Lo primero es que no se perfila ningún cambio importante en materia de reformas institucionales o estructurales.
Quizás salga a la luz el Pacto Eléctrico, aunque está lejos de ser producto de un consenso, ni siquiera de los que estuvieron en la comisión formada por el Gobierno y que se constituyeron en varias mesas de trabajo hace ya mas de 3 años,
Tampoco están de acuerdo con el producto obtenido a la fuerza, muchos sectores del ámbito empresarial y varios partidos políticos importantes.
El Pacto está ahora en las nubes esperando que hará el ejecutivo con esa reforma que parecería formará parte de muchas otras que se han quedado en los archivos muerto de alguna entidad pública.
La impostergable reforma fiscal es lo mas parecido a un cuento de hadas, como lo es la revisión del Código Laboral o la trastocada reforma del Sector Salud, entre otras. La educación requiere también grandes transformaciones ya que el 4% del PIB no mejorará en nada la calidad de nuestro estudiantado mientras la burocracia se traga gran parte de ese dinero.
Hay en el camino algunas iniciativas interesantes que podrían verse tronchadas antes de respirar. Por ejemplo, La ley de Sincerización Patrimonial, la amnistía fiscal para que los contribuyentes transparentan sus bienes e ingresos y la transferencia de la deuda del Banco Central y la responsabilidad de emitir título, al Ministerio de Hacienda.
Quizás esta última medida contribuya a un cierto deslizamiento de la tasa de cambio fijándola en niveles mas competitivo ya que por más de 15 años el peso dominicano ha estado anclado y sobrevaluado gracias a la venta de títulos del Banco Central para desmonetizar la economía.
Además, el cuantioso déficit cuasifiscal, que ya alcanza un 1.5% del PIB, se podría reducir gradualmente.
La deuda pública y el déficit seguirán aumentando y los dos presupuestos que le toca elaborar al actual gobierno serán altamente deficitarios. La deuda se acercará en el 2020 a un 57% del PIB y el déficit consolidado a un 4.5% del PIB.
El déficit de la cuenta corriente de la Balanza de Pagos aumentará a un 3% o 4% del PIB, por el precio del petróleo que continuará en alza o se mantendrá sobre los US$60 el barril.
También influye las mayores tasas de interés impuestas por la FED, que seguirán aumentando en el corto plazo restringiendo los flujos financieros a nivel mundial.
Además, los riesgos inflacionarios que se avecinan en la economía norteamericana derivados del ajuste fiscal que redujo el ISR a empresas y personas, harán más probables ajustes periódicos en las tasas de interés.
A esto se suma también un posible reflujo (o disminución) del dinero sucio que circula en la economía dominicana producto del lavado y la corrupción, si la ley aprobada recientemente se hace efectiva.
Ya lo veremos en la venta de inmuebles, construcción de torres, venta de vehículos, casinos, venta de combustibles y derivados del petróleo y otros negocios que ofrecen excelentes condiciones para el lavado de dinero. Hago la aclaración de que no todos lo hacen.
Igualmente, la brecha comercial podría continuar aumentando, salvo que un deslizamiento cambiario mejore las condiciones de competitividad de las empresas dominicanas con capacidad para exportar sus productos o mejorar su posición en el mercado interno ante muchos bienes importados que entran al país y se venden a precios menores a los locales.
En cuanto al gasto público, continuará su mismo ritmo donde cada año las nóminas de empleados aumentan, los gastos de capital disminuyen y la corrupción y el dispendio continúan dominando el quehacer institucional en todos los ámbitos.
La mala calidad del gasto, con apenas una presión fiscal del 13,8%, seguirá siendo un grave problema que podría conducir a un potencial impago de la deuda pública.
Para evitar esa posibilidad habría que realizar un ajuste brutal en la economía, comenzando con una drástica reducción de los gastos del gobierno que afectará a miles de personas y entidades. Porque un ajustes estructural forzados o impuestos por el FMI siempre trae consecuencias devastadoras en lo social y político.
Pero eso sucede cuando los gobiernos no impulsan las reformas institucionales que por años han sido parte de las recomendaciones del FMI, BM, BID Y CEPAL y de casi todos los economistas y hacedores de opinión pública del país.
Finalmente, en el panorama político, al presidente Medina le será casi imposible reelegirse porque encontrará una barrera más larga y alta que el muro de Berlín. Pero en el país de lo inaudito y repartiendo mucho dinero cualquier cosa puede pasar.
Sin reelección, las posibilidades de que Leonel Fernández sea el candidato a la presidencia por el PLD se consolidan, si no aprueban las primarias abiertas. Por el PRM, pasaría lo mismo. Con primarias cerradas Luis Abinader se perfila como el candidato a la presidencia por ese partido, aunque con primarias abiertas todo eso puede cambiar.
En fin, cuando nada extraordinario ha pasado en los últimos 20 años, excepto la contrarreforma y el engrandecimiento de un gobierno cuyo tamaño supera las pirámides de Egipto y que se lo traga todo, es poco lo que podemos esperar en los próximos dos años que no sea exactamente lo mismo, aunque con más delincuencia e inseguridad ciudadana.