que les moleste el haragán o el vivo o disputas contractuales entre estos últimos. Con el primer malestar van entonces a interceder los dueños del supermercado para limitar los intercambios de puestos perciban son de esa naturaleza, en el entorno está bajo su administración.

¿Cómo lo harán? No hay protocolo escrito. Algunos serán tan estrictos como el consulado americano, donde la práctica no existe. Otros advertirán en carteles que la práctica no es permitida, que se les negará la admisión de ser la situación detectada por cámaras o denunciada por clientes. Cualquier intercambio de puestos tendrá que ocurrir en partes de la fila donde termine la propiedad privada del establecimiento, algo que aniquilaría completamente la demanda.

Antes de ese reciente video del “vendepuesto” emprendedor, había incluido en el examen final de Fundamentos de Economía una pregunta de una oportunidad comercial parecida que aprovecharon jóvenes de clase media: Revender compras a los últimos de las filas. Aquí la pregunta:

“Un grupo de cinco jóvenes decide levantarse temprano para estar de primeros en la fila de un Supermercado. Todos han sacado sus ahorros del banco, han vaciado las alcancías y pedido prestado a sus padres. Cada uno tiene RD$20 mil en efectivo. Entran al Super y cada uno se dedica a llenar un carrito con una lista predeterminada de artículos de alta demanda.

Salen del Supermercado a las 8:40 A.M., ponen toda la compra en la cama de dos camionetas, en neveras con hielo ponen las carnes, dan una vuelta y a las 11:00 con la fila que da tres vueltas a la cuadra, pasan por el extremo de la fila ofreciendo revender pollos, carnes, arroz, aceites, leche y otros artículos que adquirieron temprano.

Hay gente que acepta el trato y paga precios más altos ahora que esperar tres horas para terminar su compra. Los jóvenes que invirtieron 100 mil pesos tuvieron ingresos por 135 mil.

Vendedor

De una opinión sobre la actividad de negocios descrita donde destaque las clases y lecturas que realizó durante el curso, pensando, por ejemplo, que el autor del libro, Robert E. Murphy, o los economistas Walter Block o Milton Friedman opinarían al respecto.”

La advertencia de responder sobre lo que estima opinarían los autores mencionados cumple dos propósitos: el primero, y más obvio, es evitar a los vagos que nunca faltan en los grupos. El que mucho falta, poco atiende y menos lee o estudia, no tenía incentivo a responder. Es probable que perdiera la oportunidad de deslumbrarme con alguien brillante que coincidiera con esos economistas sin leerlos, pero eran más altos los chances de encontrarme con quienes creen pueden embaucar a los profesores con verborrea.

La segunda, mostrarle que mi interés principal es que leyeron sobre el enfoque de esos autores sobre la evaluación de las transacciones que ocurren entre individuos: si son voluntarias o no, si afectan o no derechos de terceros, si ocurren en espacios que controlan las partes, si deben ocurrir o no en términos mutuamente acordados por ellos o deben seguir las órdenes imparten terceros, lo que se puede inferir del intercambio en cuanto al bienestar individual.  La pregunta puede así responderse sin vínculo alguno con sus propias ideas sobre el tema. La puede contestar sin sentirse ofendido un sobrino de Nicolás Maduro con copia autografiada de La Ley de Precios Justos.

Vendedores de puestos y revendedores de compras son emprendimientos temporales. Tienen sus días contados porque no es posible que los individuos van a terminar aceptando de manera sumisa la destrucción de las formas de conducta han logrado el avance de la humanidad. Las libertades económicas que se disfrutan en los mercados con precios libres, que permiten la división del trabajo y la especialización, sólo se pueden maniatar por un corto período de tiempo. Después hay que restablecerla o estar dispuestos a llenar muchas fosas de cadáveres con un tiro en la nuca.