Me he sorprendido bastante con los comentaristas del patio, ya que no pueden ir más allá de lo que leen en la prensa internacional, haciéndose eco de las estrategias informacionales de las grandes potencias geopolíticas. Algo más que evidenciado con el golpe de estado perpetrado en Turquía este fin de semana último.

Resulta que el jueves 14, en el programa “Hacia una cultura de defensa”, mantuve una conversación con el internacionalista Licdo. Luis González, y el Cor. Ogando, en la Voz de las Fuerzas Armadas, sobre Turquía y su renacer luego de la hecatombe del imperio otomano. No nos imaginamos que se cernía una noticia de tal calado en la península de Anatolia, donde está Turquía.

Luis me hizo entrega de un texto editado por él, “1915: el año más largo del Imperio Otomano. Turquía: del imperio a la República”, compendio de ensayos por eruditos turcos y latinoamericanos en conmemoración del centenario de la Primera Guerra Mundial y que inicia el fin en 1923 del Imperio Otomano.

La relación de Turquía y sus vecinos árabes son equivalentes al Imperio del Sol Naciente, Japón, y sus vecinos: fue la potencia colonial hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial. El caso otomano, es un imperio que se consolidó por la conquista de Constantinopla y el fin del Imperio bizantino y el inicio del Otomano. La caída de Constantinopla en manos de los turcos otomanos el martes 29 de mayo de 1453 (de acuerdo con el calendario juliano) fue un hecho histórico que, en la periodización clásica, y según algunos historiadores, marcó el fin de la  Edad Media en Europa y el fin del último vestigio del Imperio romano de Oriente.

Voces, cómo la de Felipe González, han tronado a favor de la democracia (Ver su artículo en El País: http://internacional.elpais.com/internacional/2016/07/16/actualidad/1468665051_945816.html) abogando por la solución “a lo occidental” sin ver el contexto cultural en que está inserta ese juego democrático.  Turquía dejó el “ancien regime” con el régimen otomano y vino a la modernidad con el “Kemalismo”, la doctrina de Kemal Atarturk, quién impuso la tutela del estado secular en la Fuerzas Armadas y que, por lo tanto, representan los valores más occidentales.

Sin embargo, este golpe no tiene inspiración kemalista, sino que se señala la influencia del islamismo político: un aliado del gobernante partido islámico y actual contrincante, el Imán Fetulá Gulen, actualmente refugiado en Estados Unidos y fundador de una congregación religiosa islámica equivalente al Opus Dei católico. Juan Carlos Sanz presenta el perfil de este Imán, inspirador de una militancia política en el siguiente enlace: http://internacional.elpais.com/internacional/2016/07/16/actualidad/1468694404_803312.html

¿Por qué ahora y no antes? El verdadero balance regional se está dando, porque el Medio Oriente tiene un desequilibrio y Turquía ha tomado partido. En la región se ha recalentado la guerra civil que lleva un milenio entre las confesiones islamitas de los suníes y los chiitas. Los turcos son islamitas, pero no están encuadrados entre estas dos sectas. Tienen un tumor en la cuestión kurda -una etnia que comparte con Irak y Siria- y que está en franca guerra contra ISIS.

Si el Estado Islámico –mejor conocido por sus siglas en inglés de ISIS- es una expresión del extremismo suní, ¿podría haber una expresión militar aconfesional que trate de lado este tema religioso? En un primer momento, el golpe llamó a este espíritu secular. Sin embargo, si es  de inspiración “gulenista”, tiene tintes religiosos pero no necesariamente militante, porque la cosmovisión gulenista propone un encuentro entre las grandes religiones monoteístas muy alejadas del sectarismo rampante.

Una tesis lanzada en el calor de la noticia fue del mismo columnista, Juan Carlos Sanz, de que este golpe es un paralelo del 23-F (el golpe en el Congreso de España con el Tte. Coronel Tejero irrumpiendo la sesión de las Cortes) en el siguiente enlace donde presenta la posibilidad de un globo de ensayo:  http://internacional.elpais.com/internacional/2016/07/15/actualidad/1468617987_680137.html

“Cuando se escriben estas líneas caben aún dudas sobre si los tanques que han salido a las calles acabarán regresando a sus bases, como tuvo que ordenar finalmente el general Jaime Milans del Bosch en Valencia tras el golpe del 23-F o seguirán manteniendo sus cañones apuntados permanentemente y con consecuencias impredecibles hacia un gran país en crecimiento, que tanto ha evolucionado y progresado en las últimas décadas en busca de la modernidad y de completar su camino hacia su meta como puente entre Oriente y Occidente.”, escribió en su columna. ¿Cómo jugará la geopolítica en este gambito militar? Son los coletazos del régimen otomano que tan bien retratan en el libro los articulistas recopilados por Luis González.