Una consecuencia positiva del debate sobre las observaciones al código penal es que todos hemos visto a los diputados en plena acción. Ya sea a favor o en contra, cada diputado tuvo la oportunidad de presentar sus argumentos abiertamente frente a las cámaras, lo que fortalece el ejercicio democrático.
A pesar de la baja popularidad que tiene el congreso como organismo a nivel nacional, es evidente que en el congreso hay muchas personas coherentes y que representan a sus comunidades con honor y dignidad. Y esto no necesariamente por estar a favor o en contra de las observaciones, sino porque se tomaron el tiempo para conversar con sus comunidades y debatieron con altura las implicaciones de aprobar las observaciones, sin miedo y sin chantajes.
Un mensaje claro a la aprobación de las observaciones es que cada día mas la sociedad se empodera, y no permite que las iglesias manipulen el debate, pues el aborto terapéutico es un tema de salud publica, no religioso, y por ende no de su competencia. Como dice la Biblia, "A Dios lo que es Dios, y al Cesar lo que es del Cesar".
Lamentablemente, también fueron muchos los diputados que se aferraron a dogmas antiguos. Con Biblia en mano, presentaron argumentos de carácter religioso sin hacer referencia a derechos democráticos inalienables que toda mujer debe poseer, como es la libertad de decidir sobre su propio cuerpo. En este tipo de debate religioso, las contradicciones no fueron pocas. Mientras defendían la vida desde la concepción, se oponían a defender la vida de la mujer y nunca alzaron la voz a favor de la vida de niños violados por sacerdotes pederastas.
Muchos presentaron argumentos no necesariamente religiosos, pero muy extremos con la mala intención de manipular el debate, como si se estuviera debatiendo la legalización del aborto, sin reconocer que las observaciones aplican a situaciones muy especiales y especificas.
Lo claro es que muchos legisladores se han quitado las mascaras, y la sociedad esta lista para pasarles factura en el 2016.