Alternando principalmente con la lectura de las obras que en un trabajo  precedente cité por este mismo medio online, dediqué horas de mi encierro viral a complacerme de manera nostálgica mirando por TV muchos clásicos del cine mejicano de los años 40-50 del pasado siglo, que en sesión continúa ofrecía Dp (De película) un canal de ese país que convocaron en mi memoria reminiscencias que hacía ya por siempre sepultadas.

Para el lector quizá sería ilustrativo que de mi biografía espigara algunos recuerdos que me parecen de interés: escaso número de estos films los había visto en el cine “Ideal” sito donde luego fue construida la Escuela Colombia en la 16 de agosto; en el teatro “Colón” y en el cine “Jardín” cuando éste estaba en la Máximo Gómez ente 30 de Marzo y Sully Bonnelly y luego en la Av. Imbert con Santiago Rodríguez. Casi todas las vi en el cine ODEON en la General López casi Independencia. Inútil hoy buscarlos pues todos han desaparecido.

El último ubicado próximo a mi casa estaba techado y la entrada me parece que no llegaba a los 15 centavos. En su interior estaba domiciliado un persistente olor a orina, naftalina y garaje de vehículos. El apercibimiento de este vaporoso efluvio constituía el ingreso a un reino mágico, maravilloso donde en blanco y negro, y a veces a color y sin aire acondicionado todo el tiempo, uno se extasiaba con los prodigios del séptimo arte.

Las películas mejicanas eran las más proyectadas entonces y los actores de mayor prevalencia eran: Arturo de Córdova, María Félix,Jorge Mistral, Dolores Del Río, Jorge Negrete, Sara García, Pedro Infante, Ana Berta Lepe, Cantiflas, Andrés Soler, Irma Dorantes, Carlos López Moctezuma, Pedro Armendáriz, Ana Luisa Peluffo, Antonio Aguilar, María Victoria, Elsa Aguirre, Sonia Furió, Hugo Avendaño, Tintán, Resortes y “Mantequilla”.

Resultaban fascinantes los exteriores fílmicos al estar Ciudad Méjico en pleno desarrollo y albergar el DF importantes monumentos precolombinos. También arrebataban al público las numerosas canciones que interpretaban los protagonistas, siendo inolvidables las intervenciones de Libertad Lamarque -con su mirada románticamente angustiada- cantando “Cuesta abajo” y sobre todo la de Amalia Mendoza -La Tariácuri- vocalizando con dramatismo “Échame a mi la culpa” de José Alfredo Jiménez. Y allá en el otro mundo en vez de infierno encuentres gloria y …….

Cuando salíamos del cine, sea en horas diurnas como nocturnas, teníamos la sensación de haber hecho turismo por un país de ensueño, de fantasía, ignorando tal vez sus realizadores la proyección que le hacían en toda Latinoamerica y en el mundo a sus usos, costumbres, cultura, gastronomía, historia, Música, Arte, Literatura, y todos los días a las 7 u 8 de la mañana en varias radiodifusoras locales se daba inicio a varios programas de rancheras del país, que como se decía en esa época, canta sus penas y llora sus alegrías.

Las serenatas, esas demostraciones musicales de enamoramiento que los jóvenes con la complicidad de la noche organizaban debajo del balcón o ventana de sus pretendidas, fueron muy promovidas por el cine mejicano clásico, y cuando en la capital de la República Petán Trujillo celebraba por todo lo alto la Semana Aniversario de La Voz Dominicana, la población acudía en masa para conocer personalmente a sus ídolos provenientes de Méjico.

Volver a ver nuevamente y a la respetable distancia de 60 años la casi totalidad de aquellas películas que en mi adolescencia me parecieron magníficas, ahora me de una simplicidad e irrelevancia desconcertantes. Desde un principio se sabía quién era el bueno o el malo; el que era malo lo era todo el tiempo y el bueno también; el guión  era muy pobre, y el desarrollo del argumento, cuando no era lacrimoso, intentaba el reforzamiento de los valores machistas imperantes. No había sorpresas.

Salvo algunas como las dirigidas por Emilio -el Indio- Fernández, las que el Director de fotografía era Manuel Álvarez Bravo y las protagonizadas por Mario Moreno “Cantinflas”, las demás no han podido sobrevivir el paso de los años, y si aún son proyectadas no es por su valor fílmico, artístico, sino más bien, por su interés documental o como testimonio de la apostura de sus actores/ras mas emblemáticos: María Félix, Arturo de Córdova, Dolores Del Río o Pedro Armendáriz.

Cantinflas (1911-1993) el genial actor y cómico del cine mejicano es un caso excepcional -al igual que el cubano Leopoldo Fernández “Tres Patines”- pues sus jocosidades y humoradas, aún vistas de nuevo, nos invitan a la risa, y el término cantinflada que está consignado en el diccionario de la Real Academia Española lo define como la actitud de aquel que habla mucho sin decir nada. Es un homenaje a sus excelencias como artista.

Durante las 24 horas del día el canal De- película pone a disposición de la teleaudiencia global lo que sus organizadores califican como los clásicos del cine mejicano, exhibiendo en ocasiones films de los años 60-70-80 que para mi no suscitan  las añoranzas que despertaban las que desde 1950-1960 presencié en un cine de barrio de Santiago como lo era el mítico ODEÓN hoy tristemente desaparecido.

Finalmente resulta paradójico, que si bien ninguna de las películas del cine clásico mejicano ni siquiera fue nominada para algún OSCAR, en éste siglo 21 varios directores oriundos de ese país y en otras categorías de la reputada premiación sí lo han conquistado, y aunque los films premiados son de indiscutible calidad -en dirección, musicalización, fotografía- los mismos, a diferencia de los llamados clásicos, no proyectan a nivel mundial el Méjico lindo y querido que tanto nos hizo fantasear.