Desde finales de los 60 un acontecimiento cambió el curso de la humanidad por completo, revolucionando en materia tecnología, económica, política y social la vida de cada individuo. Ese hecho es el internet.

Al sur de la Bahía de San Francisco, California, Silicom Valley es considerado el centro tecnológico más importante del mundo y donde surgieron las principales marcas de la computación como Google, Microsoft, Facebook, Intell, Yahoo, Cisco, Linkind.

Este grupo de innovadores cibernéticos encontraron los huevos de la “gallina de oro”, que supone fuertes retos a la interpretación de la libertad de expresión. Este grupo de ponderosas empresas han defendido el significado del “free speech” o la libertad de expresión amparada en la constitución Norteamericana en su Primera Enmienda del 15 de diciembre del 1791.

"Toda persona tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión, este derecho incluye la libertad de mantener opiniones sin interferencia y de buscar, recibir y difundir información e ideas a través de cualquier medio de comunicación e independientemente de las fronteras; ya sea oralmente, por escrito o impreso, en forma de arte, o por cualquier otro medio de su elección".

En este fenómeno global de la comunicación, su fuerza radica en la ausencia de límites o barreras para que el usuario se sienta libre de expresar lo piensa, convirtiéndose en la principal arma de manipulación, soborno, jaqueo y extorsión dentro del desarrollo de sociedades cada vez más digitalizadas.

Y es donde este principio explora la libre manifestación de las ideas; haciendo que la sociedad sea mucho más vulnerables a los ciberataques. Desde los ataques a organismos de inteligencia, el uso de esta poderosa herramienta representa grande desafíos en materia política y jurídica.

Desde la inversión del internet, han surgido plataformas que defienden la libertad de expresión autodenominándose un “movimiento” en cuyos medios pueden postear cualquier tipo de información anónima; pero el problema radica cuando estos sitios están al servicio de grupo con gran poder económico e influencia política con el caso de “8Chan” y “Qanon”. Y quienes profesan la construcción del “despertar” de la sociedad, siendo nombrados  “patriotas”.

La “interpretación” de la libertad de expresión por parte de estos grupos sediciosos, es la verdadera amenaza que la sociedad estadounidense y el resto del mundo experimentan.

Recordemos el escándalo provocado por Julián Asange en el 2010, cuando por medio de Wikileaks filtro cientos de documentos que comprometían a paises, instituciones, personalidades, líderes y hasta el propio vaticano.

O el trabajo hecho por la empresa Cambrige Analytica, quienes fueron contratados por la campana del expresidente Donald Trump en el 2016, cuyo trabajo fue llevarlo a la presidencia por medio de una multimillonaria campaña de persuasión a votantes y de descrédito a la oponente Hilarry Clinton. O de como se gestó la “Primavera Árabe”, que logro terminar con dictaduras del Norte de África y Medio Oriente. También fue el caso del grupo “15-M” o los “indignados” en España, quienes perseguían que se produjeran cambios en dicha sociedad.

En tanto que, la llegada del ultraderechista Jair Bolsonaro a Brasil, es otro ejemplo de la influencia de estas plataformas, -por ejemplo, este gano la presidencia de la mano de una marcada campaña de odio a minorías y difamación a medios y periodista por medio de las redes sociales; con el fin de desacreditar la frágil democracia brasileña.

También es el caso de China, que buscando convertirse en la principal economía del mundo, pese a su discurso comunista, se abrió paso al internet a finales de los 90’s, no sin antes establecer las fuertes restricciones que ponen al descubierto al gigante asiático; como son problemas de derechos humanos, desigualdad y el control absoluto por parte del gobierno.

Por otro lado, la salida de Reinos Unidos de la Unión Europea, “El Brexit”, donde de nuevo las plataformas sociales tomaron control de los británicos para sembrar dudas y generar la incertidumbre. O el caso de Cuba, que es otra de las naciones con fuerte restricciones en estos medios de información, para no poner en evidencias las dificultades que experimentan esa sociedad caribeña. Porque cada gobierno y los grupos económicos detrás conocen el alcance de estos medios.

Finalmente, es fundamental que las naciones hagan un replanteamiento del significado de la libertad de expresión, estableciendo donde comienzan y terminan los límites de estas. Esto no podrá ser posible sin las regulaciones que a nivel internacional deben establecer las naciones por medio de acuerdos de cooperación, control y regulación de estas; preservando los principios que fundamentan la democracia. Que logren controlar la desinformación, los ciberataques y todo lo que pueda poner en peligro a las masas. Desafortunadamente, esto supone grandes desafíos a la libertad de expresión.