Mucho se ha dicho y escrito en los últimos días sobre Loma Miranda: populismo, traidores, estado de derecho, fundamentalismo medioambientalista, capitalismo minero salvaje, desarrollo, etc., etc. Pero desde el punto de vista político, el caso es insólito.
Si el Congreso estuviera dominado por un partido de oposición, lo sucedido fuera normal. Si el Comité Político del PLD fuera débil, lo acontecido no sorprendiera. Si en el PLD hubiese dos facciones enfrentadas, se entendería un traspié. Pero no, el PLD controla el Poder Ejecutivo y Legislativo; es un partido disciplinado donde se respetan las decisiones superiores; las dos facciones (de Leonel Fernández y Danilo Medina) no están en disputa abierta; además, casi todos los legisladores votaron igual.
Entonces, ¿qué sucedió con Loma Miranda?
Dos explicaciones muy publicitadas me parecen deficientes: el populismo y el poder del gran capital.
Se ha dicho hasta la saciedad que los legisladores actuaron bajo presión del pueblo; es decir, que el populismo los llevó a votar irracionalmente por Loma Miranda Parque Nacional. No encuentro suficiente sustento para esta explicación porque los grupos que han protestado son minoritarios, y aunque un 80% de la población diga en encuestas que así lo quiere, el presidente Medina y los legisladores tuvieron tiempo suficiente para moldear la opinión pública con los mismos argumentos presentados en el veto presidencial. ¿Por qué no lo hicieron? El populismo fallido no tiene rédito político. ¿Son tan tontos los legisladores?
Otra explicación es que el gran capital nacional e internacional dobló la mano al Presidente. Tampoco me parece la razón principal, aunque ciertamente el veto expresa el deseo empresarial. Veamos, Danilo Medina denunció el contrato con la Barrick Gold en febrero de 2013 no porque se oponía a la inversión extranjera, sino porque aún después del aumento de impuestos necesitaba más dinero. Sabe también que el gobierno necesita la inversión extranjera para mantener un flujo de divisas que ayude a contener la devaluación del peso; y que necesita impuestos de exportación para su presupuesto. Además, el gobierno no se iba a enredar en costosas disputas internacionales con las compañías mineras. Por todas estas razones no había que doblarle la mano al Presidente; caería solita.
A dos años de gobierno es obvio que ante las controversias, Danilo Medina toma posición después que todos los sectores opinantes se han desgañitado, incluso exponiendo al ridículo a sus funcionarios que se embarcan en defender causas que no pasan en su momento (caso Bahía de las Águilas, aumento de peajes, impuesto a las compras por internet). Pero Medina también baja línea cuando quiere la aprobación de una ley, como sucedió con la Ley 169-14 ante la crisis generada por la Sentencia TC 168-13. En el caso de Loma Miranda lo hizo mediante el veto. Ahora los legisladores han quedado mal parados porque aprobaron una ley con fallos jurídicos, y de patriotas envalentonados pasaron a simples corderitos.
El veto puede ser impopular en ciertos sectores, pero Danilo Medina es el más ganancioso. El congreso se deslució, y a los líderes del movimiento social sólo les queda tragarse el veto, o ir a la calle donde recibirán el azote mediático y quizás policial. Medina ya recibió apoyo empresarial, y para la mayoría de la población, Loma Miranda es un tema circunstancial.
El episodio, no obstante, revela una gran irresponsabilidad del gobierno en un tema sensitivo. Pudieron encauzar a tiempo el debate nacional y producir una solución prudente y de amplia comprensión en vez de promover algarabía.
Si ahora hay muertos o heridos, no será simplemente obra de los “revoltosos”, sino fundamentalmente del gobierno.
Artículo publicado en el periódico HOY