Este domingo 21 de junio se celebra el Día Internacional del Yoga, proclamado como tal por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), mediante la resolución núm. 69/131, adoptada el 11 de diciembre del 2014. Posteriormente, el 1º de diciembre del 2016, la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) declaró el yoga de la India como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, siendo inscrita en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad bajo el núm. 11.COM 10.b.17.
1. ¿Qué es el yoga?
El yoga es una disciplina que procura desarrollar y armonizar las distintas dimensiones del ser humano -el cuerpo, la mente y el espíritu-, con la finalidad de que pueda alcanzar el desarrollo de su máximo potencial. Reconociendo el aspecto multidimensional del individuo, el yoga ofrece múltiples herramientas para trabajar cada una de sus dimensiones de manera integral, a saber: (a) las posturas que trabajan el cuerpo físico (asanas); (b) las técnicas de respiración (pranayamas) que trabajan la mente y las emociones, y (c) las prácticas para el cultivo de una mente disciplinada (técnicas de meditación) que pueda ser utilizada como instrumento para la meditación.
A través de estas herramientas, el yoga favorece el desarrollo integral, promoviendo la salud, la paz interior, la claridad mental, la expansión de la consciencia y el bienestar, en sentido general. El maestro Swami Satyanda Saraswati define el yoga como: “una ciencia que nos enseña a ser suficientemente fuertes física, emocional y mentalmente para enfrentar cualquier cosa, bien sean frustraciones, decepciones, mala salud, pasiones o los efectos constantes de nuestros apegos emocionales.”
2. Lo que no es el yoga
En ocasiones se tiende a confundir el yoga con una religión. En este sentido, es pertinente aclarar que el yoga no es una religión. El Diccionario de la Lengua Española define el concepto de religión como un “conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración y temor hacia ella, de normas morales para la conducta individual y social y de prácticas rituales, principalmente la oración y el sacrificio para darle culto.”
Contrario a la religión, el yoga no está basado en el dogmatismo sino en la fisiología, que es la ciencia que estudia las funciones y el comportamiento de los órganos de los seres vivos. Expliquemos esto con un ejemplo práctico: Si a una persona que está tensa y ansiosa, se le dan las instrucciones para practicar una técnica de respiración de las prescritas por el yoga para calmar el sistema nervioso (Ej.: la respiración nasal alterna), tras unos minutos de práctica esa persona va a experimentar una ralentización en la rata de su ritmo respiratorio y su pulso cardíaco. Si en adición a la técnica de respiración, a esa persona se le imparten otras herramientas para inducir un estado de relajación profunda, sus ondas cerebrales van a cambiar del estado beta (la onda del estado de vigilia y la actividad mental intensa) al estado alfa (la onda de la relajación).
Estos efectos configuran un proceso de carácter puramente fisiológico, en el cual no interviene ningún tipo de dogmatismo. Estos efectos en el funcionamiento de los órganos del cuerpo se van a producir independientemente de las creencias dogmáticas de quien practique las referidas técnicas de respiración y relajación. Esto demuestra que el yoga no se trata de religión. Ahora bien, el yoga tiene un enfoque holístico del ser humano; por ello le ofrece herramientas para alcanzar el desarrollo integral, trabajando el mejoramiento personal desde múltiples ámbitos simultáneamente.
Cuando una persona pone en práctica las técnicas que le permiten relajarse, disciplinar su mente, fortalecer el cuerpo y mejorar la calidad de su respiración, el estado de bienestar que experimenta a nivel físico y mental, puede impulsarlo a explorar su espiritual. De ahí puede surgir el deseo de utilizar la disciplina del yoga como plataforma para trabajar el crecimiento espiritual, que es una de las dimensiones fundamentales del ser humano.
Esto es algo que puede suceder no solamente con el yoga, sino con cualquier otra disciplina cuya practica incorporemos en nuestras vidas. Incluso, la profesión que desempañamos si en vez de concebirla meramente como un medio para ganar dinero, la asumimos con la visión de que es, además, un medio para servir a los demás, se convierte en una herramienta para el crecimiento espiritual y la expansión de la consciencia. De igual modo, el proceso de crecimiento interior propiciado por la práctica del yoga nos lleva a experimentar un mejoramiento integral, que se extiende a todos los aspectos de nuestro ser. Es aquí donde surge el punto de convergencia entre el yoga y la vida espiritual, si quien pone en práctica sus herramientas decide utilizarlas como base para impulsar su crecimiento espiritual.
3. Algunos beneficios que aporta la práctica del yoga
- Armoniza los procesos mentales y fisiológicos del cuerpo.
