¿Por qué suscita tanta atención Venezuela?, ¿si otros países latinoamericanos son más violentos (México, Honduras, El salvador, Colombia), tienen más pobreza (Haití, El Salvador, Guatemala) y han sufrido recientes golpes de Estado (Honduras 2009, Paraguay 2012, Brasil 2015), por qué no se habla de ellos?
Expongo en los siguientes puntos, como respuesta a las anteriores interrogantes, lo que, a mi entender, realmente ocurre en Venezuela.
- La Revolución Bolivariana
En Venezuela, a partir de la asunción de Hugo Chávez, militar de extracción popular, se hizo una revolución. Consistente en socavar las bases estructurales y simbólicas de las que se servía la élite económica y política tradicional venezolana. Élite que, mediante la exclusión de las mayorías, esa plebe “fea” y “bruta” que despreciaba, vivía en el privilegio y abundancia al tiempo que sectores populares -el 70% de la población- malvivían en la pobreza. Los beneficiarios de la renta petrolera que se vieron, de pronto, ante un gobierno surgido del pueblo que no respondía a sus intereses.
El chavismo desmanteló gran parte del esquema de privilegios de esa élite. Es decir, hizo revolución: quitó a los pocos que tenían demasiado para darle a los muchos que no tenían nada. Las revoluciones no son cuentos de hadas. Se quita a unos para dar a otros. Y precisamente los que pierden privilegios, disponen de tiempo y recursos para enfrentar sus rivales. Por eso, desde el principio del proceso bolivariano, la élite rica enfrenta al chavismo. De ahí lo enconado que fue el debate político, y ahora, lo brutal de la lucha en la calle.
2. La imposibilidad del diálogo
La derecha venezolana, de las más rancias, racistas y retardatarias de la región, nunca ha reconocido la legitimidad del gobierno bolivariano. El chavismo, a su vez, no reconoce como oposición legítima esa derecha. Por tanto, no hay posibilidad de diálogo en Venezuela. Entre interlocutores que no se reconocen no es posible hablar ni negociar. La derecha no reconoce al chavismo porque viene de una tradición clasista que entiende que los pueblos son “brutos” y no saben decidir. Y el chavismo, surgido entre los sectores populares, a esa élite que lo desprecia, no le concede legitimidad ninguna.
3. Golpe de Estado de 2002
En 2002 hubo un golpe de Estado en Venezuela contra Hugo Chávez. Quien por entonces gozaba de un apoyo popular cercano al 70%. El día del golpe, los grandes medios venezolanos transmitieron que Chávez había renunciado. A su vez, medios internacionales como El País de España se hicieron eco de esa “noticia”. Rafael Caldera fue proclamado presidente con el aplauso de la oposición, y el beneplácito de los grandes medios, al tiempo que en la calle se escenificaban movilizaciones populares masivas exigiendo el regreso de Chávez. La realidad de todo aquello fue muy distinta al relato de la derecha: Chávez nunca renunció, sino que fue secuestrado por un sector militar que lo llevó a una prisión en la costa venezolana. Allí se dio la orden de fusilarlo, pero un grupo de militares constitucionalistas lo rescató. Finalmente, fue reinstalado en el palacio presidencial ante una multitud enardecida en vítores. Duró poquísimo un golpe orquestado desde la derecha y Washington. Los medios que mintieron e instigaron el golpe siguieron operando con normalidad en Venezuela. Solo uno de ellos, casi diez años después, cesó porque el gobierno no le renovó, en virtud de sus facultades constitucionales, una licencia. Los sectores que hicieron aquel golpe fallido han vuelto a la carga aplicando métodos parecidos y otros más complejos y violentos.
4. Errores económicos del chavismo
El chavismo ha cometido varios errores en el manejo macroeconómico. Se expropiaron empresas productivas y pasaron a dirigirlas personas sin experiencia ni criterios gerenciales que las llevaron a la ruina. El discurso de Chávez contra la riqueza, en tanto mal enfocado, fue asumido incorrectamente por el chavismo. Se creó un imaginario de que la riqueza en sí es mala. Lo cual es incorrecto: la riqueza es necesaria lo que se necesita es que se distribuya desde una perspectiva de justicia y responsabilidad social. Esto condujo a Venezuela a ser un país improductivo y relativamente pobre a pesar de sus inmensas riquezas naturales.
