En días pasados tuve un afán amistoso que me cambió la vida, el jueves en la mañana desayuné con una compañera de trabajo en una legendaria cafetería de la calle El Conde con Meriño.
El sábado almorcé con una amiga en un citadino lugar muy al estilo americano. A propósito cuando el mozo se acercó para atendernos nos ofreció una cantidad de bebidas de esas que por la asignación de roles por género se supone debemos pedir las mujeres en los lugares públicos.
Comenzó con un jugo de fresa, piña colada, fruit punch, y a medida que nos nombraba la lista, a mi amiga y a mí se nos iba frunciendo el ceño hasta que en una salida de humor preguntamos si tenían leche con fresalina y se desató una armónica carcajada que rompió el hielo y sirvió de premonición de lo que sería un rico encuentro de amigas.
Pedimos la carta de vinos y nos alcanzó la botella para ponernos al día en una conversación que se prolongó toda la tarde.
Ese mismo día en la noche me reuní con un grupo de primas a estrenar la terraza de una de ellas, entre conversación, picadera y un trago nuevo que se liga con vodka, abordamos todo tipo de temas, además de los típicos sobre los maridos y los hijos, hablamos de negocios, bienes raíces, inversiones y proyectos futuros, fascinante….
Estas juntaderas de amigas ya los científicos han comenzado a estudiarlas y se dice que es una reacción típica de las mujeres frente al estrés generado por preocupaciones de trabajo, familia o pareja. Se postula que al reunirnos a conversar y compartir emocionalmente, el estrógeno aumenta los efectos de la oxitocina generando sensación de placer y calma !Que maravilla de organismo!
De manera que esa costumbre de buscar apoyo y oídos para compartir las preocupaciones, cuando sentimos que no podemos cargarlas solas, es una buena práctica que hasta está avalada por nuestro funcionamiento físico.
Hoy se han multiplicado las posibilidades, los lugares y las horas para estos encuentros, de manera que podemos ser creativas y si no hay posibilidad de ir a un lugar, una rica taza de café o una limonada en nuestra galería o la de la amiga, es el paraíso cuando necesitamos ser escuchadas.
solangealvarado@yahoo.com