Los periódicos impresos Diario Libre y El Día se hicieron eco este jueves 3 de julio de 2014 de las acciones impunes que realizan particulares para dañar los bosques en la región sur y en Constanza.
En el sur, dice Diario Libre, existe un activo contrabando de carbón vegetal por la frontera y las contradicciones entre el Ejército y el Ministerio de Medio Ambiente no terminan de dejar claro si los 1,510 sacos de ese combustible incautados en un camión recientemente estaba autorizado o no por las autoridades.
El Día en un editorial titulado “Asesinos del medio ambiente” carga contra los cortadores de árboles en Constanza, cuyos habitantes se movilizaron el miércoles en reclamo de que termine este daño en una de las zonas altas de más bajas temperaturas del país y con un potencial turístico envidiable para otras regiones.
Creo que tanto Diario Libre como El Día hacen buen periodismo al prestar sus páginas para que los ciudadanos defiendan el bosque y la justicia castigue a quienes destruyen la foresta y a las autoridades que no hacen absolutamente nada para impedirlo.
Al ver estas publicaciones cualquier ciudadano que ama a su país y al planeta debe sentirse identificado con esta labor que también realizan los demás diarios impresos y los digitales.
Lo que yo no entiendo como ciudadano y mucho menos como periodista es hasta cuándo algunos medios de comunicación van a seguir desplegando a todo lo ancho de sus páginas las ramas del problema y no se interesan por las raíces del desastre ambiental.
Es relativamente fácil escribir y desplegar que haitianos y dominicanos tumban árboles y queman carbón (una práctica que yo también condeno) para venderlo en la frontera. Esa es la parte más sencilla del problema ambiental y de la conservación de la foresta en República Dominicana y se enfrenta a intereses no tan complejos como en otros ámbitos.
El verdadero diluvio viene con el incremento del uso del carbón mineral que como dice el mismo Diario Libre, página 27 del día 3 de julio de 2014, reproduciendo un artículo de la revista británica The Economist, titulado “El combustible del futuro, desafortunadamente”, el carbón mineral “es devastadoramente sucio. La extracción, el transporte, el almacenamiento y su combustión están repletos de suciedad, al igual que de peligro”. (Se puede ver el artículo completo aquí: http://www.diariolibre.com/movil/noticias_det.php?id=682891 )
Agrega que “el aumento de las emisiones de dióxido de carbono… amenaza con freír al planeta” como estableció esta semana un informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático.
La publicación describe los efectos del carbón mineral: “Las centrales eléctricas de carbón emiten más radiactividad que las nucleares. Por cada unidad generada, las centrales de carbón ocasionan muchas más muertes que las nucleares e incluso más que las de petróleo”.
Ahí es que está el verdadero problema ambiental. Esa es la raíz de las cada vez más largas sequías estacionales, del derretimiento de los glaciares, del calentamiento del mar, de los huracanes cada vez más turbulentos y destructores.
La mala noticia para Diario Libre y El Día es que el gobierno sigue adelante con sus planes de construir dos plantas a carbón en Punta Catalina, Baní, un puerto marítimo para recibir ese sucio carburante y en combinación con el sector privado ha creado una especie de zona franca para instalar más plantas a carbón y otro tipo de industria contaminante.
El entorno de Sabana Uvero, antiguo descampado donde los esbirros trujillistas tiraban los cadáveres de los opositores asesinados, ahora, en pleno siglo XXI, el gobierno demócrata de Danilo Medina va establecer un volcán de muerte alrededor de las casas de 135,000 banilejos que viven diez kilómetros a la redonda de ese invento improvisado, fuera de todo referente de sostenibilidad.
Sabana Uvero será nuevamente –por voluntad del gobierno y por la complicidad de las autoridades banilejas y sus hijos más prestantes- un nuevo espectro de muerte y sufrimiento, ahora no tan selectiva como cuando la Era de Trujillo, sino masivamente afectando a la población, la agropecuaria, el turismo, el mar, los bosques y las fuentes de agua.
Ahora que Diario Libre y El Día se inquietan con razón por la tala de árboles por acción de particulares, ¿qué tamaño tendrán sus titulares y con cuánta elocuencia hablarán sus editoriales cuando el gobierno de Medina inicie la destrucción de al menos cuatro parques nacionales en la cordillera Central (ahí si van a derribar árboles y a abrir zanjas destructoras) con la carretera San Juan-Santiago?
¿Por qué el gobierno de Medina no consulta a los expertos de Naciones Unidas antes de provocar esta enorme destrucción y sí lo hizo para loma Miranda, como también lo hizo Leonel Fernández para la cementera en Los Haitises? El gobierno no consulta a esos expertos porque sabe que la recomendación deberá ser concluyente: Eso es ambientalmente insostenible, además que un derroche de dinero en un país pobre.
Los dos monumentos más grandes a la destrucción de la foresta y a la agresión a la producción y aprovechamiento del agua de la Isla de Santo Domingo son ese nuevo parque energético a carbón en Baní y la carretera San Juan-Santiago.
El tiempo, el implacable, tendrá que darme la razón y no será muy tarde.