Cuando sobrevino la caída del precio del petróleo, el chavismo tuvo pocas respuestas sobre todo porque las industrias del país, muchas en manos del Estado, no generan riqueza para distribuir. De otro lado, la excesiva dependencia de las divisas petroleras afectó mucho. Nunca se concibió un plan nacional, científicamente sustentado y políticamente bien orientado, enfocado en aprovechar las divisas generadas con el boom petrolero para crear nuevos sectores económicos no dependientes de tales divisas. Es decir, un cambio de matriz productiva que le diera autonomía económica al país más allá del precio del petróleo. Esa realidad le explotó al gobierno y de ahí, en parte, la crisis fiscal y económica actual de Venezuela.
5. La nueva clase media
La Revolución Bolivariana sacó millones de personas de la pobreza. Entre 1998 y 2012, estuvo cerca de erradicar la pobreza extrema. Antes de la llegada de Chávez al poder, un 27% de venezolanos nacía y moría sin ver un médico. Al 2011, la cobertura médica abarcaba el 100% de la población. Se llevó educación y atención médica a todos los rincones de un país extenso. Es decir, la renta petrolera, por primera vez en la historia, se puso al servicio de las mayorías. Se creó también una clase media. Aumentó el consumo de alimentos y bienes. Pero ese pobre que el chavismo sacó de la miseria, asumió hábitos clasemedieros y quiere consumir más. Utiliza los referentes culturales instalados desde la derecha para concebirse a sí mismo. Ahora que el gobierno no puede satisfacer sus nuevas demandas, ese antiguo pobre, señala al chavismo como culpable de su “crisis”. Hubo, por tanto, una derrota cultural del chavismo que, si bien le dio comida, salud, techo y educación al pobre, no construyó un sujeto nuevo que asumiera la vida fuera de la insostenible lógica del sujeto unidimensional productor-consumidor que propicia el capitalismo. Esa derrota cultural ahora surte efectos en la calle.
6. El plan desestabilizador
Existe un plan desestabilizador contra Venezuela, urdido en parte en Washington, y aplicado internamente por la derecha y ricos venezolanos. Como nunca pudieron los privilegiados con el chavismo en las urnas, diseñaron estrategias consistentes en socavar las bases de apoyo popular del chavismo. Cuyo fin es crear condiciones para que ocurran tres cosas: que se fracture internamente el chavismo ante la crisis creada; generar caos económico y social para que el pueblo achaque al gobierno la pérdida de calidad de vida; y finalmente, ganar elecciones con un pueblo contrario al gobierno. Los ricos venezolanos emprendieron la guerra económica al gobierno desabasteciendo de alimentos y medicinas al país. No es normal, bajo ningún concepto, que, como pasó en Venezuela, de un momento a otro un país se quede sin cadenas de distribución. Esas cosas ocurren porque hay un plan. Un plan diseñado e implementado por privilegiados que no sufren el desabastecimiento.
7. Intereses geopolíticos e imperialismo
Venezuela es una ficha clave en el tablero de intereses geopolíticos del imperio norteamericano y del gran capital internacional. Contra un Chávez que gozaba de tanta legitimidad popular, apoyado irrestrictamente por los militares, y con altos precios del petróleo, no podía hacer mucho el imperialismo. Había que sacarlo del escenario. El extraño cáncer que lo mató en efecto lo sacó…Contra Maduro, que no goza de la legitimidad de Chávez ni de su carisma ni intelecto, sí pueden combatir. Tras la caída del precio del petróleo, llegó el momento de la envestida. Le cerraron el crédito a Venezuela, lo cual dejó al gobierno dependiente exclusivamente de divisas petroleras. Una compleja estrategia mediática (sustentada en gran medida en redes sociales) comenzó a aplicarse para generar un imaginario que asocie Venezuela con dictadura, miseria y opresión. Así, se metió a Venezuela en el listado de “tiranías” que el “mundo libre” debería liberar. Como se hizo con Irak, Libia y Afganistán previo a intervenciones militares “liberadoras”. Cientos de millones de sujetos teledirigidos del mundo piden a gritos que se “libere” Venezuela. El imperialismo ya logró legitimidad para intervenir. Si sus aliados de la derecha venezolana no completan el trabajo, algo hará.
