A la comunidad literaria y cultural de la época no le quedó ninguna duda acerca de la valía intelectual de Carlos Esteban Deive desde aquel lejano 1963 cuando dio a la luz pública su primera obra, la novela “Magdalena” en la colección Arquero que dirigía Antonio Fernández Spencer (SD: Santo Domingo: Arte y Cine, 1964).

En mi libro autobiográfico relato como conocí a Deive. Fue Reynaldo Polanco Suero quien me introdujo en el grupo de Spencer y me presentó a cada uno de los miembros (Spencer, Marcio Veloz Maggiolo, Ramón Emilio Reyes y Deive) aquel 16 de julio de 1961 en la arcada del edificio del antiguo Ayuntamiento sito en el Conde a esquina Meriño donde nos ubicamos para asistir a la primera manifestación política del Partido Revolucionario Dominicano celebrada en el parque Colón.

Polanco Suero era profesor del liceo nocturno Eugenio María de Hostos Hostos, donde yo estudiaba el primero de bachillerato y conocíamos a José del Carmen Rodríguez, uno de los oradores del gran mitin. Yo tenía fundadas esperanzas en que Polanco Suero llegaría a ser un gran intelectual, pero un día desapareció del escenario. Se fue a Nueva York y volvió al país en una ocasión para no regresar jamás.

Pero en el caso de Deive, a quien conocía solamente por sus colaboraciones en el suplemento literario del periódico El Caribe, al igual que a Marcio, Reyes, Polanco Suero y Spencer, nadie podía prever que su derrotero fecundo se iba inclinar al par a la ficción y a la investigación histórica y antropológica y que en ambas actividades descollaría con gran lucimiento en el suelo de la patria.

Para resumir. Con Spencer mantuve relaciones literarias después de su regreso al país desde Montevideo, donde fue embajador. Con Marcio, desde 1964, hasta hoy, cuando le encontré de nuevo como profesor de la Escuela de Periodismo de la UASD donde estudié. Lo mismo con Deive. No así con Reyes, quien tuvo largos períodos de ausencia de los escenarios culturales de la Capital. Tanto Reyes como Marcio entraron con buen pie a la historia literaria dominicana: el primero con su novela “El testimonio” (Cd. Trujillo: Del Caribe, 1961) y el segundo con “Judas”/“El buen ladrón” (SD: Librería Dominicana,1960) , textos bíblicos, al igual que “Magdalena”, que simbolizaron no solamente lo político a través de lo bíblico, sino también la práctica de ese tipo de novela que se desarrolló en Europa luego del apogeo del existencialismo y de los escritores católicos, así como en Australia con Morris L. West. Deive realizó una síntesis de este movimiento en su ensayo “Tendencias de la novela contemporánea” (SD: Editora del Caribe, 1963), que debería reeditarse.

Y desde aquel 1963 hasta hoy, Deive ha publicado, si no cuento mal, más de veinte y ocho libros, entre novela, teatro y ensayo. Ha obtenido en distintas ocasiones innumerables premios por su obra de ficción y ensayo y, entre estos, el Premio Nacional de Literatura en 2001, el más importante, porque corona la obra de toda su vida.

En el prólogo a la obra “Honor y gloria. Los dominicanos en las guerras de independencia de Cuba”(Santo Domingo: Fundación García Arévalo, 2011, 433p), de Carlos Esteban Deive, Manuel García Arévalo sintetiza la temática al señalar el “prolongado, complejo y desgarrador proceso de emancipación e intelección de la idea nacional” en las tres Antillas mayores desde finales del siglo XVIII hasta finales del XIX.

Deive describe y analiza dicho proceso con extrema perspicacia. Toma siempre partido a favor del derecho de estas islas a independizarse de España. En su libro aparece copiosamente ese proceso y las ideologías difusas que coronan los esfuerzos de los personajes que participaron en las luchas que pueden llamarse antecedentes de la independencia de Cuba, cuyo más sonado caso fue el de las expediciones de Narciso López. Estas y otras tentativas muestran, en el libro del autor, las apetencias, financiamientos y oposiciones de las potencias imperiales de la época, así como los juegos de alianzas y traiciones políticas entre ellas.

Antes de abordar el tema de los dominicanos y las guerras de independencia de Cuba, Deive describe y analiza el asunto de las migraciones dominicanas a aquella isla. Poco después del encuentro de las dos culturas, se produce el caso emblemático del cacique Hatuey que llega a Cuba para prevenir a sus pares indígenas de las matanzas de indios en la Española por parte de los conquistadores ávidos de oro. Luego analiza las migraciones de isla a isla y las que tuvieron lugar cuando el Tratado de Basilea, la ocupación de la parte oriental por Toussaint para unificar la isla en nombre de Francia y las últimas, a raíz de las invasiones de Dessalines y Cristóbal, las cuales culminaron con la ocupación de Boyer luego de proclamada la primera independencia de Núñez de Cáceres el 1 de diciembre de 1821 contra el dominio español al cual Sánchez Ramírez había enyugado la parte oriental luego de la derrota de Ferrand en Palo Hincado.

