Mucha gente dice que este pueblo está durmiendo. Algunos expresan que no hay nada que movilice a esta nación, sin embargo, quien piense esto se equivoca. El dominicano se mueve o, mejor dicho, se moviliza todos los días. Cada semana estallan protestas simultáneas y separadas en diversos lugares del país.

La gente protesta por todo, :por la falta de agua, por la multitud de apagones, por el estado de las calles;por la necesidad de un camino, por un destacamento o una clínica, por el alumbrado eléctrico, por la sanidad de una cañada, por la delincuencia, por los abusos policiales o por el ruido de un negocio.

El dominicano se mueve, repito y protesta constantemente. No solo se moviliza el dominicano humilde de los barrios; en lugares de posición económica media y alta también, en ocasiones, la gente da un paso al frente, se reúne, se manifiesta, habla con las autoridades y empuja por una solución.

Una moraleja nos deja lo anterior, es que el dominicano—rico o pobre—se mueve para resolver problemas próximos, no complicados, y cuya solución surte un efecto inmediato en sus vidas.

Ahora, es bueno indicar que el dominicano de hoy no se mueve por ideales superiores, ni piensa en sacrificios personales para bien de las próximas generaciones. Para el grueso de la población dominicana actual no es prioridad el combatir los problemas estructurales de nuestro país, tales como corrupción, impunidad, falta de institucionalidad.

Este dominicano actual solo actuará decididamente contra aquello que llene su casa y sus habitaciones de hedor, o ruido;actuará contra aquello que constituya una suciedad insoportable en sus cercanías o, se moverá por la necesidad imperiosa de agua, energía eléctrica o bien, por la urgencia de un plantel educativo decente para sus hijos.

El problema de quienes han tratado de movilizar al pueblo en pos de luchas contra problemas estructurales de nuestro país, es que no entienden que no hay nada romántico en el dominicano de hoy, pues el dominicano actual es realista, no idealista.

El romántico es quien da su vida por una idea. El realista es quien se sacrifica, solo hasta cierto punto, y solo por sí o por su casa y familia. Este dominicano realista de hoy no participará en ninguna lucha que no le suponga una solución inmediata y real a un problema también inmediato y real en su vida.

En realidad, es mentira que el pueblo dominicano esté durmiendo o invernando. Es falso que hayamos perdido la capacidad de reaccionar. La verdad es que gente rica y pobre se moviliza, reacciona y protesta todos los días en República Dominicana, pero lo hace para resolver problemas muy próximos y concretos en sus vidas.

Quienes hoy pretenden ser luchadores sociales contra la impunidad, la corrupción y otros males, no deben esperar que el pueblo les siga, antes bien deben descender a ese pueblo llano y abrazar sus pequeñas y grandes luchas existenciales, si es que quieren que este pueblo mire a las luchas y desafíos esenciales de este país.