Hay quien dice que yo escribo; otros, que soy escritora –que no es lo mismo, claro.- Yo solo sé que ellas, las letras, vienen a mí solitas. Yo no las busco. Y les confieso el placer que me produce acomodarlas y darles buena forma, para aquellos anónimos y conocidos que osan ocupar su tiempo y atención leyéndolas luego.
Descanso sobre mi mecedora para viejitas y medito el artículo de este sábado; ninguna idea en particular viene a mi encuentro. Entonces enciendo el televisor y me encuentro con los últimos minutos de la película “Mente Brillante” ––Beautiful Mind, en inglés-. En lo que considero una de las mejores escenas del filme, el científico Nash –interpretado brillantemente por Russel Crowe- afirma estar loco. Le dice a su interlocutor que toma pastillas de última generación y que sigue viendo cosas que no existen. “He decidido renunciar a mi manía por los patrones, y a mi gusto por soñar despierto”, le explica.
Para mí fue suficiente. ¡Vinieron todas! Las letras se amotinaron como lo harían los espermas más veloces de una maratón post-coito para insertarse en el óvulo –mi mente- Y la idea me penetró sin duda y con seguridad meridiana: ¡Estoy loca!
¡Estoy loca!
Me la paso viendo cosas que no existen. Entiendan bien, no las imagino ¡las veo a diario en mi país! Veo cómo los indicadores económicos que, de cuando en cuando, nos ofrece el Banco Central, arrojan cifras cada vez más alentadoras sobre nuestra rica economía. Además, en estas últimas dos décadas, he observado cómo el analfabetismo se vuelve cosa del pasado y la pedagogía comienza a verse como una disciplina de mucho respeto, encontrándose entre las más concurridas en los centros de altos estudios.
Días pasados estuve ejercitándome por la Ave. Amín Abel Hasbún –antes George Washington- y pude ver de lejos a aquella señora que en el segundo gobierno de Leonel Fernández protagonizó un escándalo de corrupción por el desayuno escolar. Pues sí…, más loca no puedo estar, porque juro que la vi con su mameluco negro de rayas blancas –¿o era blanco de rayas negras?-. Bueno, el caso es que la señora cumple condena, pero por otra “indelicadeza”, y aparte de estar detenida en Najayo Mujeres, realiza trabajos para la comunidad manteniendo los andenes prolijos y los jardines cuidados –junto a un grupo de compañeritos-. Todo esto lo veo…
Yo la verdad que estoy fascinada con mis visiones, y a diferencia del Sr. Nash, no he renunciado a la pasión de soñar despierta. Pues me la paso soñando escuelas de arte en todos los barrios. En mi locura, nuestros atletas son los niños mimados del Ministerio de Deportes. En las escuelas ya no hay asignatura de religión; en su lugar se imparte una denominada “Civismo y Humanidades”. Las clases de historia se imparten con un alto sentido de criticidad y análisis, yendo más allá de las fechas y los protagonistas de los hechos. Se ofrecen becas por ciencia y deportes. ¡Ah! También veo que no matan mujeres como si fueran moscas, y la mortalidad infantil roza cifras que apenas promedian.
Este mes, antes de que entre la brisita de fin de año, me daré una vueltecita por cualquiera de los ríos y arroyos cuyas aguas han recuperado fuerzas, gracias al trabajo del Ministerio de Medio Ambiente. Porque veo las lomas tupidas de árboles y los ríos se gozan de agua cristalina y pececitos de colores. Además, la agricultura ha resurgido, por lo que la migración campo-ciudad cada vez es menos necesaria.
En mis visiones más locas llegué a ver las calles repletas de gente, luchando, reclamando como el soberano que es, rescatando su dignidad. Casi no hay bancas de apuestas, donde sea te encuentras con una librería pública, porque en Dominicana se lee, ¡y bastante!. Hay muchos estacionamientos de bicicletas y quien no tiene una, puede alquilarla….de hecho, en mis visiones si sé montar bicicletas, así de loca ando.
Les dejo, voy por mi medicación…