“Es hora de que cambiemos nuestra política en tal respecto y aceptemos la incontrovertible realidad de que son dominicanos los niños [y niñas] nacidos en el territorio nacional“.
George Augustus Lockward Stamers. Preocupaciones Lingüísticas. 1982.
El actor y chamán del Teatro del Oprimido, Héctor Aristizábal, dijo hace poco una frase que me congeló: "Lo mejor que le pudo pasar a los Estados Unidos fue George W. Bush". Estaba explicándonos cómo fue su llegada a aquel país tras haber sido perseguido y torturado en Colombia; odiaba profundamente el neo-imperialismo yanqui y sus secuelas funestas en el planeta, pero nadie a su alrededor parecía haberse enterado de en qué consistía la política exterior de su propio país. Por eso, al llegar Bush con su las cartas sobre la mesa, la venda finalmente se le cayó a muchos, no a todas y todos pero sí a sectores amplios y diversos de la población.
A l@s que sólo nos queda el optimismo como opción, valga la conexión entre optar y optimizar, a l@s que estamos haciendo de tripas corazón les ofrezco la verdad sanadora de Héctor. A mi me está ayudando mucho a salir de lo que he denominado "mi parálisis del TC", desde que lo escuché hace varios días en la ciudad de Graz, Austria, donde ambos enseñamos respectivos seminarios en un festival de arte contemporáneo llamado Steirischer Herbst. El tema de mi taller de tres días fue la ciudadanía Negra en Europa desde la perspectiva del performance y la imagen en movimiento, un tema en el que me he enfocado desde hace varios años. Desde esta perspectiva diaspórica, donde como inmigrante dominicana estoy catalogada socialmente fuera de la hegemonía blanca, occidental y patriarcal, participo con fluidez en diferentes iniciativas anti-discriminatorias.
También analizo el papel de los miembros hegemónicos de estas iniciativas, es decir, europe@s blanc@s desde una mirada decolonial, donde la mutua dependencia entre modernidad y colonialidad son insoslayables. En tal sentido, me encuentro actualmente enfocada con el rigor que me caracteriza en discutir la noción de lo que en inglés se conoce como el "White Saviour Industrial Complex", que traducido sería "El Complejo Industrial del Salvador Blanco" (qué mal suena en castellano y en particular en nuestro país). En fin, la idea es que en lugar de detectar las raíces de la inequidad en sus propios sistemas bancarios y de comercio internacional, los hegemónicos prefieren hacer "obras de caridad" en "beneficio" de los recipientes del mismísimo mal que ellos se inventaron: la colonialidad. De allí que en este tipo de eventos se le financie un documental a un artista austríaco para que nos ilumine sobre "la realidad" de un país de la antigua Europa del Este, por ejemplo, en lugar de darle esa misma facilidad a un artista de ese país para que retrate y analice su propio entorno.
Le comentaba a un grupo de académicos de la diáspora que desde el TC nos estamos consultando para organizar iniciativas conjuntas y resonar con otras que se están formando en el país y fuera de él, que mi parálisis del TC estaba dando excelentes resultados. Es estimulante y esperanzador leer nuevas visiones e interpretaciones de personas que hasta el momento nunca se había pronunciado públicamente ni a favor ni en contra de nuestro "legendario" anti-haitianismo, sobre el cual se ha(mal) construido el perfil identitario dominicano en base a lo que Silvio Torres Saillant llama la tradición discursiva de la academia estadounidense sobre el tema, inaugurada por Leslie B. Rout, Jr. Según esta sintomática tradición "analítica", la nuestra es una identididad confundida y errática, todo esto en función de perspectivas que consideran la racialización como un fenómeno "biológico“ en lugar de lo que es, una construcción ideológica.
Estas líneas programáticas de estudio, sobre todo de nuestra literatura, se centran exclusivamente en lo que Roberto Cassá ha denominado como la "mentira oficial“ que ha fungido hasta hoy como parámetro de una dominicanidad caricaturizada en el (ahora más dolorosamente que nunca innegable) anti-haitianismo de ciertos grupos sociales y políticos. Curiosamente, este enfoque oculta sistemáticamente las raíces globales, por llamarlas de algún modo, del anti-haitianismo más difundido, el de Thomas Jefferson; identificable en la conceptualización de la Revolución Haitiana como un fracaso. Porque fue Jefferson el primero en articular esta frase. El último país en reconocer la independencia de Haití fueron los Estados Unidos, en 1862, Francia lo hizo en 1825. Es igualmente sintomático de la perspectiva estadounidense el "analizarnos" sin contextualizar el papel de la colonialidad á -la-USA que ha definido la relación de Haití con el resto del mundo. Estoy segura de que a partir del TC, con las diferentes mesas redondas y encuentros que desde ya se están planeando en la diáspora dominicana intelectual y activista, el trabajo de Cassá y Torres-Saillant, al igual que el del Profesor Franklin Franco Pichardo, el escritor Antonio Lockward Artiles y la antropóloga Soraya Aracena, entre otros, será el punto de partida de paradigmáticas discusiones. Finalmente, confío, se discutirán aportes dominicanos al estudio de las relaciones bilaterales que dignifiquen la trayectoria impecable de un pensamiento tan crítico y decolonial como los haya. Que finalmente se desenmascare la hipocresía y la doble moral de la hegemonía discursiva estadounidense tan "preocupada“ por el anti-haitianismo dominicano y tan olvidadiza del suyo propio, materializado sistemática y continuamente en todas las esferas de la historia y la vida haitiana.
