1.
En las situaciones de crisis colectiva, como la que padecemos en estos momentos, es cuando sale a la luz, con mayor intensidad, lo que sospechábamos o ya sabíamos y que, por una u otra razón, se mantenía oculto. Está claro que no es lo mismo sospecharlo o vislumbrarlo que padecerlo. En el argot popular se dice de una buena manera: “no es lo mismo llamar al diablo que verlo llegar”. La explicación para este “agudizar los sentidos” está en nuestro máximo valor instintivo: la lucha por la vida. El inefable miedo a perderla nos obliga a estar más atento a lo que ocurre en derredor.
2.
La actitud vigilante trae consigo la sospecha hacia el otro. La humanidad o el sentido de lo común nos permite crear lazos de hermandad situada o esfuerzos de convivencia no amenanzante de la integridad individual. Al final, lo colectivo está hecho de vidas individuales necesarias. Proteger las vidas individuales necesarias es proteger la vida de la colectividad, que al final es una abstracción necesaria.
3.
Las crisis son oportunidades para crecer, nos dicen. Hemos construido un imaginario alrededor de esta premisa que ya nos resulta demasiado familiar la convicción de que “después de la tormenta viene la calma”. Aquí es cuando se nos habla de la esperanza (virtud teologal) o de la resiliencia (virtud psicológica). Únase a esta convicción postsituación crítica la perversa idea de que “lo que no te mata, te hace más fuerte” y tendrá una receta formidable para hablar en estos tiempos. Así escuchará, por un lado: el capitalismo está en crisis, la civilización occidental languidece, la humanidad se encamina hacia la desaparición colectiva. Por el otro, escuchará: es hora de reinventarnos, es hora de multiplicar la solidaridad, es hora de crear lo nuevo.
4.
Lo nuevo nos atrae irracionalmente. Hay una atracción casi erótica hacia lo novedad en momentos de crisis. Tal vez sea lo instintivo, la lucha por la sobrevivencia, lo que doblegue a la razón y reconduzca las fuerzas vitales hacia la búsqueda de lo nuevo. Aquí es cuando se iguala salida y novedad o, para continuar con una metáfora arquetípica, en grandes momentos de oscuridad cualquier rendija, de donde emane una gota de luz-esperanza-ilusión, es la salvación anhelada.
5.
Si bien el conocimiento científico mantiene su validez en términos de producción de verdades, anclado en su universalidad y sistematicidad a la hora de mostrar las evidencias en la que se amparan sus conclusiones; en términos de masas y de expansión de creencias, la sabiduría popular conserva su hegemonía.
6.
El lenguaje reproduce la realidad, pero también construye realidades. La negatividad connotada en una palabra le viene de alguna realidad irrefutable; pretender ignorarla y darle un sentido positivo a la palabra es crear una ilusión. Después de Covid-19 espero que la expresión “viral” vuelva a su lugar de origen.
7.
Los estudios demográficos y el té verde siguen salvando más vidas que los estudios de mercado para eficientizar la productividad y el consumo.
8.
Tenemos que pensar en cómo lograr nuestra autonomía e independencia de bienes y servicios en vez de mantener la buena marcha de la economía y el restablecimiento de la balanza comercial y el desarrollo, tan necesarios para la civilización que hemos construido en occidente o en gran parte del mundo; que no es lo mismo, pero es igual.
9.
El teletrabajo permite que un obrero de la academia se haga un té verde (para el dolor de garganta) mientras analiza, desde su ordenador, las gráficas estadísticas de la pandemia y mantiene el distanciamiento social correspondiente. Luego se convence que si bien la pandemia no discrimina, la apariencia del ser será determinante en la sobrevivencia al caos porque la importancia social pesa más que el principio de justicia.
10.
Hoy más que nunca hemos entendido que el tiempo litúrgico, como cualquier otro tiempo, es una invención del lenguaje para crear sentido de realidad.
11.
En momentos de crisis, las verdades más claras están ligadas al cuerpo y sus necesidades. Lo demás, es lo demás. El viejo adagio bíblico “del polvo eres y en polvo te convertirás” adquiere su nuevo sentido en la expresión: “cuerpo eres y cuerpo dejarás de ser”.