De antemano pido excusas si ofendo con este artículo los sentimientos religiosos de algún dominicano. Pero me resulta inconcebible que el listado de días feriados  declare día laborable el  martes 26 de enero, fecha del natalicio de Juan Pablo Duarte, padre de la independencia de la República, moviéndolo para el día anterior, mientras se mantuvo el jueves 21 del mismo mes, no laborable.

Ese día está dedicado a la virgen de La Altagracia, una de dos patronas de la feligresía católica dominicana, que cada año lo conmemora de diferentes maneras, incluyendo una masiva peregrinación a la basílica de Higüey, a la que se le ha dado su nombre, llevando ofrendas y actos de sumisión que a veces semejan flagelaciones, para invocar perdón por los pecados. Como bien estos ritos forma n parte de la vernácula tradición religiosa, la cual no cuadra con los cambios introducidos y aceptados ya por la Iglesia, no es mi propósito cuestionarlos, ni ir en contra de una costumbre muy arraigada en una parte muy importante de la población. El caso es que Duarte nació ese día, y existe documentación suficiente para probarlo, y nada asegura en cambio que un 21 de enero naciera una de las dos patronas del pueblo católico dominicano.

La tradición es un valor incalculable y hay que respetarla. Pero si vamos a mover los feriados hagámoslo con sentido realista no en base a un imaginario religioso. Las fechas de la Independencia, la Restauración, la primera Constitución y el natalicio del Patricio deberían respetarse y ser inamovibles. Además, me cuesta creer que ofenda la fe católica si las celebraciones en honor a las  vírgenes de las Mercedes y la Altagracia, y otras como el de Corpus, se movieran para un domingo, aunque se diera como feriado el lunes siguiente. Leyendo lo que el papa Francisco ha querido hacer con su Iglesia, apuesto doble contra sencillo que estaría de acuerdo.