Rota la unión con Haití el 27 de febrero de 1844, los dominicanos accedieron primero que Puerto Rico y Cuba a la independencia, pero contrariamente a las otras colonias, que se independizaron de España, la nuestra lo hizo en contra de Haití, lo cual acarreó, hasta hoy, un complejo proceso de guerras terminado con la última invasión de Soulouque en 1856. Complejo proceso que incluyó una segunda reincorporación a España en marzo de 1861, decretada unilateralmente por Pedro Santana, abatido por la gran crisis económica europea y por el miedo a que los haitianos se apoderaran de nuevo del país y salvar así lo poco que daba del predominio clasista de los hateros en lucha permanente contra la pequeña burguesía mercantil de las ciudades más importantes y del campesinado dependiente de los comerciantes.

En este contexto analiza Deive cómo, luego de la restauración de la república en 1865, al vencer al poderoso ejército profesional español, los combatientes dominicanos del lado de la metrópoli, llegan a Cuba con los remanentes de aquel ejército derrotado al cual acompañaban negros y mulatos oficiales “portando armas”, lo cual constituyó, según García Arévalo, una “novedad”. Y un susto a la vez, pues, como antaño, los negros esclavos que huyeron de la matanza de franceses entre 1791 y 1804, podían convertirse en émulos para los negros y mulatos cubanos sometidos a la dura esclavitud en Cuba.

De ahí que los dominicanos pros hispanos, negros, mulatos o blancos fueran puestos en cuarentena, aislados de la población cubana, discriminados y preteridos en las promesas que les hicieron de repartirles tierras, oficios y grados en pago de su lealtad. Esto explicó, según analiza Deive, que en la primera clarinada de independencia  de Cuba contra España los hermanos Marcano, Máximo Gómez, Peña y Reynoso y tantos otros se enrolaran en la guerra proclamada por Carlos Manuel de Céspedes y conducida en gran medida por el mayor general Ignacio Agramonte. Esa guerra, conocida como de los Diez Años, terminó en 1878 con la Paz del Zanjón y solo benefició a España, que recompuso su ejército y aplicó una pequeña política de asistencialismo y pudo vencer la “guerra chiquita” comandada por Antonio Maceo de 1880 a 1882.

Vencidos por todas partes, los cubanos se replegaron en el exilio, y duró su calvario de 1878 a 1895, intervalo en que el poeta iluminado José Martí peregrina por toda América, como un Moisés, recomponiendo la voluntad de todos los cubanos para sacudirse del yugo de España.

Y lo logró, a un alto precio. Fundó clubes revolucionarios en toda América, luego de la creación del Partido Revolucionario Cuba. Afiló las garras poéticas y políticas que le permitieron construir el sueño de una Cuba independiente y dejar una obra literaria de primer orden en América. Su proyecto de independencia total de Cuba, descrito y analizado por Deive, se encontró de frente con el cinismo y la arrogancia de los sujetos del naciente imperialismo norteamericano, quienes propinaron en Filipinas el golpe de gracia al alicaído imperio español, le obligaron rendirse y firmar el Tratado de París y se quedaron con Puerto Rico y varias islas del Pacífico, controlaron a Filipinas y pactaron ayudar a Cuba a lograr su independencia, pero la controlaron hasta 1959, y aun así se quedaron, hasta hoy, con el control de Guantánamo.

En esa lucha por la independencia de Cuba todo se jugó en Santo Domingo. Desde la cúpula del poder, Ulises Heureaux brindó recursos y logística para que Martí y Máximo Gómez llegaran a Cuba. Los intelectuales, el comercio, la prensa y el pueblo llano de las ciudades propiciaron el esfuerzo escrito y oral para que los libertadores, en compañía de unos pocos elegidos, salieran de Monte Cristi en abril de 1895 a cumplir con la orden de alzamiento de febrero. Mientras que los demás gobernantes del continente de habla hispana dejaron sola a Cuba y, como lo documenta Deive, los grandes intelectuales españoles asumieron el nacionalismo patriotero y guerrerista (Menéndez Pelayo, Juan Valera, Curro Enríquez, Silvela). Pero Castelar, Blasco Ibáñez y Unamuno apoyaron la lucha cubana. Otros manifestaron posiciones ambiguas, como Maeztu, Clarín y Pardo Bazán.El apoyo dominicano está documentado en los dos libros de Rodríguez Demorizi sobre Maceo y Martí en Santo Domingo y el apoyo intelectual en la obra “Álbum de un héroe” (1896), de Federico Henríquez y Carvajal, publicado en 1896 después de la muerte de Martí.

