Si en algo es generoso Danilo Medina es en los gastos de publicidad de su gobierno que enfatizan las bondades de su gestión. Solo hay que contar los anuncios por televisión y radio. Y si por algo se le critica es por lo poco que hace para luchar contra la corrupción, percepción que confirman las encuestas.
Por eso ha sorprendido mucho que nuestro gobierno no haya dado amplia difusión a una declaración del secretario de Estado, Rex Tillerson, donde, con relación a la corrupción en América Latina, dijo: “Medidas recientemente tomadas contra la corrupción en Guatemala, Perú, República Dominicana y Brasil enfatizan la importancia de enfrentarla directamente”. Entendemos lo de Guatemala donde Naciones Unidas, a través del CICIG, ha logrado que se condene a importantes políticos y también en Perú donde varios ex presidentes están acusados. En Brasil Lula y Dilma Rousseff enfrentan acusaciones. Pero ¿en República Dominicana? ¿Qué es lo que sabe el departamento de Estado que no saben sobre el caso dominicano sus propios ciudadanos? Además de la implementación de la Ley de Lavado, ¿se puede citar algo más?
En su discurso ante la Cámara Americana de Comercio el encargado de negocios norteamericano, Roberto Copley, enfatizó la necesidad de que los dominicanos luchemos contra la corrupción. Luce pues que el departamento de Estado contradice a su propia embajada.
¿Será que el nuevo cabildero contratado por el gobierno dominicano, Brian Ballard, y quien es íntimo de Trump logró que Tillerson incluyera a la República Dominicana?
En abril, en Lima, en la Cumbre de las Américas, el tema será “Gobernanza Democrática contra la Corrupción”.
Otra deficiencia en las relaciones públicas de Medina ha sido que no se reportó nada sobre sus actuaciones en Davos. ¿Pronunció algún discurso? ¿Participó en alguna mesa redonda? ¿Con cuál jefe de Estado o ejecutivos de empresa se reunió? Macri, de Argentina, por el contrario divulgó un spot sobre lo que hizo en Davos.
¿Por qué en su viaje por Suramérica el canciller norteamericano paró en Jamaica y no en República Dominicana, donde no ha venido un canciller desde Henry Kissinger durante los doce años de Balaguer? Para eso está nuestro flamante cabildero. Sin embargo, se podría especular que como el tema principal de Tillerson en su viaje fue apretar al régimen de Maduro, no convenía visitar al país anfitrión de las negociaciones entre el gobierno y la oposición venezolana. Además, quiso averiguar el posible impacto sobre los países de Caricom de una suspensión de las exportaciones de petróleo a crédito blando desde Venezuela.
Nuestro canciller fue a Chile hace un mes a una reunión de la CELAC para reunirse con el canciller Wang Yi de China continental. Aunque somos de los pocos países del mundo que reconoce a Taiwán fuimos bienvenidos, tal vez por el rumor de que pronto abandonaremos a Taiwán, más cuando la semana pasada tuvo lugar el vuelo inaugural Pekín-México lo que augura miles de turistas chinos hacia el Caribe. Los chinos ya son el principal flujo turístico en el mundo. Pero el Caribe se queja, y con razón, de que las inversiones chinas en nuestra área utilizan mano de obra china, todo en base a préstamos no concesionales y con la corrupción como “grasa”.
Tillerson en un reciente discurso criticó a China con los mismos argumentos, citando que nuestra región “no necesita nuevas potencias imperiales” agregando que ya China es el mayor socio comercial de los cuatro países más grandes de América del Sur. Es cierto, pues el vacío que ha dejado Washington en América Latina y el Caribe lo está llenando China, país que le ripostó a Tillerson haciendo referencia a que Washington “había perdido carisma” y que “en vez de perder el tiempo criticando a China, quizás sería una buena idea que Washington liberara la retórica hostil que ha provocado la ira en América Latina con propuestas como endurecer la migración y construir un muro”. Podía haber agregado su salida del Acuerdo de París y su endurecimiento con relación a Cuba. Y es que ya es tarde para invocar la Doctrina Monroe, más aun después de que Reagan en 1982 permitió a los ingleses invadir las Malvinas.