8. Extremismo político y traición
La derecha venezolana ha cometido actos de traición y realmente criminales. Leopoldo López, tras las elecciones que ganó Maduro en 2013, llamó a la sedición contra un gobierno democrática y legalmente electo. En Estados Unidos eso es delito y se castiga con cadena perpetua o muerte. El llamado de López condujo a las famosas guarimbas donde murieron 43 personas. En Venezuela no fue sentenciado ni a perpetua ni a muerte. Asimismo, dirigentes opositores han ido a Washington a pedir que el ejército estadounidense intervenga en Venezuela. Un acto de traición en cualquier parte del mundo. Muchos de esos dirigentes siguen como si nada en Venezuela. Esa misma derecha, hoy día juega a provocar una sangría en las calles para adjudicarle muertos al gobierno. Su objetivo es que muera gente en las protestas para que haya impacto mediático. Y recibe financiamiento de grupos políticos y económicos de Estados Unidos. En cualquier país, ello descalificaría ese sector para operar en la política nacional.
9. El retorno de la derecha latinoamericana
Los privilegiados latinoamericanos, dueños de los grandes sectores productivos, y, sobre todo, de los grandes medios de comunicación desde donde se generan los imaginarios y referentes culturales que asumen las mayorías, han vuelto a la carga contra todo aquello que amenace sus intereses. Tras una década de gobiernos populares que, para disminuir brechas entre ricos y pobres, desmantelaron privilegios estructurales de las clases ricas, éstas decidieron aplicar un plan de regreso al poder. El cual consta de tres ejes fundamentales: económico, mediático y judicial. En lo económico, pasa por la aprobación de leyes desregulatorias de la banca y finanzas, siguiendo el modelo estadounidense de los años 70, para propiciar concentración de riqueza, financiarización de las economías y facilitar entrada al gran capital internacional. De la mano de ello, va la precarización del trabajo con el abaratamiento del despedido de trabajadores y el debilitamiento de sindicatos.
En lo mediático, pasa por utilizar los medios de comunicación para atacar la legitimidad de los gobiernos y movimientos de izquierda acusándolos de corruptos, “chavistas” y violentos. Así, se genera un sentido común que asocia izquierda con pobreza, populismo (palabra totalmente tergiversada desde la derecha), violencia e inestabilidad. Para el pobre mayoritario, que vive de su trabajo día a día, eso representa miedo.
En lo judicial, pasa por crear casos de corrupción a dirigentes izquierdistas a fin de llevarlos ante los tribunales. De ese modo, se los anula legalmente, o, en su defecto, con el hecho simple de sentarlos ante un juez, quedan deslegitimados ante el gran público que confunde acusaciones con culpabilidad. En varios de nuestros países, la derecha ha regresado al poder con estas estrategias. Lo que ha generado una sensación de fin de ciclo, o de malos tiempos, con respecto a la izquierda. La derecha venezolana está aprovechando esos vientos favorables.
10. La izquierda infantil
La izquierda esencialista radical, que vive anclada en la Guerra Fría, y que su mentalidad de activista no le permite concebir estrategias para ganar elecciones, es aliada indirecta de las derechas regionales. Muchas veces, las críticas más duras y altisonantes contra el chavismo salen de esos grupos infantilmente radicales. Los cuales, adheridos, sin darse cuenta, al marco de discusión que imponen los sectores hegemónicos, atacan los gobiernos populares que no se pliegan a sus caprichos. La mala imagen que esa izquierda provoca a la misma izquierda es tremenda.
Eso, creo, desde mi modesto entender, es lo que está, realmente, ocurriendo en Venezuela. Lo otro que se dice, no es más que la agenda de los medios hegemónicos y/o titulares de redes sociales en las que cualquier cosa con muchos likes, retweets o compartidos pasa por verdad.