Un capítulo del libro “TRABAJADORES INMIGRANTES EN REPÚBLICA DOMINICANA” del lucido historiador Orlando Inoa. 

Orlando Inoa  publicará un importante libro que trata sobre  la historia de los inmigrantes llamados “Cocolos”, además trata sobre  los árabes en Santo Domingo, cien años de migración china y los haitianos en Santo Domingo.. En esta oportunidad nos referiremos exclusivamente sobre la historia de los cocolos, según la visión de Orlando Inoa.

Antes de entrar de lleno en la situación de los cocolos, Orlando Inoa hace una explicación sobre el mundo azucarero dominicano, donde detalla los ferrocarriles y la expansión azucarera dominicana a partir de 1872.

En 1890 se presentó un crisis en los ingenios azucareros por la falta de mano de obra, para cortar la caña. 

La idea de importar braceros extranjeros para trabajar como  braceros en los ingenios de la República Dominicana es de William L. Bass, propietario del Ingenio Consuelo, en el año 1893. Los primeros en llegar al país para esas labores eran puertorriqueños, que llegaron en la goleta “Amparo·, pero ellos no estuvieron conformes con las condiciones de vida, trabajo y salarios. 

William L. Bass se dedicó a buscar braceros en las islas del Caribe inglés, así se inició la llegada de los primeros cocolos, fueron 100 hombres que arriaron el 14 de octubre de 1893, procedentes de las islas de Vieque, San Thomas y Barbada, llegaron a Santo Domingo en la goleta “España Ponceña”, de ahí fueron trasladados a San Pedro de Macorís, en la goleta Chicago, y luego al Ingenio Consuelo.

Los cocolos eran negros, de las islas del Caribe inglés, protestantes y disciplinados.

Dos años después, 1895 ya un grupo de los cocolos que habían viajado para trabajar en el Ingenio Consuelo, se habían trasladado a La Romana para trabajar en la siembra de guineos. Los cocolos venían a la República Dominicana en tiempo de zafra azucarera, luego se iban a sus islas, luego se integraron trabajadores de Montserrat, Dominicana y Antigua. 

Los cocolos acepaban el pago salarial por debajo de un peso diario, cosa que no aceptaban los trabajadores dominicanos.

Lo que en otras islas llaman Jhomny Cake, a las hojuelas de harina de trigo,  los cocolos la  hacían y vendían, y se conoce como un derivado, que es el “Yaniqueque”. 

Para cada zafra cada año venían más cocolos,  se decía que San Pedro de Macorís estaba llena de cocolos,  del Ingenio Consuelo pasaban a otros ingenios. En 1901 los cocolos braceros del Ingenio Santa Fe, paralizaron  la zafra azucarera, en 1911 hicieron huelgas en los ingenios Santa Fe, Consuelo y Angelina.

En 1912 el gobierno de Ramón Cáceres promulgó una ley, donde se decía que las empresas agrícolas, sólo podía utilizar  inmigrantes de raza blanca, aunque  decía que cuando existiera escasez  de braceros el poder ejecutivo podría decretar, de manera transitoria, la inmigración de trabajadores negros.

En 1913  6.000 cocolos obtuvieron permisos para trabajar en la zafra azucarera dominicana; En el Ingenio Consuelo 1,500,  en Angelina 1.200, en el Central Romana 1.000, Santa Fe 800, Porvenir 800, Cristóbal Colón 500, y Puerto Rico 200.

El 19 de noviembre de 1913 se fundó el primer gremio de mueleros de San Pedro de Macorís, integrado por cocolos.

Diversos grupos hicieran campañas contra los cocolos, y denunciaban que los trabajadores dominicanos debían hacer las tareas en los ingenios azucareros, sin embargo, los trabajadores dominicanos se negaban a trabajar por los  bajos salarios que ofrecían los ingenios azucareros.

José Eugenio Kunhardt, el gran líder sindical dominicano, se opuso al trabajo de los cocolos, no por sus condiciones personales, sino por los bajos salarios que pagaban a los braceros.

La escasez de mano de obra en los ingenios azucareros se agudizó durante la ocupación norteamericana iniciada en 1916. Se inició la importación de braceros haitianos.

En la zafra de 1919 se trajeron 2.909 braceros cocolos y   1.589 haitianos; 1.100 haitianos, traídos por Obras Publicas, 434 para el ingenio Barahona, y 55 para el Ingenio San Isidro. 

En 1920 había inscriptos 22.121 inmigrantes, entre cocolos y haitianos. 

El reverendo Archibald Beer,  de la iglesia Episcopal construyó en el barrio de cocolos de Miramar, un local para su iglesia, con una escuela a la que llamó San Esteban.

A partir de la desocupación de las tropas norteamericanos la llegada de los cocolos fue disminuyendo, y  los haitianos aumentando. Muchos cocolos fueron abandonado el trabajo de braceros en los ingenios azucareros y se integraron a otras labores, especialmente en San Pedro de Macorís.

Durante la Era de Trujillo decayó la llegada de los cocolos, especialmente a San Pedro de Macorís.

La Asociación Universal  para el Mejoramiento del Negro y de Comunidades Africanas- UNIA-ACL, fundada por el jamaiquino Marcus Garvey, tuvo una gran influencia entre los cocolos radicados en San Pedro de Macorís., aunque se conoció en esa provincia como Black Star Line, el nombre de una naviera, creada por Garvey, tuvieron una oficina en el barrio           Miramar, esa asociación se conoció como  Blatalán.

El gobierno de ocupación norteamericana prohibió el Blatalán el reverendo Van Putten, fue encarcelado, junto a catorce otros directivos del Blatalán.

En este capítulo del libro “Trabajadores Inmigrantes en la República Dominicana”, Orlando Inoa trata otros temas sobre los cocolos, entre estos las hermandades  y asociaciones mutualistas, la interacción social del cocolo, el folclor, donde hace referencia a la obra de Fradique Lizardo, destacando  el villancico “Good Morning”, y el brindis de “Guavaberry, que Juan Luis Guerra interpretó y grabó  la famosa canción “Guavaberry”. 

El historiador Orlando Inoa destaca la actividad  festival de los Guloyas, tanto en San Pedro de Macoris, como en otras partes del país, y los principales bailes de los cocolos y sus instrumentos musicales. 

El historiador también  destaca la comida de los cocolos y menciona al querido amigo reverendo Telésforo A. issac, quién comenta a los famosos “domplín”. También destaca una parte importante al pintor cocolo Nadal Walcot.

El gran poeta dominicano Tomás Hernández Franco dedicó uno de sus poemas a los cocolos; Canción de los negros.

Los cocolos han sido un ejemplo en el beisbol nacional e internacional, siendo San Pedro de Macorís la cuna de los mejores peloteros dominicanos. 

El libro “ Trabajadores Inmigrantes en República Dominicana” del historiador Orlando Inoa, es un obra importante para todas aquellas personas interesadas en los temas sociales del país, donde el autor abarca otros temas relacionados con los árabes, chinos y haitianos en la República Dominicana. Como historiador el autor no entre en los temas de actualidad, sino aportes para la historia nacional.