A Baní se le presenta otro elemento delicado. El Grupo Punta Cana planea levantar un proyecto turístico-inmobiliario. Ocurre que ninguna región del mundo con plantas de carbón tiene turismo. ¿Quién se bañará en una playa contaminada o comprará un apartamento próximo a una planta de carbón? Reflexionamos.
Es contradictorio. En la preservación del medio ambiente la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales (Cdeee), emprende acciones inexplicables, al punto que no parece que emanan de la misma entidad.
Por un lado patrocina de forma decidida una serie de proyectos para la producción de energía limpia; por el otro defiende a capa y espada que las plantas de Punta Catalina operen a carbón, en vez de Gas Natural. Está con Dios y el Diablo al mismo tiempo.
La última mentira que escuché es que usarán un “carbón limpio” que no contamina; o que habrá una tecnología que no permitirá la contaminación.
La Cdeee anunció el inicio de ocho proyectos de generación a partir de fuentes renovables, que con una inversión de 779.8 millones de dólares, aportarán 361.2 megavatios nuevos al sistema a partir de 2018.
El anuncio lo hizo, según un comunicado, el vicepresidente de la Cdeee, Rubén Bichara, durante el lanzamiento del Plan de Apoyo a los Proyectos de Energías Renovables, que “en el corto plazo” aumentará a 556.21 megavatios la disponibilidad de energía limpia en el Sistema Eléctrico Nacional.
Bichara dijo que el gobierno del presidente Danilo Medina está comprometido con el apoyo a los proyectos de generación de energía con base en combustibles no dependientes del petróleo y que en el caso de las renovables es un compromiso mayor, pues se trata del aprovechamiento de la naturaleza a través del viento, el sol y el agua para generar electricidad limpia.
Por el contrario, las plantas de carbón contaminan el agua, tierra, aire.
Con el viento como fuente de energía, se construyen cinco proyectos, dos en Montecristi, dos en Puerto Plata y uno en Baní. En Matanza, Baní, el Grupo Eólico Dominicano invertirá US$87.5 millones en el Parque Eólico Matafongo, que producirá 34 megavatios.
Apoyamos que la Cdeee siga el camino de la energía renovable, y que ponga a Punta Catalina a operar con Gas Natural, como energía limpia. Así no afectará el nacimiento del proyecto turístico de la región Sur, en los Corbanitos, que llevará por nombre Puntarena o Bahía Flamenco.
La otra cara de la moneda
Para tener una idea de lo que le pasará a Baní (y la región) vamos a reproducir un fragmento de una investigación que publicó Diario Libre el 02 de marzo de 2016. Recoge testimonios de mujeres de Samaná y Montecristi que se expusieron a las cenizas que producen las plantas a carbón y sufrieron abortos involuntarios, malformaciones, partos prematuros.
Ya han pasado ocho años, pero Amparo Andújar Maldonado no lo olvida. Perdió a su primer hijo cuando se aproximaba al quinto mes de embarazo.
Tampoco borra de su mente que dio a luz a una criatura desfigurada, con malformación craneal, algo incomprensible para una mujer saludable de 27 años a quien no le faltaron doctores ni enfermeras.
Pero Amparo no fue la única. Entre los años 2005 al 2008, la tasa de abortos y nacimientos prematuros repuntó de forma súbita en el barrio Encantado de Arroyo Barril, un poblado rural y costero, de clase trabajadora, al norte de la República Dominicana. Una zona rica en tesoros naturales como la Bahía de Samaná, santuario mundial para las ballenas jorobadas.
La amiga de Amparo, Rosa María Andújar, también cayó en las estadísticas. Dio a luz un niño con los intestinos expuestos y seis dedos en manos y pies. El bebé murió poco después de nacer, en julio de 2008.
Meses más tarde, otra vecina, Maribel Mercedes, dio a luz siameses que murieron en corto tiempo. Cinco criaturas también nacieron con onfalocele o intestinos expuestos, entre agosto y noviembre de ese año, en los vecinos barrios Los Róbalos, La Pascuala y el Gri-Gri. Solo uno de ellos sobrevivió.
Al preguntar a Andújar Maldonado qué explicación han dado las autoridades sanitarias a su aborto y a la inusual repetición de casos en la región, su respuesta es escueta: “Ninguna”.
La vivienda de Amparo se ubica a menos de medio kilómetro del muelle y durante el embarazo acudía regularmente a la playa “a coger fresco”.
“Yo creo que fue a causa de eso”, añadió.
Al decir “eso” se refiere a las toneladas de cenizas de carbón que permanecieron abandonadas en el puerto Juan Pablo Duarte de Arroyo Barril durante casi cuatro años. Montículos con más de 27 mil toneladas de residuos grisáceos que llegaron desde la planta de carbón AES en Guayama, Puerto Rico, y que fueron descargados, a pasos de la costa, a la intemperie y sin un plan de manejo, a partir de octubre de 2003.