El éxito de nuestros políticos estriba en el conocimiento cabal de la falta de memoria del pueblo dominicano y de su irrefrenable pasión por las promesas, en las que sustentan todas sus esperanzas, a sabiendas de que se les miente para alcanzar el poder en beneficio propio y de sus pequeños entornos.
No hay algo que le satisfaga tanto al ciudadano común como auspiciar con su apoyo a los falsos redentores, a cambio de míseras canastas de dulces y alimentos para dos días en Navidad , las que sólo sirven realmente para perpetuar su pobreza y ensanchar el campo de acción de sus verdugos verdaderos.
De modo que al pan y circo tradicional, los clanes gobernantes han añadido el "fuete", para garantía de continuidad de la acción estatal, por la que tanto claman los impenitentes miembros del llamado "Club de los Pendejos", que ignorando el poder de su condición de mayoría, asisten como lo que en verdad son al deprimente espectáculo del desfalco permanente de las arcas nacionales, esperando tal vez a un salvador que al final será igual de insufrible como los responsables de la tragedia nacional que tanto lamentan.
Con el país han hecho y seguirán haciendo cuanto se les antoje, protegido por el ambiente de impunidad reinante, y seguros de que no tendrán necesidad de rendir cuentas ni pagar las consecuencias de sus hábitos y acciones.
Con el control de todos los poderes que bajo esta administración ha logrado uno de esos clanes, perfeccionando así la tarea de sus antecesores, y que retomarán estos sin duda alguna si llegaran a vencer a sus rivales, nada podrá hacerse por las buenas y las leyes y las constituciones serán lo que siempre han sido: penosos pedazos de papel que estrujan en la cara de la nación como un juguete barato y desechable.
En nuestro país no es permitido aspirar a cambios de modelos para afianzar la democracia, sino cambios en el modelo para seguir igual.