En 1927 Horacio Vásquez tuvo su Gran Exposición Nacional, en 1955 Trujillo su Feria de la Paz. Mientras tanto, ya se había proyectado el Faro a Colón y la Semana Aniversaria de Petán Trujillo fue la proclamación de que éramos durante par de días el ombligo del mundo musical latinoamericano.

Ya lo sabemos: los enanos siempre andarán con el pecho adelante y con tremendo vozarrón, las boquitas pintadas querrán demostrar que no tienen suficientes bocas y cada quien buscará sus tacones para alcanzar alguna nube y utilizarla como foco.

(Sueña, Pilarín: el 31 de mayo no mataron a Trujillo, lo que hicieron fue poner un largo anuncio hasta 1966, y desde entonces, rompan filas y viva el Jefe.)

Todas esas maneras de magnificarse en el espacio, de imponerse en el imaginario como "lo único", ha impregnado la moderna cultura dominicana.

Joaquín Balaguer completó en 1992 una idea que en principio lucía interesante pero que luego devino en puro adefesio: el Faro a Colón. (En este 2017 las polillas se están comiendo al mismo Faro, puerta por puerta).

Ahora concluyó el Festival Presidente y más de mil 200 millones de pesos se diluyeron entre 25 superestrellas y un reguero de faranduleros.

En este año ya celebramos una supermillonaria Feria del Libro con menores logros que el Titanic, mientras queda pendiente otro millonario Festival de la Poesía en el que no veremos un solo buen libro de poesía, porque los buenos poetas dominicanos le huyen al Ministerio de Cultura como el coyote al correcaminos. En República Dominicana, para sus más de 10 millones de habitantes, solo tenemos una librería que merece ser llamada así, mientras la Editora Nacional bombea libros horrorosos, el Ministerio no apoya a las editoriales, ni las investigaciones, ni establece diálogos porque "no" se sienta como "alimañas". Tampoco reconoce ni apoya al talento a menos que se suba en las patanas con sus bocinas o halague  a su Señoría, la oztia tío. ¿Alguien se ha preguntado por qué nuestros mejores escritores jóvenes están fuera de la Isla dominicana? ¿Quién se preguntará por Josefina Báez, Rita Indiana, Rey Andújar, Juan Dicent, Alejandro González, entre otros?

Mientras Cerveza Presidente le niega unos chelitos a Freddy Ginebra para que continúe con su mítico Concurso de Cuentos en Casa de  Teatro, no repara en coquetería alguna para las estrellas de su Festival. Y de paso, ¿encontraremos en el mercado local una cerveza peor que la "Presidente light"?

Tanto monopolio, tanta inversión, diversión y por qué no, su chin de perversión, ¿puede escapársele a nuestros marchosos y marchantes, a la izquierda, la masa crítica, los preocupados por la ola de violencia y los salvadores de almas? ¿Dónde están nuestros cristianos? ¿Sacaría Jesús su látigo o bendecería las canciones de Maluma? ¿Dónde están las feministas que no se dieran cuenta de que ninguna mujer se subió a la tarima Presidente?

Podría hacerme ochenta preguntas más y seguramente seguiría cavándome mi tumba.