Hay un chiste sobre los dominicanos, que a algunos, por asuntos de sensibilidad a todo lo que roce lo nacional, tal vez les pueda parecer un poco cruel, pero que es bien simpático y en el fondo refleja a la perfección la situación que la mayoría estamos viviendo. El chiste es el siguiente. San Pedro está en la puerta del paraíso, recibiendo como siempre a las personas que van llegando para ¨ acomodarlas ¨ en el cielo, en el limbo, en el purgatorio o en el infierno, según sean sus méritos hechos en la tierra. Llega el primero de la lista, y San Pedro le pregunta de dónde viene? De los Estados Unidos, le responde ¿De los Estados Unidos?  ¡Ese país, lleno de discotecas, de francotiradores, de libertinos, de desnudistas!…  ¡¡Al infierno!! 

Llega el segundo y San Pedro repite la pregunta ¿De dónde viene? Vengo de Rusia ¿De Rusia? ¡Ese país, lleno de ateos que no creen en Dios, de comunistas, de materialistas!…  ¡¡Al  infierno!! Llega un tercero, y lo mismo ¿De dónde viene? De Holanda ¿De Holanda? ¡Ese país, lleno de prostitución, de sex shops, de drogas permitidas!… ¡¡Al infierno!! Llega el cuarto, un dominicano que ha estado sin perder ripio de lo que pasa en la puerta. De nuevo, la pregunta ¿De dónde Viene? De República Dominicana, y antes de que San Pedro haga el comentario de rigor, nuestro compatriota se le adelanta y le dice: ya se, voy al infierno, pues vengo de un lugar lleno de parranderos, bebedores, de de corruptos… A lo que San Pedro, le responde: No, usted va directo al Cielo. 

El dominicano, sorprendido, dice ¿al Cielo, y eso? San Pedro, revisando de nuevo el expediente, le contesta: Sí, usted va al Cielo, porque el infierno ya lo pasó viviendo en su país. Y es que en nuestro patio de cada día, hay tantas cosas y tantas situaciones difíciles para los ciudadanos, que hacen válido el tema del chiste. Aquí, con la luz, nuestro problema eterno, cada mes llegan unas facturas del demonio, mientras que los apagones con estos calores del diablo, no cesan. Y ningún gobierno, por las razones que sean, le han buscado una solución angelical que sea honrosa y definitiva. Los precios, satánicos a más no poder, de los alimentos y de todos los demás productos, suben acaloradamente, minando el poder de adquisitivo de los compradores. 

Después, el comercio, ¨enfogonado¨, se queja de que cada vez más personas hacen sus compras en el extranjero, donde los mismos productos valen  con la mitad que aquí. Tenemos unos impuestos verdaderamente diabólicos, que no paran de pinchar con sus tridentes afilados nuestros bolsillos, y ahora vienen con más ganas por las nuevas alzas del ITBI, al café, el azúcar,  y otros alimentos de gran consumo entre los dominicanos. Los precios de los combustibles, más caros que en Norte o Centroamérica, y aunque estos ya no tienen plomo en su contenido, parecen a como si nos echaran  unos calderos de azufre hirviendo, semana tras semana, alcanzando niveles asfixiantes. 

Los diablos a caballo, o mejor dicho, al volante, que son los conductores irresponsables, saltándose la luz roja, acelerando en los pasos de peatones, manejando a contravía, echando carreras en las avenidas, aparcando en las aceras, o en cualquier lugar menos donde se debe hacer, poniendo en peligro nuestras vidas y causando un maligno estrés para nuestra salud. Y así mil diabluras más, por las que debemos pasar para poder sobrevivir en un país, que con un poco de más orden y mucha más voluntad por parte de todos, de arriba y de abajo,  en lugar de ser un infierno, podría ser el Paraíso Terrenal. 

Claro que, si nos aseguran que para ir a Cielo hay que pasar primero por las llamas de infierno dominicano, entonces vale la pena. Después de todo, y por suerte, tenemos unas ¨ frías ¨ tan sabrosas y refrescantes..