El próximo 5 de mayo se cumplirán 200 años del nacimiento de Karl Marx. Como todo autor clásico, el autor del Capital sigue siendo objeto de reflexión y estudio. Nuevos libros, exposiciones y presentaciones artísticas surgen, desde Alemana hasta Argentina, para reconocer a uno de los pensadores sociales más influyentes de todos los tiempos.
Todavía resulta difícil asumir una postura de distancia académica con respecto a un filósofo cuyo pensamiento dividió a un segmento importante de la humanidad en acólitos fanáticos y dogmáticos antimarxistas. Todavía faltan muchos años para que su obra pueda ser valorada con sobriedad más allá de las pasiones que genera desde el punto de vista político.
Sin embargo, es innegable que, compartamos o no su pensamiento, la obra de Marx deja un legado extraordinario para la historia de la filosofía y de las ciencias sociales.
Parte de ese legado es que la teoría marxiana contiene precedentes importantes de lo que durante el siglo XX llegaríamos a llamar “filosofía las prácticas científicas”. Desde esta óptica, el conocimiento no constituye un sistema de teorías que generan prácticas, sino más bien una actividad que genera conocimientos y constituye nuestro criterio de validez para las creencias.
También, el legado de Marx nos lleva a importantizar el papel que juegan las estructuras económicas de la sociedad en la configuración de las ideas. Es innegable que los conceptos no se dan en el cielo, que nacen de complejos contextos históricos y que los conflictos ideológicos que muchas veces parecen divorciados de los procesos materiales, responden con frecuencia a las contradicciones que operan dentro de estos procesos.
Como también, permanece el legado de la crítica de Marx a la sociedad capitalista. Ciertamente, las características de esta sociedad son muy distintas a las que él analizó y muchas de las implicaciones que infirió de las mismas han sido refutadas. Pero no ha quedado anacrónico el debate que nace a partir de su obra sobre los mecanismos ocultos de la explotación económica relacionados con el capital, las desigualdades sociales generadas por el mercado, ni los procesos de alienación económica, política e ideológica que todavía envilecen a la humanidad.