Es también enriquecedor leer los comentarios de los artículos sobre el TC. Impresiona darse cuenta del nivel de indoctrinación ideológica de los que se pronuncian a favor del fallo (y nunca mejor dicho) del TC. Efectivamente, nos estamos reconociendo en un espejo ruinoso que se niega a olvidarnos. Sin maquillaje, sin saco y sin corbata. Dominicanas y dominicanos que enarbolan su odio como símbolo de una ceguera sin nombre. Dominicanas y dominicanos "pensantes", "liberales" y hasta "progresistas" que dicen "soberanía" frente a esta tragedia humana estratosférica y yo leo "cámaras de gas", porque vivo en Alemania y sé a qué huelen estos muertos.
Desde el TC me solidarizo como nunca con la herencia de esta nacionalidad tan estudiada. Por primera vez en mi vida SIENTO lo que debe ser llamarse "alemán" o "alemana". Siento una vergüenza profunda de llamarme "dominicana", una humillación que me humedece los ojos y es aquí donde mi parálisis me confirma que ha valido la pena callarse porque ¿cómo pueden compararse mis lágrimas (de autocompasión, seguramente) con las de cualquier mujer que habiendo nacido en el mismo país que yo tenga que vivir con las consecuencias de lo que esta sentencia implica? ¿En qué cabeza cabe que una ley sea retroactiva? Obviamente, en la cabeza de l@s dominican@s que firmaron esa aberración jurídica. Gente sin cabeza ni corazón, sin alma. Se han auto-inmolado en su trujillismo desfasado. Creen que se saldrán con la suya y mira por dónde: hasta el Presidente Danilo Medina ha convocado a lo que en cualquier lugar del mundo se conoce como "desobediencia civil", es decir, a buscar fórmulas para incumplir un fallo judicial, nada más y nada menos.
También desde la oficialidad se impone mencionar a tres mujeres que se han pronunciado en contra de la sentencia: dos miembros del TC, las magistradas Ana Isabel Bonilla (http://scharboy2009.wordpress.com/2013/09/26/voto-disidente-de-la-magistrada-isabel-bonilla-hernandez/) y Katia Miguelina Jiménez Martínez (http://scharboy2009.wordpress.com/2013/09/26/voto-disidente-de-la-magistrada-katia-miguelina-jimenez-martinez/) con sendos votos disidentes que las enaltecen, y por igual a la senadora Minou Tavárez Mirabal, que incluso exigió a su partido una toma de posición, que seguimos esperando, como las de los demás partidos.
He aquí otro esencial motivo para celebrar el TC: finalmente a l@s que nos duele nuestra historia tendremos como un antes y un después la referencia de estas tres MADRES DE LA PATRIA. Mujeres que pusieron las letras donde se ponen el coraje y la honradez: al servicio del pueblo, de nuestro pueblo que está viviendo momentos extraordinarios de su autoinvención. Ahora le pondremos nombres nuevos al cinismo de aquellos que visten su nacionalismo de repudio o indiferencia por el sufrimiento de sus compatriotas, que seguramente han cambiado y continuarán haciéndolo su perfil de Facebook muchas veces para solidarizarse con causas muy nobles como la protección de los animales, del medio ambiente y demás. Amén. Que con su pan se lo coman.
En la mesa de mi banquete de autoinvención hay muchos platillos post-TC. Ofrezco otro: el agradecimiento profundísimo a mis amigas y amigos haitian@s que con gran sentido de la vergüenza ajena me han brindado su respetuoso silencio. Gracias del alma. Y para aquell@s dominican@s que me han retirado su amistad y afecto porque me niego rotundamente a recibir propaganda genocida en mi correo electrónico, para ellas y ellos cultivo también una rosa blanca.
Finalmente, y resonando con los intercambios que estamos llevando a cabo en el mencionado grupo de académicos de la diáspora, quiero ofrecerle a mis compatriotas dominican@s de ascendencia X, un platillo que es mas bien una petición. Llevo casi dos décadas escribiendo sobre las relaciones bilaterales con el firme propósito de crear
nuevas perspectivas de reconocimiento mutuo. Sin embargo, tuvo que venir el TC para recordarme que todavía me falta mucho por aprender sobre mi manera de relacionarme con ustedes. Por favor ayúdenme a servirles mejor la mesa. Estoy a sus órdenes en mi correo electrónico: bapalabra@yahoo.com.
La curadora Alanna Lockward con el embajador haitiano Guy Lamothe y el artista Eliú Almonte frente a su obra conmemorativa de la masacre de haitianos ordenada por el dictador Trujillo, en 1937. La Isla Ofendida, 2000, instalación comisionada Art Labour Archives para la exposición 3 y 2. Tres Idos, en el X-Teresa Arte Actual, México, D.F., dentro de la Semana Cultural Dominicana en México, coordinada por Sophie Mariñez para la embajada dominicana.