Este es un término muy usado por los periodistas para referirse al aumento de los casos en cualquier área; hablan de ola de delincuencia, de atracos, enfermedades, entre otros. A mí la verdad el término me parece más asociado al estado del tiempo referido a olas de calor, de frio y lluvias. En este caso lo he planteado de esta manera como forma de lograr una mejor comprensión de parte de mis lectores.

Asumiendo esta narrativa podríamos decir que estamos frente a una ola de feminicidios en el país. Olas que durante este año han sido muy repetidas y que de acuerdo a datos de la Procuraduría General de la República, una proyección hacia el final del año nos dará una cifra por encima de las registradas en los últimos 10 años.

Pensando en esto me hice la pregunta ¿Qué activa, genera o  trae como consecuencia una ola más de feminicidios? Tristemente, nada que pueda cambiar la situación. Desde el trabajo que hago junto a un equipo de profesionales en el Centro de Atención a Sobrevivientes de Violencia observo lo que pasa y me gustaría compartir mis observaciones:

  • Este lugar, donde hacemos un trabajo serio para la recuperación emocional y la reinserción social de las mujeres que denuncian violencia conyugal en el Distrito, no es muy importantizado por la prensa pues no produce escándalos que llamen la atención. Sin embargo, cuando tenemos una ola de feminicidios, comienza a ser solicitado por los periodistas para hacer entrevistas que tienen las mismas preguntas de la ola anterior y que reflejan claramente la idea distorsionada de que desde el Ministerio Público vendrá la solución del problema. Al igual que en esta Unidad, en otras se entrevista a fiscales del área de violencia contra la mujer en cada una de estas olas, quienes de nuevo describen el trabajo que hacen, ofrecen las estadísticas de las muertes y motivan a las mujeres a denunciar.
  • Otra cosa que pasa en el Centro de Atención a Sobrevivientes de violencia producto de cada ola de feminicidio, es una alteración emocional que se caracteriza por el miedo, la ansiedad y la angustia de un grupo de las mujeres que atendemos y que llegan aterrorizadas por la idea de ser la próxima víctima. Suponemos que esto le pasará a muchas mujeres dominicanas que viven violencia y no han podido salir de ella.
  • Además, estas olas pueden producir uno que otro artículo de opinión de parte de profesionales reconocidas  que durante muchos años han trabajado por los derechos de las mujeres intentando explicar y ofrecer alternativas de solución al problema.
  • De igual modo a través de las redes sociales se pueden expresar algunas personas indignadas frente a otro asesinato de una mujer por parte de su pareja.
  • Nuria o Alicia Ortega en El Informe pueden mostrar una historia más de violencia de alguna mujer dominicana que sufre en carne propia la violencia; o comunicadoras sensibles y de larga data pueden reaccionar, opinar y reclamar acciones más concretas para afrontar la problemática.
  • Una ola de feminicidios puede también provocar un minuto de silencio en el Congreso Nacional por las mujeres asesinadas. Silencio que, dicho sea de paso, es muy simbólico   tomando en cuenta que es una de las características principales que sostiene y perpetúa la violencia.

Lamentablemente esto es lo único que provoca una nueva oleada de feminicidios en el país. Talvez debería provocar reuniones de emergencia del gobierno para revisar la inversión económica que se está haciendo en el tema para evitar más muertes de las mujeres; o coordinaciones con los Ministerios de Educación, Salud, de la Mujer y todos los demás para revisar políticas públicas, programas de prevención, educación desde los primeros años y por cada una de las etapas de desarrollo de los niños, niñas y adolescentes. O podría provocar una convocatoria a los medios de comunicación para evaluar los mensajes que se transmiten o crear campañas masivas de educación a la población. O siendo más ambiciosos podríamos esperar que las iglesias, clubes culturales, asociaciones comunitarias, pudiesen ser motivados a generar alternativas preventivas de acuerdo a cada una de sus poblaciones.

Pero nada de esto ocurre y saben por qué, pues porque las mujeres en esta cultura no valen por sí mismas. Gracias a la ideología del patriarcado las mujeres valen por la pareja, el padre o el dinero que tengan. Si en lo que va del año tuviésemos en el país 54 hombres asesinados por sus parejas o ex parejas, posiblemente viviríamos casi una guerra civil o las protestas no pararían, pero por supuesto como son las mujeres, no pasa nada.

Y está más que probada la fuerza de las mujeres para reinventarse, seguir hacia adelante con toda la carga y  aún en contra de todo pronóstico; el día de las madres se celebra en el país con todos los honores para ellas; se dice que son el pilar principal de la familia, pero mueren cada día asesinadas por los hombres que han sido parte de sus historias y no pasa nada. Sencillamente porque en este sistema de creencias  las mujeres  no valen como seres humanos individuales sino como madres, esposas o hijas.

Y con cada ola quienes trabajamos junto a ellas para defender sus vidas, nos quedamos con la ilusión de que algún día ocurra algo diferente, que aunque sea muy fuerte decirlo, las olas de muerte de las mujeres valgan la pena para por lo menos dar inicio a medidas y decisiones que ataquen la raíz del problema, que se den respuestas reales y no maquilladas para que creamos que es cierto que las mujeres tienen algún valor en este país.