La geopolítica es una ciencia apasionante  en tanto que tiene la capacidad de ubicarnos en nuestro tiempo y espacio. Es normal la observación del mundo desde el prisma de los valores y principios propios, establecidos a partir del desarrollo de una cultura dentro de los límites de un territorio nacional en específico.

Pero, gracias a Internet, un segmento creciente de la población conoce con certeza las diferencias cognitivas, culturales y socio-económicas existentes entre una nación y otra, entre una región y otra, entre un continente y otro. Conocer de geopolítica ayuda a encontrar el mejor lugar para uno mismo, dentro del marco del gran concierto de países.

Dentro de las corrientes de la geopolítica, de acuerdo con el ímpetu mostrado por los líderes, las naciones pueden ser deterministas o posibilistas. Cuando un país es determinista, traza estrategias sobre la base de aprovechar sus ventajas geográficas y reconoce sus limitaciones; cuando es posibilista, sus planes superan las limitaciones geográficas, con fines de imponer el poder de la imaginación por sobre lo que fue determinado por la ubicación geográfica.

Posibilistas son naciones como Israel, convertido en un exportador de productos agrícolas debido a las técnicas geniales de sus ingenieros para hacer de un desierto un vergel. Posibilista es Suiza, quien hace el más preciado chocolate del mundo, pese a que el cacao, en muchos casos, tiene que conseguirlo en países distantes geográficamente como República Dominicana.

Los nuevos gestores dominicanos cargan sobre sus hombros la responsabilidad de definir la tendencia geopolítica del país: ¿Será República Dominicana una nación confinada solo a explotar sus bondades geográficas, o se levantará por encima del determinismo y pesimismo para ocupar el alto lugar que le corresponde, en función de la elevada calidad de muchos de sus activos humanos?

Aun inmersos en la realidad de ser parte de una nación que en tamaño geográfico no se compara con otras, las y los gerentes de República Dominicana tienen la disciplina, el “know-how” y la audacia para provocar una disrupción en el mercado internacional.

Las empresas dominicanas, con sus excelentes gestores liderando procesos, encuentran oportunidades de expandir sus soluciones y productos, una vez  han demostrado con creces sus capacidades de sumar valor en el entorno económico y nacional que les vio nacer.

Les presento amigas y amigos lectores cinco recomendaciones tomadas del accionar de probados gestores, con el propósito de expandir la calidad de los productos y servicios de sus empresas más allá de las fronteras de sus países:

Las necesidades de ese mercado: De los productos o servicios con los que la empresa agrega valor a la sociedad, ¿Cuáles serían los más exitosos en el mercado-meta, de acuerdo con las necesidades de aquel conglomerado de consumidores o usuarios?

Requiere de una investigación de mercado exhaustiva. Parece trivial el consejo, pero sorprende la cantidad de veces que empresas de prestigio emprenden una inversión nueva sin la diligencia debida. Los buenos gestores colocan el oído en sus objetivos, antes que aportar sus recursos.

Un guía por la selva: Llega a un país nuevo, con idiosincrasias que no verá en los libros de texto ni en los documentales con fines de atraer turistas. La elección de un excelente socio local para expandir su empresa por nuevos predios podría ser una de las más duras pruebas a superar a la hora de causar disrupción en un nuevo mercado. Los buenos gestores suman a su causa a buenos guías para transitar selvas desconocidas.

Que no le muevan la alfombra: Atraer la inversión extranjera es prioridad en la agenda económica de la mayoría de los países. Algunos gobiernos solo lo tocan en retórica, otros toman medidas de incentivos convenientes para el empresario cuyo fin es crear alto valor compartido.

¿Qué tan a menudo esa nación hace cambios en los regímenes fiscales? ¿Ha establecido incentivos y luego los ha retirado? Los buenos gestores trazan estrategias adecuadas para que en su nuevo teatro de operaciones no les muevan la alfombra.

Vencer el riesgo cambiario: La moneda es el medio de pagar gastos y acumular ingresos. Ambas variables utilizadas siempre para la creación del valor compartido. La oscilación de la relación o paridad entre nueva moneda de referencia y el circulante de la nación de expansión debe ser estudiada a cabalidad, con fines de preparar a la tesorería de la empresa para vencer, con medidas hábiles y éticas, el riesgo cambiario.

Oferta de valor integral: En primera instancia, la responsabilidad compartida posicionó a la empresa como un ciudadano corporativo de primera categoría, lo que repercutió en la fidelidad de clientes, consumidores o usuarios. Los buenos gestores se hacen acompañar de los principios de valor integral donde sea que dirijan la expansión de sus compañías.

Ante todo, los buenos gestores ven oportunidades en un mundo que se abre y ser acerca. Los buenos gestores superan fronteras.