Todos se rasgan las vestiduras. No interesa nada de lo ocurrido anteriormente. Solo importa ese hecho, ese delito simple que se convierte en hecatombe. Y de repente parece que lo de Blue Mall (confirmado o no) es el único acto delictivo en la historia reciente. Quedan atrás los sicarios (que tan de moda estaban), los secuestros planificados en gris. Los hechos sangrientos diarios nunca han sido nada. Blue Mall: un sismo en la burbuja.
El olvido se chupa todos los hechos diarios. Los que salen en la prensa y los que no (que son muchos). Y un grito desesperado sale de nuestras boquitas pintadas o gourmets. "No puede ser. ¡Esto es inaguantable! Se necesita mano dura, mano negra, mano militar, mano diestra y siniestra." Mano secular, que gira y gravita sobre nuestra sociedad como un mantra.
Siempre es momento de volver cuando no hay norte. Ya se acerca la hora de retomar el "débil" Código y defenestrarlo. De invocar la falta de pantalones y el miedo. Vuelven los aquí hace falta un Trujillo y seguirá siendo, todo, moda del polígono central. Moda ridícula y dolorosa si se mira la realidad política y social. Si vemos que no hay ley si no es para quebrarla. Cuando no hay más respeto que el del rango o la cartera, no hay más futuro que el próximo diciembre en Vail.
Y sigamos echando la mugre bajo la alfombra. Sigamos asombrados los sábados en Nuria y ya. Podremos durar cinco o diez años conviviendo con esta falsa calma. Ojalá cuando despertemos del sueño no sea ya demasiado tarde. Mientras, sigamos disfrutando de la novelita de mal gusto que es nuestro acontecer nacional. Pongamos en primeras planas los temas que interesan a nadie. Ignoremos la historia que se escribe todos los días y volvamos, otra vez, a dar ese gritillo de asombro cuando un alfiler sucio de mierda nuestra haga la burbuja explotar.