La mayoría de los inmigrantes procedentes de países latinoamericanos, fueron criados en sociedades que podemos identificar como conservadoras. De estructuras gubernamentales estrictas y paternalistas, con órdenes sociales clasistas, racistas y valores cristianos, excluyentes a modalidades ajenas a la heterosexualidad y los no creyentes.

Para llegar a entender cómo fue que los dominicanos residentes en los Estados Unidos llegaron a identificarse más con el partido de plataforma liberal, que con el de unconservador, hay que estudiar el desarrollo de la evolución de su éxodo.

Hace unas semanas publiqué un breve ensayo titulado “Las Diásporas Evolucionan”, donde exponía las similitudes entre los patrones de inclusión en la sociedad, que agotan estos segmentos, a pesar de poseer procedencias disimiles. Las referencias presentadas fueron extraídas desde el punto de vista de las ocupaciones laborales y en algunos casos, con ejemplos tenues sobre la participación social, institucional y política. Incluso las proyecté, agrupando los aspectos que definen su evolución, en cercos de diez años.

Fijé la primera de ellas, como la definida por las limitaciones que se presentan al desconocer el idioma y la necesidad de adaptación a nuevas y desconocidas actitudes de comportamiento social, de la nación adoptada. El ignorarlos patrones del desenvolvimiento diario de una sociedad, la convivencia en la misma y los a veces necesarios requisitosde comunicación, obliga a los exiliados a recurrir a trabajos meramente informales o de pago reducido.Si en este periodo inicial, la diáspora es capaz de evitar ser propensa a la criminalidad o dependiente de servicios sociales, gozará entonces del favorable síndrome del hombre invisible. Pasar desapercibido es lo mejor que le puede suceder a una diáspora, al organizarse en un nuevo territorio. Pues es el periodo de mayor discriminación hacia ella. “Es un patrón. A los más recientes, intencionalmente o no, se les margina de información, facilidades, viviendas, centros de estudios y hasta seguridad. En fin, esa etapa inicial es la más difícil, porque llegan a la realidad de que están siendo excluidos de todo aquello por el cual se habían convencido venir a Estados Unidos.”, cité en el artículo “Las Diásporas Evolucionan”.

En ese período inaugural, los fundamentos de lo que serán las futuras relaciones políticas, también comienzan a florecer e identificarse. Ser una carga social o no, determinará mucho sobre la trascendencia y evolución de este nuevo grupo. Aunque si recordamos ese artículo citado al inicio, comprenderemos que todas las diásporas, las de hace un siglo como las de hace una década, todas sin excepción, agotan un proceso de inclusión. Y en la etapa inicial, donde la teoría de la dependencia se presenta cortejada por la sobrevivencia y la integración, exigiendo a cambio de la anulación de valores innatos de nuestras culturas, es que estamos más dispuestos a acercarnos a quien nos cede la mano, que al que más se parece a nosotros.

Por ejemplo, el Partido Republicano del siglo 20, es muy diferente a aquel que encabezó Lincoln antes del inicio de la Era de la Industrialización. Aquella organización, aunque de mismo nombre ala de hoy, a diferencia de la actual, esa proyectaba discursos de equidad. Su mejor ejemplo lo fue el planteamiento que promovía la liberación delos esclavos, la legitimidad y mediante una Proclamación de Emancipación, acompañada de una guerra civil, hacia honra a la Constitución Norteamericana, la cual dictaba que “todo hombre es creado igual”.

Ya para la llegada de los hispanos a América y a su vez los dominicanos, el partido de Lincoln había invertido su plataforma política a que llamaría conservadora. Similar en muchos órdenes, a los valores sociales y religiosos de nuestros países. Es decir, un gobierno militarmente fuerte, de valores religiosos exclusivamente cristiano y de posiciones contrarias al aberrante derecho al aborto por la mujer. Sin embargo, su apatía hacia los grupos minoritarios, su rechazo a extranjeros de tez y culturas ajenas a las europeas, su insistencia en la auto-subsistencia y la poca fe en programas sociales, ha proyectado la organización, como una de estructura excluyente a las necesidades que requieren los grupos de inmigrantes en esa etapa inicial de formación y las subsiguientes.

No obstante, el partido Demócrata, a pesar de que sus posturas sociales y cristianas son contrarias a la mayoría de las que portan los hispanos, al ser comprensivos a grupos con diversidades sexuales, religiosas y el derecho que posee la mujer, al aborto,han logrado ser un hogar político más cálido para las minorías. Sus discursos, legislaciones y políticas públicas tienden a la inclusión, por medio de libertades civiles; mayor acceso a la información y la educación; apoyo a grupos minoritarios y sus causas; el pago laboral justo; y la equidad en todos los aspectos.

