1.- Con la creencia de que todos los plazos llegan a su vencimiento, he esperado que el caso de mi hijo Jordi transcurra normalmente, sin caer en la desesperación. Permanecer a la expectativa se ha convertido en algo normal en mi forma de proceder, aunque no es propio en mi comportamiento por cuestión de carácter.
2.- Al ser humano en el curso de la vida se le presentan situaciones en las cuales debe revertirse de lo que no tiene, como ha ocurrido conmigo y la paciencia, en el proceso seguido a los autores de la tentativa de asesinato de que fue objeto mi hijo. El aguante, la apacibilidad y la resignación no cuadran con mi idiosincrasia, con mi temperamento.
3.- El transcurrir de los años, el accionar en una sociedad en la que a diario ocurren fenómenos sociales de naturaleza muy diversas, al actuar hay que hacerlo con suma prudencia, alta mesura, con la más fina sensatez, pues de lo contrario se cae fácilmente en la temeridad que conduce a la actuación irreflexiva, impensada y, por vía de consecuencia, equivocada.
4.- Muchas veces la realidad nos dice que cada quien es el mejor consejero de las decisiones a tomar, y que por más buenas intenciones que tenga un asesor no orientará nunca con la comprensión que puede hacerlo el actor al momento de ejecutar. Es saludable llegar a ser mentor, guía de sí mismo.
5.- La acción criminal contra Jordi, y la forma alevosa que se ejecutó, me impuso poner a prueba mi resistencia como persona, el aguante como padre y la fortaleza ideológica para no caer en las debilidades normales que se apoderan de los seres humanos cuando resultan lesionados en lo más profundo del corazón.
6.- Sin caer en la resignación he tenido que conservarme firme, demostrando consistencia, eliminando de mi mente lo que pueda conducirme a la inestabilidad, a la fragilidad en mi proceder. He mantenido inquebrantable, inmutable, la voluntad para tener aguante, entereza y vigor.
7.- Hoy se cumplen 85 meses de la tentativa de asesinato de que fue víctima mi hijo Jordi; y la espera de que el proceso judicial llegue a su final está presente en mi conciencia como el día que se ejecutó la acción el fatídico 2 de junio de 2010. La duración de más de siete (7) años no me ha desesperado, por el contrario, ha fortalecido mi confianza de que la justicia va a imperar.
8.- Estoy formado de convicciones que históricamente me han acompañado; a ellas me debo y no renunciaré jamás, bajo ninguna circunstancia. Mis principios, que descansan en la realidad de las cosas, me llevan a la certeza; me arman de seguridad para esperar el fallo que ha de concluir honrando la justicia, la ley y el derecho. Lo bueno y sano ha de prevalecer.