Hace días recibí una crítica sobre uno de mis artículos de opinión que me hizo reflexionar. Aun cuando no estaba del todo de acuerdo con la posición expuesta mediante dicha crítica, entendí el génesis de la misma. ¿Por qué tanta queja? Me decía el lector, exponiendo que sólo presentaba los problemas pero no me acercaba a proponer soluciones. A ese último punto objeté, pues al redactar acostumbro a proponer vías correctivas a cualquier situación de la cual me hago eco. Y en medio de aquella reflexión, por cosas del destino, comencé a pensar en la labor de nuestro actual Presidente, el Doctor Leonel Fernández. Durante aquel ejercicio mental, repacé lo bueno, lo malo y lo feo de su gestión. Las preguntas no dejaban de llover, y prontamente empecé a sentir el desencanto de "lo que pudo ser y no fue".
Los gobiernos de Leonel Fernández han tenido, sin lugar a dudas, áreas que deben ser reconocidas. Para empezar, la macroeconomía dominicana ha mantenido cierta estabilidad, especialmente si facturamos en el panorama la inestabilidad económica mundial a partir del 2008. En ese mismo renglón, nuestra economía ha experimentado un crecimiento de manera sostenida en términos porcentuales, superando el crecimiento de varios países en nuestro continente. En ese sentido y según datos manejados por la Agencias Central de Inteligencia (CIA), los gobiernos de Fernández han sido responsables de aumentar el PIB de nuestra nación. Según esas cifras, el PIB fue de unos 19 billones de dólares en el 2004, aumentando hasta unos 51 billones de dólares en el 2010. De seguro estas cifras son importantes, pero las mismas sólo cuentan una historia a medias.
A su vez, bajo un marco mundial donde la globalización rige el ritmo de los mercados, Fernández ha logrado insertar nuestra nación como pieza con cierta influencia en el mapa geopolítico continental. Además de esto, ha sido una imagen representativa de nuestra nación en foros internacionales, haciendo un sopesado trabajo con el cual ha conseguido frutos en el área de relaciones bilaterales con hermanas naciones. Y aunque a muchos le parezca una pérdida de tiempo, nuestra realidad económica obliga a que se utilicen coyunturas en búsqueda de capital, inversiones, potenciar destinos de exportaciones, entre otros. Aun así, la decepción de saber el potencial de nuestro presidente y ver los resultados que se han obtenido durante su gobierno sólo me dejan como opción reclamar lo que nunca se hizo.
Fernández ha presidido uno de los gobiernos contemporáneos mas clientelistas que se hayan registrado. Muestras de cómo funcionarios del gobierno han utilizado sus posiciones para alimentar la máquina política son parte del diario vivir en nuestro país. Y aunque hay que reconocer que el clientelismo en nuestra nación tiene un arraigo cultural que precede a Fernández, un presidente con su capacidad debió disminuir, no aumentar, esta práctica que tanto daño hace a las arcas nacionales. Hasta programas sociales llamados a servir de cobija a los más necesitados han caído víctima del clientelismo.
Pero a decir verdad, el clientelismo es sólo la "cúspide del iceberg" de mi descontento con Leonel. Mientras celebramos los avances en materia de economía en nuestro país, debemos señalar que ese crecimiento económico no ha llegado al sector poblacional realmente necesitado. La riqueza se ha producido, de eso no hay dudas, pero el ciudadano común no disfruta de la misma; el sazonado crecimiento macroeconómico contrasta con la desigualdad social y la insatisfacción popular. Peor aun, existe un anillo político y empresarial que ha visto sus bolsillos abultarse de manera meteórica, mientras que la clase obrera se encuentra cada vez más marginalizada. La brecha entre el pobre y el rico se ensancha, la clase media se desfonda y las carencias son cada vez más numerosas. La prosperidad económica es relativa pues, si no llega al seno de la sociedad, no podemos hablar de un avance real. Todo esto ha sucedido bajo el timón de Leonel.
Resulta desalentador que Fernández haya quedado bien corto a la hora de resolver los problemas sociales que aquejan nuestra nación. Mientras cumplió con un rol esencial y productivo a nivel internacional, no hizo lo propio en su patio. Aquí debió haber puesto el mismo, sino más esfuerzo del que otorgó a sus objetivos en ultramar. He aquí otra de mis frustraciones con la gestión de Leonel, pues de haber puesto más atención en donde debió, tendríamos más resultados palpables en nuestras comunidades.
Y es que ha faltado una política interna pragmática que sirva para disminuir los problemas que nos aquejan como sociedad, debiéndose principalmente a las viciadas prioridades de nuestro gobierno. Existen cinco responsabilidades básicas de todo Estado: salud, educación, vivienda, seguridad y transporte; todas estas áreas son sustentadas por la sombrilla económica de una nación. Si pasamos factura a las realidades de nuestro país, cada uno de estos sectores tienen deficiencias preocupantes. Estas graves deficiencias, consecuentemente, afectan a los sectores más vulnerables de nuestra sociedad.
Asimismo, la dejadez total con que Leonel ha encarado la corrupción en la administración pública es una mancha muy difícil de borrar. Como Poncio Pilatos, se ha lavado las manos en numerosas ocasiones, cuando lo necesario era una postura fuerte ante acciones que roban el sudor de todos los dominicanos. Leonel se "decoró" con individuos propios de una turba de filibusteros que han limpiado todo cuando han podido. Individuos con caracteres y de un accionar turbulento rondan los pasillos del palacio de gobierno, mientras nuestro gobernante ni se inmuta ante apoteósicas vagabunderías.
A decir verdad, lo que más le reclamo a Leonel es que aun teniendo las herramientas y la capacidad para hacer un mejor gobierno, permitió que intereses de diversos sectores calibraran su política interna. No luchó como debió, no enfrentó las violaciones a las leyes como todos creímos era capaz. Su gobierno cayó preso de viejos males: el clientelismo, el caudillismo y la equivocada racionalización de que el individuo es más importante que la patria, se convirtieron en escudos de su gobierno. Esto es lo que más le reclamo a Leonel y, la única solución que le encuentro, es un cambio generacional en todos los niveles de nuestra política amorfa. Acepto reclamaciones, y no hay necesidad de que sean enviadas con membrete.