Como había advertido en la primera semana de junio pasado en un artículo publicado en este mismo medio, el presidente Danilo Medina no promulgó –sino que devolvió por inconstitucional- la ley que declararía a loma Miranda parque nacional con el solo propósito de impedir que Falcondo extraiga materiales para obtener ferroníquel y continuar sus operaciones al menos por veinte años más.
Los términos de la carta enviada por el Jefe del Estado al Senado no solo son una objeción a dar curso a una ley que cualquier estudiante de Derecho sabría que viola derechos adquiridos, pero que cerca de 200 legisladores que la aprobaron ignoran o les importa que una vez más se ponga la Constitución de alfombra para ellos “ensuciarse” en ella.
Como es ya costumbre, la mayoría de los diputados y senadores, borrachos de populismo para buscar su reelección como complemento del clientelismo huérfano de ideas y de programas, aprobaron en forma aplastante el proyecto que declararía a Miranda parque nacional sin tomar en cuenta que es la misma Constitución la que establece, en su artículo 110, que “en ningún caso los poderes públicos o la ley podrán afectar o alterar la seguridad jurídica derivada de situaciones establecidas conforme a legislación anterior”.
También olvidaron los honorables legisladores, sin reparar en el daño que hacen al Estado de derecho y a la misma Constitución, que solo el poder Ejecutivo y el poder Judicial pueden intervenir para apoderarse legalmente de propiedades ajenas (como es el caso de Miranda) siempre que se indemnice convenientemente a sus legítimos propietarios.
Después de la aprobación atropellante –sin tomar en cuenta opiniones técnicas- de Miranda como parque nacional, ha quedado en evidencia que el Ministerio de Medio Ambiente es una agencia de empleos sin ninguna autoridad técnica, donde se niegan licencias ambientales a empresas reputadas para operar industrias de punta, pero se conceden al Estado aunque el estudio sea un mamotreto entregado a destiempo.
No tengo ninguna duda de que Falcondo tiene todo el derecho de extraer materiales en Miranda. Para mí, esa no es la discusión, pues el Estado le otorgó una concesión de exploración con el propósito exclusivo de que si había mineral con valor comercial, los extrajera, los vendiera y le entregara la parte que corresponde de las ganancias y los impuestos al gobierno.
La concesión de Falcondo –antes Falconbrige- es anterior a la existencia de la Ley General de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Ley 64-00), por tanto nadie puede dudar que Falcondo tiene pleno derecho de obtener materiales en Miranda, Ortega, Caribe y otros predios de la concesión pactada con el Estado, aunque ciertamente –después de la Ley de Medio Ambiente- tiene que hacerlo conforme a los requerimientos que ella dispone: un Estudio de Impacto Ambiental que responda a los parámetros establecidos por el Ministerio de Medio Ambiente, un Plan de Remediación y un compromiso de asumir buenas prácticas de la minería como se han estandarizado en todo el mundo.
La minera tiene que hacer su extracción con prácticas sujetas a la Ley de Medio Ambiente, pero la Ley de Medio Ambiente no puede utilizarse para impedir que Falcondo disfrute un derecho que le da la Constitución, la Ley Minera 146-71 y el contrato con el Estado dominicano.
Sépalo o no Falcondo y sus abogados, esa empresa tiene derechos de extracción de minerales en Miranda porque la concesión otorgada por el Estado es expresa y explícita en cuanto a que el propósito del permiso de exploración otorgado fue el paso previo para sacar ferroníquel para su procesamiento y comercialización, para lo cual el mismo Estado accedió bajo la condición de recibir el 50% de los beneficios netos, más el pago de impuestos tanto de la empresa como de sus trabajadores y contratistas. El gobierno siempre ha aceptado ese dinero muy gustosamente.
Todo cuanto tiene que hacer Falcondo para iniciar operaciones en Miranda es preparar su Estudio de Impacto Ambiental conforme a los “términos de referencia” del Ministerio de Medio Ambiente en los que se garantice que los bosques afectados con el minado serán repuestos y el curso de agua (río Jatubey) que está próximo a la zona a minar no sea alterado con la operación. ¡Nada más!
¿Con qué moral el Ministerio de Medio Ambiente que permitió que el mismo gobierno iniciara plantas a carbón en Punta Catalina, Baní, sin ningún tipo de licencia ambiental, a orillas del mar, frente a la reserva científica “Erick Leonard Edman” de la Loma La Barbacoa y del parque nacional “Máximo Gómez”, sobre 135,000 habitantes indefensos porque en Baní no hay autoridades sino candidatos, quiere impedirle a Falcondo que ejecute un derecho adquirido que por demás da empleo digno a miles de trabajadores y dinamiza la economía de Bonao y La Vega?
Con la aceptación del Senado de la objeción del presidente Medina a la ley que declararía parque nacional a Miranda, los legisladores deben aprender que “el populismo legislativo” es una degeneración inaceptable y que hay un Presidente que si bien quiere ser popular, por encima de eso colocó su responsabilidad para no permitir vulneraciones groseras del ordenamiento constitucional.
Al obispo Camilo y sus 57 sacerdotes que derrocharon tanta energía en una causa perdida de antemano, no les puedo decir nada porque ellos lo saben todo. Pero para los sectores “populares”, constituidos por las cabezas de las reminiscencias de grupos de izquierda y movimientos sociales y ambientalistas, la lección debe ser que cuando se lucha sin estrategia, se puede manipular la ignorancia de gente honesta del pueblo, pero nunca se puede sobrepasar –por más voluntad que se tenga- del luchismo que desgasta a un partido del sistema (o a un dirigente) para recomponer a otro que actúa en forma similar e incluso se cobija bajo la misma bandera. ¡Por eso nunca ganan nada: ni fuerza organizada, ni votos, ni credibilidad para otras batallas!
Se comprende que haya “líderes” que por cerca de 50 años vivan de la “exhibición heroica de su personalidad”, pero eso no les da derecho a embrutecer a las jóvenes generaciones que van de frustración en frustración sin ver un solo acontecimiento de avance y mucho menos de victoria.
¡Basta de torpezas, que ya parecen payasos con uniformes de comandantes sin ideas, sin tropas, sin perspectivas y sin esperanzas!