Hay una viñeta que cuenta el siguiente chiste: Un periodista le pregunta a un científico destacado: “¿Qué siente al ser considerado uno de los investigadores más importantes del país?” La repuesta del científico fue: “hambre”.
La historia alude a una realidad socioeconómica de los países latinoamericanos que dificulta la elección de una carrera científica como profesión y con ello, el desarrollo de una cultura científica en nuestro continente –poca demanda en el mercado, bajos salarios, pobre infraestructura y poco financiamiento a la investigación- . En nuestros países, dedicarse a una actividad intelectual como profesión es elegir como futuro una vida de subsistencia.
Este fue uno de los tópicos reflexionados la semana pasada en un taller celebrado por La Academia de Ciencias de la República Dominicana, auspiciado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), con el propósito de proponer recomendaciones para mejorar la percepción de la ciencia por parte del estudiante de bachillerato dominicano y estimularlo al estudio de las carreras científicas.
Las reflexiones realizadas en dicho evento se enmarcan dentro de lo que se hoy se denominan estudios de ciencia, tecnología y sociedad o estudios CTS. Uno de los problemas más acuciantes dentro de estos estudios es lo que se conoce como el problema de la percepción pública de la ciencia o la imagen y valoración que el público no especializado tiene del conocimiento científico, su función e importancia para la sociedad.
En la medida en que la ciudadanía posee una valoración positiva de la ciencia y calibra la misma en toda su importancia se puede asumir una postura más proactiva respecto a la difusión del conocimiento científico y un mayor compromiso social con respecto a su financiamiento. De ahí que en muchos países la realización de estudios para evaluar cuál es la percepción de la ciencia entre los ciudadanos de los distintos países adquiere cada vez más una gran relevancia.
En el referido taller se abordaron otras razones influyentes, además de las meramente económicas, para que la ciencia no se encuentre entre las primeras opciones de los bachilleres latinoamericanos a la hora de elegir una carrera profesional.
El Dr. Carmelo Polino presentó una ponencia sobre los estudiantes de educación media y su valoración de las carreras científicas en varias ciudades latinoamericanas. La exposición está basada en el estudio titulado “Los estudiantes y la ciencia. Encuesta a jóvenes iberoamericanos”, que puede leerse en su integridad en la dirección: http://www.oei.es/salactsi/libro-estudiantes.pdf
En sentido general, el Dr. Polino nos muestra que los estudios de ciencia no aparecen como una opción importante dentro del conjunto de expectativas de la juventud latinoamericana.
El estudio muestra una correlación entre una valoración positiva de las clases de ciencia y la elección futura de una carrera científica.
Cuando se les preguntó a jóvenes de distintas ciudades latinoamericanas cuáles son los factores que desalientan a elegir una carrera científica, las principales razones señaladas son el aburrimiento experimentado en las materias de ciencia y la dificultad de las mismas. Estos datos son de gran importancia, porque si la educación de nuestros países no hace estimulante el estudios científico , la probabilidad de conformar comunidades de futuros practicantes de la ciencia en América Latina será muy baja.
Pero hay otros datos preocupantes en el tema que nos ocupa:
Cuatro de cada diez entrevistados dijeron que nunca o casi nunca utilizaron un laboratorio o hicieron un experimento.
Seis de cada diez dijeron que nunca o casi nunca utilizaron una biblioteca.
Cinco de cada diez señalaron que nunca o casi nunca utilizaron computadoras o miraron películas o documentales sobre temas científicos.
Seis de cada diez dijeron que nunca o casi nunca prepararon trabajos para ferias u olimpiadas científicas.
Siete de cada diez dijeron que nunca o casi nunca realizaron viajes de estudios, visitas a laboratorios o instituciones científicas.
Si estos chicos y chicas no tuvieron contacto real con la ciencia, ¿Cómo la valorarán? ¿Cómo pueden tenerla como una opción de vida futura?
Estos datos nos estimulan a recordar que un estado con el interés de formar colectivos científicos requiere de un sistema educativo que estimule al estudiantado al ejercicio de la ciencia, al contacto con instrumentos, objetos, textos y situaciones de resolución de problemas científicos. Es muy difícil elegir la ciencia como opción profesional si no se aprende a quererla. Ésto último es poco probable si no se la conoce y para ello es necesario practicarla.