Ciertamente, siempre hay de qué hablar en términos políticos cuando el poder es ejercido en el marco de, por ejemplo, una Constitución democrática que garantiza libertades y derechos civiles y políticos.

Al amparo de lo anterior las naciones se dan, vía elección popular, los gobiernos que consideran adecuados y estos gobiernos, tomando el control de la administración pública, son fuente de intensa información todo el tiempo. Todo ello teniendo en cuenta la participación constante de diversos sectores de oposición, tanto los constituidos formalmente en forma de organización política, como los compuestos por individuos o agrupaciones puramente opuestas al gobierno de turno.

En medio del alud de noticias que genera la dinámica política, e incluso, las actitudes, palabras, hechos de los políticos existen unos datos secos cuya sola observación—inclusive, prescindiendo de todo lo demás—puede decirnos por donde va el gobierno y hacia dónde va el país.

Luego de que un gobierno somete su primera ley de presupuesto y gastos públicos, todo el que tiene la técnica y pericia económica para entender ese tipo de piezas legislativas puede tener una clara idea de por donde realmente van los tiros, así como sabrá que promesas empezarán a cumplirse y cuáles no, pues las prioridades de los políticos no son tanto aquellas que figuran en sus discursos, sino que son aquellas a las que, en los presupuestos, se les asignan los recursos.

Tal y como sucede, por ejemplo, con libros religiosos, que explican el mundo y exponen o proponen un fin para el mismo, quien lee la ley de presupuesto y gastos públicos puede, cual profeta, decir que va a pasar o que se va a construir en cualquier comunidad olvidada del país.

Pero, no solo se trata en cuanto a datos secos de la ley de presupuesto y gastos públicos. Los informes del Banco Central de la República Dominicana, en especial sobre el estado de la economía, el nivel de crecimiento son vitales para tener una idea general de cómo está el país, al menos para algunos afortunados.

Otra entidad que aporta datos muy valiosos para entender en que pie está parado el país en determinado momento lo es Hacienda. Los informes de Hacienda tienden, en ocasiones, a señalar cual es el estado de las recaudaciones e incluso, llegando a precisar si se ha experimentado ascenso o descenso en dichas recaudaciones en comparación a otros períodos.

La actividad legislativa enfocada al sometimiento y aprobación de financiamiento internacional bien merece un periódico examen, no solo para saber cómo va el endeudamiento, sino porque del examen de los proyectos mismos sometidos al Congreso se desprenden muchos detalles relativos al alcance y propósitos detallados del endeudamiento proyectado.

Existen, por igual, otros datos técnicos en los que tienen que ver toda una multitud de factores, desde la intensidad del invierno en los países desarrollados de cara a las necesidades globales de combustibles, hasta el estado económico de los principales mercados de destino de las exportaciones dominicanas.

Una persona puede, ignorando toda la diatriba cotidiana y estéril de la política local—e incluso internacional—pasar de toda ella y concentrarse en los datos secos tengan forma de legislación de presupuestos o propuesta de préstamo, o bien se trate de la lectura “pura y dura” de los indicadores de los mercados.

De otra parte, toda persona que esté en política debería saber leer la información financiera. Usted puede ser que dure una semana sin saber nada de una crisis, como por ejemplo, la crisis independentista catalana en el seno del Estado español, sin embargo, ignorando y sin leer toda la información política y económica producida en los días del conflicto, usted puede perfectamente situarse con solo ver la información financiera sobre las fluctuaciones del IBEX35 durante las últimas semanas de ese conflicto.

Todo lo que realmente importa a las principales economías —Europea, Rusa, China & Anglosajona (EE.UU. Reino Unido, Canadá y otros)—sale en los indicadores de los mercados y puede ser leído, entre otros, como información de bolsa. Para saber en qué pie se está parado hay que salir del analfabetismo financiero y empezar a leer la información de las principales bolsas del mundo, comprendiendo y entendiendo, al menos, las tendencias finales de los mercados.

Todo un artículo de opinión sobre las bondades o maldades de Danilo Medina o Donald Trump o Michael Temer tiene, sea cual sea el talento con el que este escrito, muy poco valor objetivo, comparado con el estudio cierto y eficaz de la real política y prioridades ESPECÍFICAS de gasto de esos gobiernos reflejadas en sus leyes de presupuesto;  su éxito o fracaso en las recaudaciones de impuestos en determinados períodos; el estado, nivel o calificación de la deuda soberana de esos países en los mercados, todo ello entendiendo y comprendiendo y enterándose uno del estado de otros indicadores como el consumo, el empleo o la inflación.

En cualquier país desarrollado—y no desarrollado—al concluir una administración, o bien, muchos años luego de haber concluido una administración, puede tenerse una idea cierta de cuáles fueron sus logros o deficiencias con la lectura simple de los datos secos divididos en políticas de gasto, niveles de consumo, estado de la deuda soberana e información de los mercados. Todo esto prescindiendo absolutamente de lectura de discursos o del visionado de entrevistas.

Nota: en cuanto a la lectura de los mercados y la información financiera no solo trata de entender la información de las grandes bolsas del mundo, sino también de los indicadores de otros mercados, como los de metales, alimentos, combustibles etc.