Loma de Miranda, sentada entre La vega y Bonao, es el centro de un forcejeo de antología entre, de una parte, depredadores inhabilitados para incluir en sus fríos cálculos algo más que rentabilidad y acumulación y, de la otra, muchísima gente –no digo todo un pueblo porque no lo he inventariado- que en el Cibao o desde la frontera, por el este o en la gran capital, en el noroeste y todo el sur, ha declarado amor a esa moña verde y ha jurado impedir hasta a costa de su vida que la violen.
Como en otros muchos casos, muchísimos (al respecto habrá una próxima nota), la corporación del Partido de la Liberación Dominicana, (Gobierno, Comité Político, Congreso, Bocinas, etc.) jugó a jugar. Exceptuando al senador de Monseñor Nouel, que fue coherentemente malo, todos los otros abrazaron la estrategia de ni una cosa ni la otra, sino todo lo contrario, y viceversa, pero con beneficio.
El Senado lo convirtieron en una tabla, competían entre quiénes estaban más dispuestos a dar la vida por la Loma, le dieron prioridad, lo aprobaron en brazos de enjundiosas intervenciones y se batían el pecho -oh valentía del mono!- tras aprobar lo popular: Loma Miranda, Parque Nacional. Parecía que el slogan morado de servir al pueblo había resucitado.
Lo llevaron bautizado ley al Palacio Nacional. Danilo callaba, los depredadores se movían con maletines de convencimiento a comunicadores, opinadores, políticos y compadres influyentes, mientras los de la corporación se decían unos a otros que, con esa aprobación, se limpiaban un poco, y celebraban.
El otro, el presidente de la corporación se manejaba, decía a los depredadores: Ese es un tema difícil y nosotros queremos respetar la independencia de los poderes, mientras les decía al otro bando: mientras gobierne el PLD mande, está garantizado en interés nacional, no es Danilo quien gobierna, sino el Comité Político del PLD. Euclides Gutiérrez le reforzaba.
Y Danilo callaba. Iban y venían los organismos internacionales, lobistas y los beneficiarios del patio que cobraron a la flor. Llegó el día, y a la última hora el Presidente firmó, hasta en un papel con errores en el timbrado: Ley rechazada, Ley devuelta!.
En Senado, el de los discursos de la sangre por la Patria, recogió banderas y renegó de la ley toda, no de unos puntos, sino de la ley completa. Casi todo el Senado, apenas excluyendo a tres, e incluyendo a Reinaldo Pared, su presidente por muchos años y aspirante presidencial. Otra vez decidieron sin leer? . Si es verdad avergüenza, si es mentira, indigna.
Comité Político, Poder Ejecutivo, Congreso, Senado, Bocinas, toda la corporación quedó al desnudo, sin reparar en que lo hacía frente a una loma virgen, verde, fructífera e inspiradora como la de Miranda, un verde mo;o de dignidad nacional entre La Vega y Bonao.