Crear un público para la cultura, ese es el común denominador de toda acción cultural.

El país no ha respondido a ese divisor. Un ejemplo batiente es la ausencia de librerías, de bibliotecas en las escuelas públicas.

Si funcionara un programa de promoción de la lectura no tendríamos la realidad tan obvia de ese rezago cultural que se expresa cada año con el maquillado evento conocido como Feria Internacional del Libro.

Lo mismo ocurre en todas las demás artes. Y los medios de prensa se han hecho eco de la situación, pero las voces del Ministerio de Cultura justifican y banderean acciones para las que se les paga un salario.

Es verdad, han hecho un trabajo y un gran esfuerzo, pero se ha quedado en estado gaseoso.

Cada elemento pagado por el estado para que gestione la cultura, debe ser y puede ser un agente multiplicador, pero ante todo debe y puede ser un cultivador. Tarea gigantesca que, por supuesto NO ha cumplido el Ministerio de Cultura con los dos que han dirigido desde su fundación: Tony Raful (2000-2004) y José Rafael Lantigua (2004-2012, gracias a Dios).

Y, sin embargo, la “tierra” está nutrida. Lista para ser sembrada. Lista para ser participe. Lista para recibir de nuevo la cultura embargadapor la burocracia estatal. Y eso ocurrió porque se ha habituadola intervención quirúrgica de acciones sin medir consecuencias.

Como en una lobotomía cerebral, ésta que llamo de lobotomía cultural, no hay cómo dar marcha atrás para reparar el mal que se ha hecho.

Quizás estemos necesitando armar un programa de alfabetización cultural con lo que hay, y esperar que funcione para, como el ave fénix, renacer de las cenizas.

Sembrar, sembrar, sembrar… para que el pueblo coseche su propia cultura y esparza sus propias semillas.

Sembrar, pero sembrar con los intereses culturales de la gente, no de un puñado de sabelotodo. Crear espacios, invertir en la creación de públicos de sus propias obras.

Hay tantas oportunidades para esto que me da pena ver que los que están no saben qué hacer, cuando hay tanta gente que sí sabe qué hacer y lo hace contra viento y marea.