Desde los 10 años últimos del Dr. Joaquín Balaguer la clase política jamás ha vuelto a tener niveles reales de incidencia en los Gobiernos. Lo que aquí digo es tan fácilmente demostrable que basta revisar desde la década de los 80 del siglo pasado, para comprobar cuántos presidentes de Partidos han tenido posiciones importantes en el tren gubernamental. De hecho, solamente el “hijo más conspicuo de Navarrete” los valoró, llegando a poner al Presidente del PQDC al frente de las Fuerzas Armadas y a Don Andrés Vanderhorst, Presidente del partido La Estructura, en la Secretaría de Estado (Ministerio) de Turismo.

Después de ahí, los cargos que se le han dado a los partidos son de relativamente poca importancia porque los Gobiernos, en particular el de Danilo Medina, les entregaron los cargos principales a connotados representantes de la llamada “Sociedad Civil”, que en connivencia con el alto empresariado se hizo dueña del gobierno, controlando decisiones de alta política y claro está, como era de esperarse, participando en los grandes negocios estatales.

Desde hace mucho se acusa a la clase política y, en especial a los partidos, de todo lo malo que le pasa al país. En parte es así, pero para muestra basta un botón: de 27 organizaciones políticas que existen actualmente, solo una tiene incidencia, la que encabeza el Ejecutivo, las demás tienen tan poca que es casi nula. Pese a ello, se culpa a “los partidos” en su conjunto, generalizando responsabilidades.

Este breve introito nos lleva a considerar el hecho de que no sería justo decir que en la derrota del PLD sólo fueron culpables los dirigentes del Comité Político de la tolda morada. Mucha mayor responsabilidad tuvieron los poderosos “tecnócratas” de la Sociedad Civil y los representantes del alto empresariado, quienes le hicieron creer a Danilo que con su respaldo le bastaba para garantizarse una tercera gestión presidencial.

Nada más infantil que pensar que los connotados representantes empresariales sirven a causas políticas partidarias, cuando en realidad operan en función de proteger sus intereses, exclusivamente. Por eso resulta errático ponerlos a asumir papeles que no son los de ellos, visto que su interés no es social sino particular.

Fueron los dueños del gobierno del Presidente Medina quienes le hicieron creer que tenía un consenso nacional para la elección recién pasada, quienes opinaron que tenía que alejarse de “la imagen de los políticos de oficio”; que ellos eran garantes de un buen gobierno, que la alianza público-privada era la panacea que desarrollaría el país y que con la misma, se garantizaban altos niveles de popularidad.

Estos sectores en el gobierno de Danilo Medina se aposentaron en el Palacio Nacional y lo decidieron casi todo, hasta quienes se entraban salían o se quedaban en el gobierno, fueron precisamente quienes, primero, crearon las condiciones para sacar a la FNP y a los Castillo del tren gubernamental, como también fueron los auspiciadores de la salida de la mayoría de los partidos y sus dirigentes, segundo, convenciendo al Presidente de que la dirigencia política tradicional no lo debía acompañar.

Desde hace muchos años, según lo expresó el Dr. José Francisco Peña Gómez, “el partido de la Sociedad Civil” ha querido -y por qué no decirlo, ha logrado- ocupar el legítimo espacio ganado por las fuerzas políticas, el espacio que debería corresponder a los militantes partidarios, carpinteros que arman los gobiernos para que ellos, los integrantes de la llamada Sociedad Civil, terminen siendo dueños de todo.

Del alto empresariado es otra la realidad: ellos tuvieron siempre una gran influencia como representantes de la oligarquía nacional. Sus recursos, en otros tiempos, eran la única fuente de financiamiento político, que aportaban a los partidos y resultaban decisivos. El PLD “original” había cambiado eso y desde el poder financió sus campañas, para no tener que depender de ellos. Por eso en los primeros 12 años del gobierno morado su influencia era moderada. Preocupados ante tal situación, para las elecciones del 2012 una mayoría de empresarios se decantó a favor del Presidente Medina, haciendo alianza estratégica con los tecnócratas de la Sociedad Civil, logrando volver a tener el control del Gobierno y de todas sus políticas.

Como verán, ellos fueron tanto o más responsables de la debacle peledeista que su alta dirección, con la diferencia de que ambos sectores, Sociedad Civil y empresarios, se guían por donde alumbre el gigante del Norte: cuando vieron que el Presidente Medina no los tenía a su favor, cambiaron su posición y comenzaron a saltar del barco. Sólo hay que recordar las declaraciones de connotados ministros representantes de esos sectores, en contra de la repostulación del Presidente.

