No importa el prisma para algunos, o, la perspectiva desde la cual se vea el monstruoso crimen contra la persona humana de Yuniol Ramírez para otros, este hecho hiere la condición humana, lacera la confianza en el Estado y gobierno dominicano y, destruye la paz social y la seguridad ciudadana.
“Y dijo Caín a su hermano Abel: Salgamos al campo. Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató…Y Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano? (Génesis 4,8-9).
El comportamiento de los órganos, Ministerio Público, de persecución penal de la criminalidad y los llamados jurisdiccionales constituidos para dar y establecer de cada quien su responsabilidad, frente a este hecho abominable en su forma y manera, es triste y lamentable, digno ser rechazado como una conducta reprochable impropia de su naturaleza y misión.
Un silencio bochornoso que más que administración de prudencia, resulta y deviene en complicidad y justificación, es grave y repugnante en horas tan amargas para una familia cuando se trata de la destrucción de la vida de uno de sus miembros. Acciones extraordinarias que más que signo de irresponsabilidad, resultan ser un símil del síndrome de defecación del gato, cuando tratan de tapar la cacá del felino criminal con una intervención de distracción de la Cámara de Cuentas,que investiga la corrupción de la OMSA.En vez,el Procurador General de la República , crear un mecanismo multilateral y conjunto como indica el código procesal penal en su art. 159, que realice de forma científica, el objeto de la investigación, que permita desvelar la verdad del atroz y vulgar asesinato de Yuniol Ramírez.
Lo de Yuniol es un crimen de Estado, practicado en la forma más grave y degradante.Es un acto aberrante de funcionarios en el ejercicio pervertido de sus obligaciones. Es una violación de derechos humanos, en su dimensión más sagrada, la vida. En ocasión de este tipo de violación, los presupuestos procesales que como principios para la acción en justicia, el art. 85 del Código Procesal Penal inviste cualquier ciudadano a actuar y querellarse contra la red criminal que encabezaba y dirigía Manuel Rivas y compartes.
Don Juan Bosch, decía que quien a cualquier precio y de la forma que sea, sin importar las inconductas para lograr el poder, llega; hará lo propio y cosas peores e insospechables moralmente, para mantenerse. Como para los danilistas que gobiernan, don Juan representa un lastre del pasado y un modelo ético y político inviable, frente al erigido anarquismo de la tribu danalista, citaré otra fuente para sustentar estas reflexiones.
La editorial Gedisa, publica de Mario Bunge, un texto que viene como anillo al dedo revisar a propósito de todo este relativismo ético que como cultura tratan de imponer los danilistas, se trata de la tesis de Filosofía Política, en la que el citado autor aborda los temas de Solidaridad, Cooperación y Democracia Integral. En su página 101, se platea un razonamiento que como reflexión ilumina con verdad, este oscuro y enmarañado acto vil, cruel y salvaje asesinato de Yuniol Ramírez, que cito: “El tribalismo moral no está restringido a los grupos marginales… Individuos que de ordinario son racionales, amables, cultos y respetuosos de la ley pueden transformarse en irracionales, crueles y salvajes miembros de la tribu cuando sus líderes políticos, la prensa o los profesores de las universidades de élites les aseguran que está justificado que una nación dada ataque a otra, reprima a un grupo hostil o incluso torture a sospechosos. En tales circunstancias, quienes normalmente son personas amables olvidan repentinamente que toda agresión es criminal, que la venganza es primitiva y contraproducente, que hasta los terroristas tienen derecho a una defensa legal…”
Una vez acaecido el suceso penal abominable, del conocido horrendo asesinato de Yuniol, que constituye, por demás, en los anales de la criminología dominicana, el acontecimiento más escandaloso del que se tenga conocimiento de un supuesto gobierno democrático con ramificaciones que le implican en autoría.No queda de otra que un justo juicio, respeto a las reglas procesales y un compromiso de los tribunales de hacer verdadera justicia.Lo de Yuniol Ramírez es una violación de derechos humanos y un vulgar crimen de Estado, que debe recorrer si es necesario, el camino hasta llegar a la Corte Interamericana de los Derechos Humanos.