En el discurso político y jurídico actual, las personas se refieren continuamente a lo “políticamente correcto” o a la “corrección política”.  Siempre con la advertencia de “sé que es políticamente incorrecto, pero…”. De acuerdo con esto, lo políticamente correcto se convierte dentro del lenguaje usual como una advertencia o impedimento para decir o actuar acorde a como verdaderamente piensa el individuo. Pero, esto es sencillamente simplificar las cosas y nos lleva a preguntarnos si realmente utilizamos PC de manera adecuada o si entendemos de qué se trata, o bien se trata de una manta para cubrir y reforzar nuestros prejuicios cuando acusamos otros de ser políticamente correctos.

La idea de lo PC nace de dos elementos históricos claves. Primero, lo políticamente correcto viene de la época de Mao Zedong (The Little Red Book, 1966) y luego es utilizada por conservadores (Ruth Perry, 1992; David Barnhizer, 2016). El término fue utilizado en los círculos de la revolución comunista en Rusia y en Asia para determinar qué tan alineadas las ideas de las personas estaban con las líneas del partido o del líder, tildándose como “políticamente incorrectas” aquellas ideas incompatibles o contrarias. Al caer en desuso, en los campus de las universidades estadounidense, el término volvió a retomar vida en el campo de la lucha ideológica en la medida que las posturas conservadoras se veían en minoría con perspectivas de la vida o política liberal estadounidense. La pregunta que salta a la vista es, ¿qué es políticamente correcto?

Primero, es un conjunto de prácticas y usos lingüísticos que responde a un estado de cosas dominante. Lo políticamente correcto es local. Es difícil generalizar lo políticamente correcto, aunque pueden existir referencias porque las democracias occidentales comparten varios rasgos. Lo políticamente correcto es elástico conforme a su uso bajo las circunstancias y de quién lo utiliza. Lo cierto es que PC ha sido utilizado como idea y como arma. Como idea porque nos muestra un estado de cosas de ver y pensar el mundo. Como arma porque es utilizada como método de abrirse y de reprimir. Este último, con connotaciones más peyorativas para hablar de otros que – según estos – se ofenden ante un comentario. Apela contra el ofendido partiendo de que ser políticamente correcto tiene una connotación negativo.

En la concepción actual, aquel que se queja contra lo políticamente correcto entiende que al otro ofenderse o exigirle por sus comentarios o argumentos, considera que se le censura y no se le permite hablar, o que de ante mano está impedido de hablar, lo cual choca con una corrección política por las sensibilidades de los demás. Nótese que tan pronto la sensibilidad o el reclamo del ofendido ante el comentario aparece, se acusa al ofendido que no permite hablar por ser demasiado políticamente correcto (el ofendido) y el mensaje ser políticamente incorrecto. El otro, quien no reprendió al hablante fue sido políticamente incorrecto, queda en shock y en silencio debido a la contradicción que siente entre dejarlo o no dejarlo hablar, entrando sus principios en conflicto. Aprovechando esta coyuntura, el que se queja de lo políticamente correcto juega con la culpa del oyente sintiéndose libre para divulgar su discurso sin réplicas o responsabilidades. Esta actuación parte de la idea de que el PC es un obstáculo contra libertad de expresión, en particular,las ideas poco populares.

No estoy tan claro que la “corrección política” implique necesariamente la imposibilidad la expresión o de expresar ideas pocos populares. Primero, en nuestro régimen constitucional, a propósito del artículo 49 de la Constitución, 13 de la Convención Americana sobre los Derechos Humanos, y la Sentencia TC/0437/16 del Tribunal Constitucional, la protección de la libertad de expresión tiene como fin permitir la expresión de ideas que no son populares, que pueden incomodar, o hasta ofender al otro (que no es lo mismo que insultar, difamar o injuriar).

Segundo, lo políticamente correcto no es sobre lo bueno o lo malo; de derechas, izquierdas; conservador o progresista. Es una noción altamente valorativa que depende del hablante y del que escucha como de la sociedad en la cual se da. Como su nombre lo indica, “lo correcto” es político. ¿A qué me refiero? Que es en lo político que se va a producir la “política” que tendrá como resultado el intento de corrección del estado de cosas existentes conforme a lo que quiere la voluntad, es decir, lo político es que determina qué es lo que vale o se impone en un momento dado. Y al ser lo político una situación no estática, cada quien lucha en democracia por mantener o imponer su corrección o imponer o hacer valer su política. Cuando una voluntad impone su visión política, tiende a la “corrección” de lo existente que se convertirá en “incorrecto” y viceversa. Las consecuencias de esto último dependen si se vive en democracias republicanas, dictaduras, autoritarismos u otros regímenes políticos.

Tercero, como es un término cuyo significado depende de quién lo valora, se ha utilizado como excusa al menos en dos sentidos. Por una parte, como el deber del otro de no cuestionar el estado de cosas o deber de ajustarse sin cuestionamiento al orden existente. Segunda parte, como carta o patente de corso de defensa para evitar que el otro responda a lo que se está diciendo que se considera políticamente incorrecto. Como un salvoconducto para poder decir todo aquello que le plazca sin permitir que sea cuestionado o abordado por el otro; en otras palabras, sin asumir las consecuencias de la libertad de expresión que no hace más que reforzar los prejuicios sin responsabilidad. Esto puede darse en ambos lados del espectro político, pero, esta forma de adoptar, peyorativamente, lo políticamente correcto ha encontrado su mayor apoyo en la Derecha o ultraderecha.

En otras palabras, el término políticamente correcto se utiliza para tildar al otro como persona muy sensible que no le gusta la idea impopular, colocándolo en una esquina donde no se le permite contrarrestar la idea impopular o políticamente incorrecta. Cada parte defenderá su concepción política de lo que es lo correcto, el asunto estará que una de la concepción estará alineada con la concepción que de hecho goza del respaldo de la voluntad del poder (legal y/o constitucional).

El problema que encuentra esta concepción de lo políticamente correcto es que evita asumir las responsabilidades de la libertad de expresión. No es que usted no pueda expresar ideas impopulares, sino que debe estar dispuesto a enfrentar las consecuencias de ellas con la crítica o la corrección del otro. Más aún, si sus ideas son no solo impopulares sino también consideradas ilegales, la corrección política no solo viene de la conducta política también viene desde la Constitución y/o de las leyes como reflejo de estas.

El solo hecho de ir contra una idea mayoritaria o – política o culturalmente – hegemónica es cuestionar lo políticamente correcto, lo cual es democráticamente admisible, al igual que cuestionar lo políticamente incorrecto. Una cosa MUY distinta es cubrir bajo esa reserva la apología al odio, a la guerra, a la violencia, a la inferioridad de otro ser humano. Acá salimos de la democracia y caemos en el insulto y en la denigración.

La corrección política es una cuestión de poder que nace en lo político y se proyecta en la política. Es aquello que logra vencer que equivale lo que es políticamente correcto o no. Lo políticamente correcto no impide la libre discusión, sólo pone de manifiesto que la expresión tiene consecuencias sobre todo si lo políticamente exigible es la no discriminación, la libertad y la igualdad que se impone por el estado de cosas constitucional y/o legal. Que lo políticamente correcto sea bueno o malo, es otra cosa, pero, al vivir en democracia lo políticamente correcto es la expresión de lo que conforma con la democracia, y tanto el hablante como el oyente deben asumir las consecuencias de esto en lo social y en lo jurídico.