Estoy tratando de escribir sobre el injustificable asesinato de la arquitecta Leslie Rosado a manos de un miembro de la Policía Nacional, el cual se suma a la larga lista de abatidos por las fuerzas del orden, entre los cuales no podemos olvidar a la joven pareja de pastores cristianos que fueron acribillados a balazos en Villa Altagracia, sin que todavía se sepa lo que provocó aquella tragedia. Estos hechos, suscitan espanto, preocupación, estupor e indignación; pues quienes tienen a su cargo proteger a la población son los protagonistas de estos sucesos criminales.
No sé lo que ha provocado los cambios que viene sufriendo el pueblo dominicano, que hasta hace poco tiempo la mayoría de su población era amable, colaboradora, solidaria y pacífica, para que se esté envileciendo de esta manera, en donde quitarle la vida a otro no tiene importancia y desvalijar y robar las pertenencias de un accidentado se ha convertido en práctica común, pareciéndonos más con ese comportamiento a aves carroñeras que a seres humanos.
Qué ha sucedido con nuestros compatriotas, que han perdido el respeto por la vida ajena y el sentido de los límites entre el bien y el mal?. Creo que además de los efectos de la desigualdad y la pobreza sobre el comportamiento de ciertos colectivos, los malos ejemplos que aquí existen han influido muy negativamente en la población. En la República Dominicana tenemos casos como el de muchos políticos que han pasado de la pobreza a la opulencia en muy breve tiempo, sin nunca ser cuestionados por este inexplicable progreso. Empresarios que se han enriquecido evadiendo impuestos y hoy son casi reverenciados, así como narcotraficantes que han hecho fortuna con su actividad y se pasean tranquilos por el país. Este ambiente de riqueza fácil e impunidad es propiciador de grandes inconformidades en la sociedad e impulsor de comportamientos como los que hoy estamos sufriendo.
En cuanto a la Policía y sus actuaciones, es bien sabido que quienes ingresan a ese cuerpo, no lo hacen atraídos por sus salarios ni por las condiciones que se les ofrecen a sus miembros, la gran mayoría busca un lugar que les permita delinquir y hacer dinero en un ambiente que le brinde protección.
Conocidos estos hechos, es imperativo contar con una nueva Policía, para esto es necesario cambiarlo todo, desde los requerimientos de ingreso hasta la forma de vestir, si no se cuenta con un personal más idóneo, es imposible transformar la manera de actuar de los integrantes del cuerpo de orden.
La población ya está cansada de escuchar el anuncio de planes de reformas que no se producen, todos los gobiernos lo han hecho, quiere acciones, que se traduzcan en menos involucramiento de policías en crímenes y otros delitos, control de la delincuencia, sentirse seguros en sus hogares y desplazamientos, no ver a los agentes como sujetos poco confiables y a los destacamentos como lugares de protección y no sitios de macuteo y extorsión.
Hoy los ciudadanos se sienten atemorizados e impotentes ante la situación imperante, lugares que se consideraban seguros ya no lo son y quienes tienen en sus manos mantener el orden y controlar la criminalidad, aparecen involucrados en todo tipo de hechos delictivos.
Esto tiene que cambiar, pasemos de la retórica a los hechos. No más promesas.