Pero sería injusto atribuirles a los inmigrantes su disposición a capitalizar ese período inaugural, descartando sus valores religiosos y sociales, a cambio de las facilidades que brinda la dependencia paternalista, que para muchos proyectan los demócratas. Y para citar un ejemplo, la razón por la cual los dominicanos se identifican más con los demócratas, tiene una historia que la justifica. Aunque dominicanos estuvieron llegando a los EEUU desde la mitad del siglo pasado, no fue hasta mediados de la década de los ’60 yel inicio de los ‘70, que comenzamos a llegar de manera significativa. En especial a la ciudad de Nueva York, en el Estado que lleva el mismo nombre. La mayoría pasamos de la capital de una nación meramente rural, a la capital que ya el mundo había designado como propia. Hasta entonces, era la única puerta de entrada a los EEUU, para esos que llegaban de manera legal. Todos debíamos ver la Estatua de la Libertad.

Esos quince años se definen por pequeñas pero significativas muestras de participación social. Un importante ejemplo, lo cita JesseHoffnung-Garskof en su obra “A Tale of TwoCities”, un estudio etnológico, que toma el título de la obra de Dickens, para abstractamente dibujar los contrastes entre las ciudades y ciudadanos de Santo Domingo y Nueva York, a partir de 1950. Ahí conocemos de los primeros esfuerzos de agrupación social diásporo, con intereses propiamente dominicana, que surgen de las luchas de derechos del inmigrante de 1971. Valiosos criollos forjan, con respaldo económico federal y apoyo religioso, el Centro Dominicano de Asistencia -CEDOAS.

Pasado tres años, y agotado los fondos federales, parte de los fundadores de esta originaria organización, crean una nueva agencia patrimonial. Esta vez con ataduras al Partido Demócrata y respaldada con fondos del Consejo de Planificación Comunitario (CommunityPlanningBoard). Tiempo después, los restantes miembros de esa primera organización, en su mayoría con ataduras al PRD, crean una nueva organización, y la llaman Asociaciones Dominicanas, la cual logra recibiruna concesión municipal de más de $100,000 a favor de su agenda, programas y servicios, por parte del Ayuntamiento de Nueva York. En su momento, Abraham Beame, demócrata, era el Alcalde de la ciudad.

Desde entonces, los criollos de la diáspora, hemos aprendido a ser más permisivos con las restricciones religiosas sobre el aborto y las inclinaciones sexuales de algunos ciudadanos, aunque no lo comentemos abiertamente.

Quiero pensar que ahí fue que comenzó la relación estrecha entre los dominicanos y el partido azul. Justo en el inicio de los setenta y no necesariamente por conveniencia, en la etapa inicial cuando comenzamos a llegar a mitad del siglo anterior. También quiero pensar que no fuimos ignorantes de las políticas de los demócratas contra nuestra nación, durante las administraciones de Kennedy & Johnson, en esas primeras décadas de diáspora. Insisto que quiero pensar que fue a inicio de los ’70, ya pasada la invasión a Quisqueya y el derrocamiento de nuestra primera democracia. La política exterior en realidad no le pertenece a ningún partido, la realidad es que esa óptica solo se percibe desde el continente. Desde aquí.

Si hay algo que el partido demócrata de hoy y de entonces proyecta, es la diversidad demográfica, cultural y social. Y como herramienta política es una cosecha que, aunque es de siembra larga, es una que deja muchos frutos. Especialmente en estos momentos, donde las estadísticas demográficas indican que para el año 2050, los ciudadanos blancos no hispanos, serán menos de la mitad de la población americana. Motivado por esa segunda generación de criollos, luego de que los dominicanos comenzamos a gozar de la doble ciudadanía, nuestra participación y capacidad de incidir en procesos políticos, ha incrementado. Hoy gozamos de Adriano Espaillat, el primer Congresista de los EEUU de origen dominicano, y si la selección de Thomas Perez a la cabeza del Comité Nacional Demócrata de los Estados Unidos, nombre real de la organización partidaria, es indicio de como irán las cosas, entonces nuestro lugar en la política norteamericana, va en buen camino.

 * Perez es hijo de Rafael Antonio de Jesús Perez Lara y Altagracia Brache Bernard. Él es producto de esas primeras parejas criollas que llegaron a finales de los ’50 e inicio de los ’60.El egresado de Harvard y la Escuela de Gobierno John F. Kennedy no es un improvisado. Su trayectoria lo ha llevado al lugar que ocupa hoy. En el primer periodo del Presidente Obama, Perez logra ocupar el cargo de Sub-Procurador General. Y en el segundo periodo, funge como Secretario de Trabajo. 

En las últimas décadas, docenas de criollos o ciudadanos de origen dominicano, militantes del Partido Demócrata, sirven o han servido en importantes funciones gubernamentales. Entre ellos, Alex Blanco, Alcalde de Passaic en Nueva Jersey; William Lantigua, Alcalde de Lawrence en Massachusetts; Marisol Alcántara, Senadora Estatal de Nueva York; Daisy Báez, como Representante estatal de la Florida; Lorraine Cortés-Vásquez, Secretaria de Estado de Nueva York, entre otros.