¿Quiénes no han escuchado hasta el hartazgo la misma razón de más 50 años, de que este país pertenece solo a un grupito?, de que si no se tienen las famosas relaciones políticas es muy posible que las personas no se desarrollen social y profesionalmente, porque las oportunidades pertenecen a los que cuentan con poder político exclusivo, puesto que ni pertenecer a un partido les garantiza a los ciudadanos la posibilidad de prosperar y participar de la vida pública, sin caer en la instrumentalización de las relaciones humanas, la prostitución de los ideales, principios y valores al punto del vacío y la despersonalización, la psicosis propia de quien está sobreviviendo pero desconectado de la realidad y de todo sentido de la misma, la que solo cobra “sentido” cuando somos “útil” cuán instrumento en manos del poder del Estado y fuera de este no somos “nada”, es producto del fenómeno de la politización de la sociedad, aunque la evadan deliberadamente, las consecuencias de ignorar la realidad no desaparecen sino que se revelan en la condición de servidumbre y dependencia esquizoide al Estado y su crecimiento desproporcionado permanentemente.
El Informe Regional de Desarrollo Humano 2021 continúa lloviendo sobre mojado, al recordarnos con cifras nuestra escabrosa realidad, la de que estamos atrapados en una doble trampa de alta desigualdad estructural y baja productividad, por el bajo crecimiento económico concentrado en unos pocos, acceder a la Sociedad del Conocimiento, solo es posible emigrando o siendo cada vez más consciente de cómo funciona el entramado de poder que no cuestionamos, sino que normalizamos cada vez que evadimos la realidad.
En realidad el vínculo de poder no radica en quién tiene el poder, en ‘quién manda’, hoy se sabe gracias a la psicología social que en las relaciones de poder lo de menos es qué figura tiene el poder, lo que hace a ese poder ser lo que es, es el grado y la vigencia del mismo, y ambos factores estarán determinados desafortunadamente por la insuficiencia del poder de los actores, es decir, nosotros, y nosotros seremos cada vez más insuficientes en la medida en la que por ignorancia no desarrollemos las habilidades cognitivas y materiales por nuestra propia vía, o nos dispongamos pasivamente a que ese vínculo de poder se prolongue indefinidamente al dejarnos influenciar por la la intelectualidad politizada al servicio de estos y en mantener intacta la estructura de bienestar social, que como bien sabemos es exclusivo y afín a la élite de poder y no a las condiciones que se viven en la base de la sociedad, nuestra ignorancia es la forma por excelencia a través de la cual participamos cuando nos dejamos influenciar ciegamente sin cuestionar la realidad. Cuanto más sujetos estamos a ese poder que reconocemos existe y desborda todos los espacios de la sociedad estamos a la misma vez haciendo confesión de que contamos con una insuficiente capacidad y desarrollo tanto a nivel cognitivo como material para hacerle frente a esa realidad, lo que asegura su prolongación en el tiempo.
La concentración del poder que estructura la desigualdad es el poder político-empresarial, políticos y empresarios así en ese orden, distorsionan las políticas públicas y debilitan las instituciones, no es el ciudadano común, puesto que este no participa ni dirige las instituciones ni promulga las normas que desde el poder se estructuran en su contra, el ciudadano común solo recibe de esta componenda sus resultados; la exclusión de la sociedad y la negación de su dignidad, al no reconocer en ellos su derecho a participar y a desarrollarse en la sociedad que han convertido en un caos organizado, del cual solo se salva el que se depone a sí mismo para aumentar la concentración del poder político de la partidocracia tradicional, haciendo que así cambien los actores, mientras las condiciones estructurales que mantienen la pobreza y la desigualdad permanecen intactas.
La manera que opera esta red de poder que jerarquiza el trato privilegiado ante la ley que ‘niega al otro’ es básicamente monopolizando la estructura productiva de la sociedad, a través de disposiciones legales y redes de influencia del cual dejan fuera prácticamente a todo el mundo, mientras un grupo crea las condiciones para dominar el mercado. Son tres las maneras en las que el monopolios político-empresarial reduce el bienestar de la ciudadanía estructurando la desigualdad y la baja productividad. Primero y la que percibimos diariamente, cuando hacen que paguemos precios más altos por los bienes y servicios que en calidad no lo valen, esta forma nos afecta directamente porque de acuerdo a la posición que ocupemos en la distribución del ingreso, el gasto en el que tenemos que incurrir por necesidad representa la mayor parte de nuestro presupuesto, lo que afecta a los más pobres porque los hogares adinerados pueden adquirir sus productos en mercados extranjeros más competitivos, mientras que los pobres que no tienen el conocimiento ni las posibilidades de acceder a el, deben conformarse con lo qué hay en detrimento de su calidad de vida. Cuando la gente dice que las grandes empresas es el grupo más poderoso, lo dicen porque saben que las empresas suelen ejercer presión política para que se les reduzca la presión competitiva, no admiten la competencia, solo ellos pueden dominar el mercado de ciertos bienes y servicios y eso a quienes afecta directamente es al consumidor que está bajo precios del monopolio y la necesidad de consumir.