Ellos fueron los arquitectos de toda la política en beneficio del sector empresarial. No hubo una sola medida, creación de instituciones o leyes que los beneficiará que no fuera auspiciada por el Presidente Medina. Estaba convencido de que eso le garantizaría su permanencia en la mansión de Gazcue. Pero los resultados en todos los niveles de elección demostraron lo contrario, que a pesar de lo logrado en las gestiones peledeístas anteriores al hilvanar esa racha de triunfos, acabaría precisamente por ponerse en manos de quienes su único interés es proteger y aumentar su patrimonio.

Esos sectores, tan pródigos en elogios y reconocimientos al Presidente Medina, ¿dónde están ahora? ¿Ustedes han visto a su flamante Ministro de la Presidencia hacer causa de solidaridad pública con su ex jefe? No, han hecho mutis. Porque así es que actúan esos sectores: se benefician de los Gobiernos… pero al mínimo tropezón se desvinculan rápidamente de los mismos.

Es importante aclarar, porque no somos ilusos, que estos grupos no pueden dejar de tener incidencia al lado de los Presidentes. Lo que sí está claro es que los mandatarios no les pueden entregar el Poder para que tomen las decisiones, como pasó en el anterior gobierno peledeista, experiencia que, para quienes quieran verse en ese espejo, nada más tienen que comprobar sus catastróficas consecuencias.

Mientras, los 27 partidos del sistema no hemos sido capaces de articular una defensa de nuestro papel en los gobiernos. Para el pueblo nosotros somos lo responsables de todo pero, la verdad es que la casi totalidad de los partidos no ha participado ni disfrutado de poder alguno en los últimos gobiernos. No se les consulta para decisiones importantes. Para colmo, la mayoría de quienes dirigen los partidos tampoco han hecho fortuna en los gobiernos, ni siquiera en los que apoyaron, pues han sido algunos sectores como las ya referidos, más los oportunistas que siempre se acercan a los gobiernos, los que han hecho grandes negocios y han obtenido jugosos contratos gubernamentales, mientras la mayoría de la dirigencia partidaria nacional no ha visto ni siquiera un contrato de obra, jamás, aunque se nos sindica como los principales saqueadores del erario público.

De este tema, sin embargo, me ocuparé en otro artículo, para desmentir con pruebas contundentes los infundios contra la clase política, que en su amplia mayoría no ha sido la beneficiada de la gestión pública como la gente piensa.

Si hay una realidad es que quienes se hacen dueños de los gobiernos, como pasó en el caso del amigo Danilo Medina, fueron los altos empresarios, la Sociedad Civil y los oportunistas que, lamentablemente, cada día son más. Son ellos quienes pululan alrededor del poder, quienes sin méritos ni haber hecho nada lo asaltan, mientras quienes hemos articulado proyectos políticos sabemos que armamos la mesa para que otros coman. Así ha sido.

En definitiva, de la derrota de los morados no solo es responsable su alta dirigencia, sino esos sectores que los controlaron y que al final, al ver el tsunami que se les venía encima, pusieron pies en polvorosa, abandonado ese barco desde que comenzaba a hacer aguas.

Ahora vemos como otros van a juicio y podrían pisar la cárcel, pero claro está, entre estos no se incluyen estos sectores que supieron saltar a tiempo y agenciarse nuevas cuotas de poder. Esa es su naturaleza oportunista. Y esa debe ser una gran experiencia, un espejo en el que deben verse tanto quienes gobernaron de 2012 a 2020, como los de este y los próximos gobiernos.

El papel de la oligarquía en todos los países es el mismo, tener poder para fortalecer sus intereses. Eso ha sido así y puede verse en todos los recónditos caminos de la historia. La Sociedad Civil, de su lado, busca incidencia y poder al menor esfuerzo. No hacen militancia partidaria, no gastan sus recursos para ayudar a ningún compañero, no tienen presiones por empleos o por ayudas sociales, no tiene que atender en sus casas u oficinas, a cualquier hora, a los militantes y dirigentes; no tienen que andar todo el país ni tuvieron que agenciar un voto… pero logran tener más espacio de participación en los gobiernos que los dirigentes de los partidos. Esos mismos que apoyaron a Medina y que lo encumbraron, son quienes hoy señalan con el índice culpable a su gobierno y guardan prudente distancia del mismo.

Cada uno de nosotros debe ayudar a frenar el oportunismo, sobre todos de aquellos que se presentan como sin ningún interés particular, como grandes patriotas que solamente sirven al interés público. Para ellos uso la frase de un pensador francés, que dice así: “El interés habla toda suerte de lenguas y representa toda suerte de personajes, incluso el del desinteresado.”