Martí dejó su vida en el campo de batalla. Sin tirar un tiro se inmoló al desobedecer la orden de quedarse en la retaguardia. No vio su obra. Por no verla, con toda seguridad, fue adulterada. Con Martí vivo, aunque el imperio norteamericano hiciera lo que hizo (destrozo del poderío español en Cuba con el pretexto de ayudarla a obtener su independencia), las negociaciones no hubiesen sido lo que fueron con la oligarquía azucarera y sus representantes Estrada Palma, Méndez Capote, etc. Ni el general Leonard Wood se hubiese atrevido a tanto. Pero sin Martí, y con un ejército sin posibilidad de acción o de levantarse y proseguir la guerra, Máximo Gómez trató de salvar lo más que pudo el pensamiento radical de Martí. Y el libro de Deive muestra las vacilaciones de Gómez, que yo atribuyo a que, como militar, no podía ver lo político en la política, como sabía verlo y analizarlo José Martí.

OBRAS DE CARLOS ESTEBAN DEIVE:

  1. 1963.Tendencias fe la novela contemporánea. Santo Domingo: Editora del Caribe.
  2. 1964.Magdalena. Santo Domingo: Arte y Cine.
  3. 1966.Museo de diablos. Santo Domingo: Stella.
  4. 1971.El hombre que nunca llegaba. (teatro). Santo Domingo: Editora del Caribe.
  5. 1977. Diccionario de dominicanismos. Santo Domingo: Politecnia Ediciones.
  6. 1979.Las devastaciones. SD: Alfa y Omega.
  7. 1980.La esclavitud del negro en Santo Domingo (tomos I y II). Santo Domingo: Taller.
  8. 1983.Heterodoxia e inquisición en Santo Domingo (1492-1822). Santo Domingo: Taller.
  9. 1983.Los cimarrones del Maniel de Neyba. Historia y etnografía. Santo Domingo: Banco Central de la RD.
  10. 1984.Los refugiados franceses en Santo Domingo. 1789-1801. Santo Domingo: UNPHU.
  11. 1988.La mala vida. Santo Domingo: Fundación Cultural Dominicana.
  12. 1988.Vudú y magia en Santo Domingo. Santo Domingo: Fundación Cultural Dominicana.
  13. 1989.Las emigraciones dominicanas a Cuba (1795-1808). Santo Domingo: Fundación Cultural Dominicana.
  14. 1989.Los guerrilleros negros: esclavos fugitivos y cimarrones en Santo Domingo. Santo Domingo: Fundación Cultural Dominicana.
  15. 1991. Las emigraciones canarias a Santo Domingo (siglos XVII y XVIII). Santo Domingo: Fundación Cultural Dominicana.
  16. 16. 1993.Los restos de Colón en Santo Domingo. Defensa del hallazgo dominicano de 1877. Santo Domingo:Fundación García Arévalo.
  17. 1995.La Española y la esclavitud del indio. Santo Domingo: Fundación García Arévalo.
  18. 1996. Tangomangos. Contrabando y piratería en Santo Domingo. 1522-1696. Santo Domingo: Fundación Cultural Dominicana.
  19. 1999.Identidad y racismo en la República Dominicana. Santo Domingo: Editora de la UASD.
  20. 2000.Recopilación diplomática relativa a las colonias España y francesa de Santo Domingo. 1684-1801. Santo Domingo: Feria del Libro.
  21. 2002.Diccionario de dominicanismos. Santo Domingo: La Trinitaria/Manatí.
  22. 2002.Rebeldes y marginados. Santo Domingo: Banco Central de la RD.
  23. 2002.Viento negro, Bosque de Caimán. Santo Domingo: Editora Centenario.
  24. 2003.Antología de la flora y fauna de Santo Domingo en cronistas y viajeros. Santo Domingo: Sociedad Dominicana de Bibliófilos.
  25. 2003. Documentos para la historia de la independencia de Cuba. Santo Domingo: Comisión Permanente de la Feria del Libro.
  26. 2005.¿Quién se atreve con un entremés de Cristóbal de Llerena? SD: Casa de Teatro.
  27. 2007.El festín de los generales. Santo Domingo: Letra Gráfica.
  28. 2009.Los dominicanos vistos por los extranjeros. Santo Domingo: Banco Central.