Hace unos días leí un comentario en Facebook que proponía ver las luces de la dictadura trujillista. Siempre me pareció que en los libros de texto se expone muy claramente la totalidad de los factores de análisis de este oscuro período. Esto, en franco desequilibrio con los abordajes a otros períodos de gobierno que a juzgar por los libros de historia fueron solo puntos negativos. Pero la intención tras el pedido, no pretende conocer los datos, sino abrir un debate sobre esas supuestas bonanzas. El comentario pretendía presentar el régimen trujillista como una realidad fruto de la necesidad de concentrar el poder que estaba disperso en caudillajes regionales. A Trujillo daba el mérito de ser el primero en la historia dominicana en hacer esto (lo cual es falso, porque fue durante el gobierno de Mon Cáceres que se logró el poder central y la estructura estatal en nuestro país). Aquí dejo mi respuesta, mi posición, sobre el particular:

El mito de que en la dictadura de Trujillo el país era un paraíso es el fruto, entre otros factores, de la ignorancia legada por este mismo proceso y su continuación sangrienta (los 12 años de Balaguer). La supuesta bonanza económica era hija de la coyuntura regional (crisis y guerra mundiales hacían una buena combinación -incluso Haití logró pagar su deuda externa al mismo tiempo que nosotros-) y los frutos de la misma iban a parar al accionista mayoritario de TODAS las empresas dominicanas (estatales y privadas): Rafael L. Trujillo.

La necesidad de institucionalizar no abre espacio ni justifica las atrocidades cometidas por un psicótico delincuente desde su juventud. Trujillo no concentró el poder para construir una república, no desarrolló el Estado. Constituyó un monopolio particular en el cual su voluntad era la ley. Cabe señalar que, a pesar de la insistente tesis de que el actual estado de cosas ofrece razones para justificar el trujillismo, es verificable que Trujillo logra el poder gracias a la acumulación dolosa de capitales. La martillada corrupción de hoy, es hija de la de ayer.

Ahí están los hechos. Ahí están los muertos, los desaparecidos, los torturados, las mujeres violadas. Ahí está el supuesto orden de una sociedad envilecida hasta el desgarro. De una sociedad acostumbrada a la dádiva temerosa. De una sociedad instrumentalizada. ¿Acaso no era Trujillo la nacionalización de esos caudillos montoneros que, a través del delito, reclamaban su tajada? Trujillo no es la superación de la montonera, es su instauración y su institucionalización. Y con ello, la instalación de la cultura del despojo y el abuso que antes fue práctica aislada y sus serviles intelectuales afianzaron en nuestra psiquis.

El mito de que en la dictadura de Trujillo el país era un paraíso es el fruto, entre otros factores, de la ignorancia legada por este mismo proceso y su continuación sangrienta (los 12 años de Balaguer)

Quien propone ver las luces de un una noche que duró 31 años no tiene madre. Porque en la época no había una sola mujer o adolescente fuera del peligro de ser ultrajada por el dictador. O peor, de ser servida a este por la degradación de sus padres o cónyuges.

Quien propone ver las luces de esa sombra alargada que fue el trujillato es un cínico. No hay espacio para evaluaciones 'objetivas' cuando la vida humana y todo lo que ella supone penden de la voluntad de una sola persona. Más si esta persona es un delincuente (violador, asesino y ladrón). El falso positivo del horror trujillista lo desmiente el mismo trujillismo. Que necesitó del control, eliminación o neutralización sistematizada de todo tipo de ejercicio libre para permanecer 31 años en el poder.

Utilizar la corrupción de la actualidad como punta de lanza para justificar o defender la dictadura de Trujillo es ignorancia. ¿Acaso no es la herencia autoritaria que perpetuó la dictadura (y a la que esta dio sentido) la que sostiene el abuso de poder, la prevaricación y el dolo del presente?

Cuando una persona propone evaluar aspectos positivos de gobiernos dictatoriales, promueve un modelo político. Y ese modelo político convierte la vida humana en un accesorio. Quien llama a evaluar, sin considerar el peso de lo que representa un régimen sangriento y abusivo, promueve el todo indignante que representa dicho período histórico. Yo les dejo estas ideas y la propuesta de ir a mirar de cerca las verdades históricas de este y otros períodos tenebrosos en el Museo Memorial de la Resistencia Dominicana, en la Ciudad Colonial.

El autor es escritor y estratega en comunicación, socio gerente en nazariocomunicacion.com.