La segunda vía a través de la cual opera en detrimento del bienestar general está relacionada con la primera, al no permitir la competencia los políticos-empresarios eligen tecnología ineficiente y operan a un costo superior al que operarían si estuvieran bajo competencia. Esto lo hacen porque si no se tiene competencia ¿para qué invertir en mejor tecnología y ser más eficiente? si de igual modo controlan el mercado, esto es una perogrullada, se cae de la mata, ¿no?, donde esto nos afecta es que al no existir la competencia para el monopolista, no importa que tan ineficiente sea o de que tan baja calidad sea su producto o servicio, el consumidor se ve obligado a consumirlo porque en ausencia de competencia el tuerto es un rey, no tiene opción, pero a gran escala esta es una de las razones de la baja productividad, no solo de Rep. Dominicana sino de la región latinoamericana; otra perogrullada es que la competencia aumenta la productividad y solo las más eficientes sobreviven; contrario a lo que nos sucede, empresas deficientes, productos y servicios de baja calidad por efecto de tecnologías deficientes supone un costo aún mayor para los hijos de Machepa, lo que se traduce en baja calidad por productos y servicios caros y baja productividad a nivel macro.
La tercera forma es la que ha llevado a la comunidad internacional a llamarles Empresaurios a los monopolistas, y es la ausencia de innovación, que también parte de la primera razón, ya que si no hay necesidad de competir, ¿para qué mejorar?, no hay incentivos para tratar de ser mejores, por lo que la mediocridad se instaura como una normativa fundamental, no solo en las empresas sino a nivel político, ya que todos sabemos que el Estado es el mayor empleador formal del mercado laboral, el Estado dominicano supera cercano al doble, incluso, al sector que está en segundo lugar, el comercio, y más del doble al que ocupa la tercera posición el sector industrial o de manufactura.
A este punto ya se debe saber que no es casual la fábrica de brechas de baja productividad y como esta a su vez se traduce en la heterogeneidad de la matriz de la desigualdad estructural; y es que un mercado monopolizado en el cual el poder empresarial y político se aúnan para no permitir la competencia, no hay necesidad de mejorar ni de innovar y mucho menos de ofertar mejores productos y servicios porque, total, ¿para qué?, si controlan el poder en contubernio con el poder político. Como también, la poca oferta de empleos que existe al limitar y controlar la entrada de la competencia, para la cual estaría cualificado un mínimo porcentaje de la sociedad.
La doble trampa se arma cuando distorsionan las políticas públicas y los efectos se perciben en los impuestos y el diseño de la política fiscal que se evidencia en la concentración del ingreso. En Europa el índice de Gini promedio es de 47 si no se consideran las políticas redistributivas, pero si se consideran estas, es de 30 puntos, sin embargo, en América Latina son 51 y 49 respectivamente, en Europa las políticas redistributivas reducen el índice en 17 puntos, en Latinoamérica solo 2 puntos.
El Informe de Desarrollo Humano 2021 reconoce al poder de monopolio y al poder político empresarial como dos caras de la misma moneda, porque las rentas de monopolio se traducen en poder político que, a su vez , aumenta el poder de monopolio creando así un círculo vicioso.
Así se ha completado el mix de la baja productividad y con ella se define la estructura de clase en una división básica, los privilegiados y los sin privilegios, los del grupito y los excluidos, el error sigue estando en la ignorancia de asumir que las cosas les afectan al resto y no a mi, cuando todos estamos atrapados en la misma red, actuar de manera ensimismada solo significa la evasión del problema, pero ello no implica que sus consecuencias no nos afecten directamente aunque lo ignoremos, el verdadero cambio empieza por uno mismo y el conocimiento a plenitud de la realidad, no en la retórica ‘buenista’ que ignora deliberadamente la problemática estructural y se centra en el cambio de actores para que finalmente nada cambie.