- Reduce el estrés; regula la presión arterial; ayuda a combatir el insomnio; incrementa la vitalidad y mejora el sistema inmunológico.
- Alivia la depresión y balancea el sistema nervioso a través de las prácticas de relajación profunda, sin provocar los efectos nocivos de los sedantes químicos.
- Mejora el equilibrio y la coordinación psicomotriz.
- Aporta fortaleza, flexibilidad y tonicidad muscular, además de mejorar considerablemente la movilidad de las articulaciones.
- Contribuye a desarrollar la memoria, la autoestima, la compasión y la creatividad.
- Aporta claridad mental, lo que agudiza el intelecto y aumenta la capacidad de tomar mejores decisiones en la vida.
- Ofrece herramientas efectivas para la autorregulación de las emociones.
La enumeración anterior recoge solo algunos de los beneficios que aporta la práctica del yoga para la salud. A continuación veremos las principales herramientas que el yoga pone a nuestra disposición para promover el desarrollo integral.
3.1. Las posturas físicas (Asanas)
Las asanas son posturas corporales que desbloquean los canales energéticos del cuerpo, permitiendo que el prana (energía vital) fluya libremente a través de él, sin obstáculos. A través de las asanas podemos dirigir conscientemente la energía a determinadas partes del cuerpo para llevar sanación física y emocional adonde la necesitamos.
Nuestra mente, a través del pensamiento y las emociones, provoca tensión mental y bloqueos de energía, que se manifiestan en el cuerpo físico como dolores, contracturas, tensión muscular, dificultad para respirar, etc. Asimismo, los traumas que se generan a nivel físico producen bloqueos de energía en nuestra mente. La memoria biológica del cuerpo guarda información que se refleja en nuestras emociones y los patrones de pensamiento que gobiernan nuestra conducta. En ese sentido, la autora Caroline Myss en su libro “Anatomía del espíritu” (1996, p. 40) afirma que: “Todos nuestros pensamientos, independientemente de su contenido, primero entran en nuestro sistema como energía. Aquellos que cargan energía emocional, mental, psicológica o espiritual producen respuestas biológicas que luego son almacenadas en nuestra memoria celular.”
Las asanas sirven como herramientas para liberar la tensión física y mental provocada por los patrones de pensamiento y las experiencias que registramos por medio de los sentidos. A través del trabajo corporal, las asanas nos permiten focalizar y direccionar el flujo de energía hacia zonas específicas del cuerpo. De esta forma, logramos eliminar dolencias físicas y emocionales provocadas por los bloqueos energéticos, tanto en el plano físico como emocional. Por ejemplo, ante la pérdida de un ser querido, podemos sentir tristeza. Esta emoción energéticamente se asentará en el cuarto chakra (un centro energético localizado en el plexo cardíaco del cuerpo, que regula las emociones relacionadas con la pérdida y el dolor, entre otras).
En estos casos, el yoga prescribe posturas (asanas) que permiten expandir el pecho, produciendo así el desbloqueo y la liberación del flujo de la energía atrapada en esta zona. Ese desbloqueo energético induce la sanación, tanto a nivel físico como emocional. De esta forma las asanas contribuyen a coadyuvar el proceso de liberación de las emociones negativas, trabajando a un nivel somato-físico; es decir, incidiendo tanto en la estructura celular de las neuronas como en la estructura musculoesquelética del cuerpo.
3.2. Las técnicas de respiración (Pranayamas)
El cuerpo humano posee una red de canales energéticos por los que circula el flujo de prana (la energía vital, fuerza vital o bioenergía). A pesar de ser visualmente imperceptible (excepto para el ojo entrenado), esta energía vital permea todo lo que existe en el universo. Nuestro cuerpo absorbe esa energía vital a través de diversos mecanismos, tales como: los alimentos, el contacto con la naturaleza, los pensamientos que albergamos en nuestra mente y, sobre todo, a través del flujo de la respiración.
El flujo de prana en el cuerpo puede verse afectado positiva o negativamente por factores como: la actividad física, la ingesta de alimentos, la calidad del sueño, de las emociones y de los pensamientos; la imaginación y las visualizaciones, entre otros. Cuando estos factores son positivos, el flujo de prana en el cuerpo se expande y fluye libremente sin obstáculos, incrementando a vitalidad. Pero, cuando son negativos o incorrectos (Ej.: actividad física excesiva, pensamientos negativos, comer con agitación, etc.) provocan que el prana se debilite y se produzcan bloqueos energéticos. Esto puede provocar un estado de agotamiento y extenuación física, mental y emocional, que eventualmente degenera en un deterioro de la salud.
