Para nadie es un secreto la impresión que tienen muchos dominicanos y muchas dominicanas sobre el servicio público en nuestro país. Muchas personas aún piensan que nuestras instituciones públicas están llenas de “botellas” y servidores carentes de capacidades técnicas. Otras dicen que si bien hay técnicos, estos no “van para ningún lado” porque no son políticos”, hasta que eventualmente estos técnicos terminan saliendo del sistema.
Si bien hemos presenciado esfuerzos legislativos y políticos desde la década de los ‘90 en miras a la profesionalización de nuestro servicio civil, la República Dominicana aún sigue estando muy lejos de esto. Según el informe “Al servicio del ciudadano: una década de reformas del servicio civil en América Latina (2004-13)” del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la República Dominicana se encuentra entre el grupo de países que tienen un nivel de bajo desarrollo de profesionalización del servicio civil, caracterizándose por una presencia muy reducida o inexistente del mérito, dificultades para atraer y retener personal y escasa coherencia estratégica general, a pesar de poseer instrumentos normativos.
Tener una institución con funciones ministeriales que rige la función pública, hacer convocatorias y exámenes no soluciona el problema ni determina el nivel de competitividad con el que desempeñaremos nuestras funciones. Si fuera por eso, hace tiempo que las pruebas nacionales habrían solucionado las deficiencias en nuestro sistema educativo nacional.
Para profesionalizar nuestro servicio civil, primero es necesario atraer a las mentes más brillantes y capacitadas a que se inserten y permanezcan en el servicio público con el fin de realizar carreras administrativas por competencia. Esto se logra a través de lo siguiente:
- Captación de jóvenes comprometidos con el progresar de la República Dominicana que han tenido acceso a educación en el exterior.
- Valorización de estas personas para garantizar su permanencia y posterior desarrollo como servidores públicos de carrera.
- Preparar a los funcionarios y las funcionarias “seniors” para que reciban como sus aliados y aliadas a los jóvenes con excelente formación.
La captación de jóvenes que han tenido acceso a educación en el exterior es de suma importancia ya que estos regresan con conocimientos y experiencias, muchas veces patrocinados por el Estado, que son necesarios para mejorar la calidad de nuestros servicios públicos. Estos jóvenes pueden ser captados exitosamente a través del diseño de programas destinados específicamente a atraer este segmento, tales como hacen algunos países de Europa, los cuales han desarrollado programas dirigidos a la atracción de jóvenes talentos para ingresar al servicio civil, captando constantemente a egresados de las universidades de Oxford y Cambridge, ambas entre las mejores del mundo.
Son muchos los jóvenes dominicanos que han regresado al país tras haber estudiado en el exterior que deciden optar por carreras en servicio público, pero poco tiempo después se mueven al sector privado y/o académico o al exterior, frustrados por las experiencias vividas arraigadas en la cultura institucional reinante en la instituciones que trabajaron. Es por esto que se hace tan importante su valorización en un ambiente en dónde reciban atención, recursos (humanos y económicos) y herramientas para poder trabajar en miras a la competitividad que aspiramos a tener en el servicio público con el fin de que estos permanezcan como posteriores servidores públicos de carrera.
Para esto también se requiere trabajar en un cambio de paradigma de parte de los altos directivos de estas instituciones públicas, para que al supervisar estos jóvenes, tanto ellos como sus gestiones crezcan, al igual que hace el sector privado, pues este último conoce bien el retorno de inversión que representa.
Necesitamos un servicio público competitivo para obtener confianza de los ciudadanos y ciudadanas ante nuestros políticos. Necesitamos un servicio público profesionalizado para alcanzar las metas propuestas en nuestra Estrategia Nacional de Desarrollo (END2030). Necesitamos un servicio público competente para que nuestras instituciones públicas cumplan su trabajo, de forma eficiente y oportuna. Necesitamos servidores competitivos para dignificar la labor pública, y lograr que los buenos se terminen quedando.