Todos los seres humanos nos movemos en función de intereses, los cuales defendemos con una mayor o menor vehemencia de acuerdo a la pasión asumida. Escuchar las posiciones de los interesados en que se geste un proyecto y a los que no lo están es importante para que los encargados de legislar o tomar decisiones en una sociedad cualquiera asuman los mejores intereses de las mayorías. Esta es una realidad en todas las sociedades del mundo, todo ser humano tiene intereses particulares que pueden colindar con la de otros, que pueden ser la mayoría y representar beneficios comunes inclusivos, pero también existen otros que no piensan igual y que sus intereses distan de los anteriores, asumiendo que lo ventajoso para su grupo o sector es lo que le conviene la sociedad.

Muchos grupos y personas no saben cómo lograr hacer valer sus posiciones, aparte de hacerlas saber por la prensa, enviar cartas o visitar legisladores y funcionarios. Hacer que tomen en cuenta sus razones puede implicar llevar y explicar el mensaje a quien o quienes deben escucharlo, a esos que tienen el poder de hacer realidad lo que se desea, en la forma que corresponda. Es bien conocido que toda acción genera una reacción y siempre existirán opiniones contrarias a cualquier tipo de proyecto, aún para aquellos que a todas luces sean positivos. Aquí cobra importancia la gestión de hacer conciencia de los beneficios y perjuicios que puedan acarrear cualquier plan que se desee desarrollar. Contrario a hacer valer la voluntad de un sector, dadas las conexiones políticas, por encima de los demás y de los intereses de las mayorías. Esto último se conoce como Tráfico de Influencias, pues pueden asumirse decisiones acreditando ayudas dispensadas en procesos electivos o quizás por posibles acciones no muy puras.
El lobbismo, consiste en representar a un grupo de interés para provocar votaciones legislativas a favor o en que funcionarios públicos asuman decisiones que generaran facilidades o ventajas, dicho de otra forma, son los esfuerzos enfocados en obstaculizar, enmendar o aprobar propuestas legislativas o normas de entes reguladores, a nivel municipal, provincial o nacional.

Para Francisco Javier Ramos Núñez, en su artículo titulado “El Lobbismo en la República Dominicana”, indica que las leyes “pueden afectar o determinar en gran medida el funcionamiento de las organizaciones públicas, privadas o no gubernamentales; así como sectores económicos y  sociales, siendo necesaria la participación de los distintos grupos para la construcción de leyes y toma de decisiones que no perjudiquen sus intereses ni lacere las demás partes afectadas.” Agrega que “Cabildeo”, “Grupos de Presión” o “Lobby” es el trabajo de mediación entre las distintas organizaciones o grupos de aludidos en un proyecto de ley o plan, que requiere tanto de una planificación estratégica como de aptitudes de sociología, política, psicología, derecho y Relaciones Públicas.

Además, cita una entrevista de la consultora de comunicación Llorente & Cuenca, a David Redolí, presidente del Consejo Directivo de la Asociación de Comunicación Política (ACOP) de España, quien dijo: “el lobby bien entendido busca la anticipación como factor clave para lograr resultados”, asegurando que es un lobbista puede iniciar su trabajo desde antes de que la ley o resolución sea un anteproyecto.

Lobby es un término anglosajón que significa “Sala de Estar”.

Existen registros del siglo XIX, en los que llamaban lobbies a los salones situados antes de llegar al local de la Cámara de los Comunes en Inglaterra, donde comerciantes y políticos charlaban con legisladores con el objetivo de lograr que les favorecieran. Este es quizás el origen del término. Aunque algunos indican que proviene del hecho de que, después del incendio en la Casa Blanca, el general Ulysess S. Grant se instaló en el lobby del Hotel Willard en la capital Norteamérica, que pronto se llenó de cabilderos.

El lobbista debe utilizar la información como instrumento, no como un fin. De aquí que el presidente Kennedy haya dicho una vez que: “Los lobbistas me hacen entender un problema en 10 minutos, mientras que mis colaboradores tardan tres días.[]

La Unión de Libertades Civiles, una organización norteamericana, redactó una suerte de código para quienes se ocupa de estas actividades:

1. Escribir a los legisladores sobre el tema, solicitando que respondan la carta y expresen sus opiniones. De este modo tendremos los puntos de vista de los legisladores, 2. Averiguar e intimar al staff de los legisladores para exponerles las inquietudes correspondientes. Recordar que el staff es uno de los medios más eficientes para lograr resultados, 3. Visitar en su propia casa a los legisladores, aprovechando los recesos o el fin de semana. Fuera de Washington, en su propio domicilio son más accesibles, 4. Comprometer a los amigos y a los asesores de los legisladores a favor del lobbying que se esté desarrollando, 5. Escribir cartas a los editores de los diarios, 6. Presionar sobre los medios de comunicación, 7. Interiorizar a periodistas, columnistas, editores sobre los propósitos que se diseñen, 8. Formar coaliciones con otros grupos interesados, 9. Obtener de distintos grupos o personalidades declaraciones favorables a los objetivos buscados, 10. Enviar estas declaraciones a los legisladores, 11. Lograr adhesiones en general para todos lo algunos de los pasos del programa en ejecución.

En la próxima entrega trataré sobre la situación y el tratamiento dado al lobbismo en otros países y la necesidad de una regulación local.