El yoga nos ofrece diversas técnicas de respiración, denominadas en conjunto como “pranayamas”, las cuales eliminan las obstrucciones de los canales energéticos, balancean y recargan el flujo de la energía vital en el cuerpo. Esto nos permite eliminar las tensiones acumuladas y prevenir que se almacenen nuevas tensiones en el cuerpo. Por ejemplo, cuando sentimos miedo, empezamos a respirar de forma rápida y superficial. Si ponemos práctica una técnica de respiración en el momento en que surge esa emoción, podremos alterar deliberadamente el flujo de prana a través de la respiración y de esa forma modificar la calidad de nuestra experiencia. Así podremos permanecer ecuánimes frente a la situación que se plantea, en vez de sucumbir ante los efectos del miedo.
Los patrones respiratorios inadecuados -como la respiración agitada y superficial- son males comunes en una sociedad gobernada por el exceso de información y las pantallas de dispositivos electrónicos. Esos patrones respiratorios inadecuados alteran el funcionamiento de los sistemas y órganos del cuerpo. La práctica regular de pranayamas propicia la relajación física y mental, calma la mente y favorece el correcto funcionamiento de todos los sistemas y órganos del cuerpo.
3.3. Técnicas de relajación profunda (Yoga Nidra)
El Yoga Nidra es una técnica de relajación profunda, también conocida como el “sueño psíquico”, en la cual el practicante sigue las instrucciones que le son impartidas por un terapista de yoga, que va guiando al practicante a través de un recorrido por distintos estados de consciencia, hasta llegar al subconsciente de la mente. De esta forma se logra desconectar los sentidos de los estímulos externos y propiciar un estado de silencio interior, en el cual dejamos de escuchar las voces interiores que muchas veces nos acosan, abrumando nuestra mente.
Durante el Yoga Nidra nos encontramos en un estado semejante al que nos sumergimos durante el sueño profundo, con la diferencia de que durante el Yoga Nidra nos mantenemos plenamente conscientes; no soñamos ni hay una pérdida de la consciencia, como normalmente sucede durante el sueño. En este estado (del Yoga Nidra) las ondas que emite el cerebro son del tipo Delta, la frecuencia más baja que registra el cerebro. El Yoga Nidra es la técnica por excelencia en el ámbito del yoga para promover la transformación integral del practicante porque permite obtener, entre otros, los siguientes beneficios:
- Reprogramar la mente a través de la creación de nuevos trillos neuronales.
- Balancear los hemisferios izquierdo y derecho del cerebro, que a su vez están conectados cada uno con el sistema simpático y el parasimpático, respectivamente.
- Promover la producción de endorfinas (la hormona de la felicidad) y disminuir el cortisol (la hormona liberada por el cuerpo en situaciones de estrés).
- Contrarrestar los efectos del insomnio, ya que el Yoga Nidra produce el mismo efecto reparador que producen cuatro (4) horas de sueño.
3.4. Técnicas de meditación
Dado que la mente controla al cuerpo, resulta útil tener herramientas para mantener la mente en calma y evitar que los estados mentales de agitación perjudiquen nuestra salud. Es contraproducente tratar de controlar la mente a la fuerza. Eso provoca mayores tensiones y emociones negativas. El yoga recomienda múltiples prácticas para inducir la relajación y el control de la mente, mediante un abordaje no invasivo.
La técnica por excelencia para calmar la mente es el Japa, que consiste en recitar un mantra (una frase o palabra) sosteniendo una mala (es una especie de rosario de 108 cuentas) y manteniendo la atención enfocada en la repetición del mantra coordinada con el ritmo de la respiración. Esta práctica enfoca la mente y evita que la dispersión mental drene la energía del cuerpo, produciendo una sensación de agotamiento y extenuación, por demás infructuosos e innecesarios.
Otra práctica importante que nos ofrece el yoga para calmar la mente a través de la concentración es el Trátaka. Consiste en mirar fijamente un objeto a la distancia de un brazo; cuando los ojos se cansan, parpadean o lagrimean, se cierran los ojos y manteniéndolos cerrados se observa el espacio en el entrecejo, procurando visualizar la imagen mentalmente. Cuando ya no es posible retener la imagen con los ojos cerrados, se abren nuevamente y se repite el proceso. Esta práctica libera la tensión del sistema nervioso, que es el factor principal que genera inquietud en la mente. Además, mejora la memoria, la concentración y la fuerza de voluntad.